EL CLIMA

jueves, 29 de septiembre de 2016

CURIOSEANDO JUEVES

En el fútbol se conoce como arco al marco por el cual debe ingresar la pelota para anotar un gol. Generalmente está compuesto por dos postes paralelos y un poste superior (transversal o perpendicular a los palos) llamado travesaño o larguero, y una red, o malla, que retiene a la pelota una vez ingresada. Cuando la pelota entra en el arco bajo determinadas condiciones, se anota gol. Los tres postes son elementos del juego, de modo que si el balón tocara alguno de estos, no se detendría la jugada en curso.

Las dimensiones reglamentarias del arco de fútbol profesional son de 7,32 metros de ancho por 2, 44 de alto. No obstante, el fútbol es practicado en diversas variantes y en muchas de ellas varía el tamaño de la portería.

La superficie del terreno que se encuentre exactamente por debajo del travesaño debe estar marcada con una línea tan ancha como el ancho de los postes, y servirá para determinar si el balón ingresó o no en el arco.



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El día, en el calendario hebreo, comienza con el ocaso, y culmina al próximo ocaso del siguiente día; es decir, un día que se cuenta de una puesta de sol hasta su otra puesta. En esto se diferencia del día según el calendario gregoriano, que discurre exactamente de medianoche a medianoche.

La costumbre de ver al día comenzar con la caída del crepúsculo es antigua como la Biblia misma, y se basa en el texto bíblico del Génesis 1:5, que al cabo de cada día comenta "Y fue la tarde, y fue la mañana...", de lo que se entiende que cada uno de los días de la creación comenzaba por la tarde, más explícitamente aún al prescribir la Biblia el ayuno del Día del Perdón, el Yom Kipur: "El día décimo de este séptimo mes será el día de la Expiación... Será para vosotros día de descanso completo y ayunaréis; el día nueve del mes, por la tarde, de tarde a tarde, guardaréis descanso" (Levítico 23:27-32)


Cabe mencionar que estudios arqueológicos han revelado que también en la antigua Babilonia se señalaba el comienzo del día al atardecer.
Las arañas han tomado parte en fábulas mitológicas desde tiempos inmemoriales a lo largo de todo el mundo. Esta presencia en numerosas culturas está relacionada sin duda con la distribución cosmopolita de los arácnidos. De hecho, las arañas se pueden encontrar prácticamente en todos los ecosistemas terrestres y, gracias a esto han entrado en la consciencia del mundo.



En el Antiguo Egipto, las arañas estaban relacionadas con la diosa Neith en su faceta de hiladora y tejedora de destinos. Este nexo continuó posteriormente con la diosa babilónica Ishtar y la griega Atenea.


La leyenda antigua más famosa de todas es la historia que cuenta la competición que llevaron a cabo la diosa griega Atenea y la princesa Aracne. Esta fábula se incorporó a la mitología griega mucho más tarde, cuando Ovidio escribió su famoso poema Las metamorfosis.

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La metamorfosis (Die Verwandlung, en su título original en alemán) es un relato de Franz Kafka publicado en 1915 que narra la historia de Gregor Samsa, un comerciante de telas que vive con su familia a la que él mantiene con su sueldo, quien un día amanece convertido en un enorme insecto.


En ocasiones el título es traducido como La transformación. Esto se debe a que en cualquier diccionario de alemán, la voz Verwandlung corresponde a "cambio", "transformación", "conversión", "reducción", "mutación", y solo como "Metamorfosis" cuando apunta al lenguaje de la mitología clásica. De hecho, la palabra en alemán para denominar Metamorfosis, es Metamorphose, término que registra claramente su equivalencia y que le haría prescindir de la voz Verwandlung para su traslación idiomática. 


Generalmente se le acredita a Ernest Rutherford el descubrimiento del protón. En el año 1918 Rutherford descubrió que cuando se disparan partículas alfa contra un gas de nitrógeno, sus detectores de centelleo muestran los signos de núcleos de hidrógeno. Rutherford determinó que el único sitio del cual podían provenir estos núcleos era del nitrógeno y que por tanto el nitrógeno debía contener núcleos de hidrógeno. Por estas razones Rutherford sugirió que el núcleo de hidrógeno, que en la época se sabía que su número atómico era , debía ser una partícula fundamental.

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