EL CLIMA

viernes, 2 de julio de 2010

AZAR
















EL AZAR

La suerte en sí tiene que ver con que las cosas salgan bien o mal para alguien de forma fortuita e imprevista. El diccionario inglés de Oxford define el término de la siguiente manera: "el acontecer fortuito de un suceso favorable o adverso para los intereses de una persona". La suerte está de nuestra parte siempre que las cosas nos salgan bien inesperadamente (que nuestros deseos se hagan realidad o que favorezcan nuestros intereses) o todo lo contrario, esto es, en circunstancias donde no tenemos razones suficientes para esperar algo con confianza porque no podemos prever con certeza ni controlar el resultado. Los frutos de la suerte (sean buenos o malos) son en consecuencia inciertos. Si algo que nosotros no podemos anticipar con seguridad, y mucho menos controlar de forma unilateral, nos es favorable, en ese caso tenemos suerte, si resulta en perjuicio nuestro, en este caso no la tenemos. Con suerte nos encontramos en una situación en la que el resultado de todos nuestros intentos y propósitos depende de la casualidad. Por ejemplo, el ladrón de bancos, que es reconocido por un guardia de seguridad que casualmente es nuevo en el puesto, y que conocía ya a este ladrón porque lo había visto actuar previamente en otra sucursal, no tiene suerte.

Mientras que la buena suerte tiene normalmente que ver con que los acontecimientos nos sean favorables (o adversos si fracasan) de forma inopidada, "por casualidad", no tiene por qué necesariamente ser "probable". A veces la gente tiene suerte incluso cuando cuentan con ventaja. Jones jugó a la ruleta rusa y está vivo para contárnoslo. Tuvo suerte a pesar de que únicamente una de las seis recámaras de su revolver estaban cargados de forma que las probabilidades favorecían su supervivencia. Fue sólo "por casualidad" que el juego le saliera bien. Alguien que sale ileso de un accidente serio tiene suerte, incluso si en el accidente estaban involucradas más personas, y la mayoría de ellas consiguieron sobrevivir (por ejemplo, en este caso sobrevivir era probable). Decimos que ha tenido suerte puesto que fue solamente por casualidad que nuestro superviviente estuvo entre los afortunados y no entre los desafortunados. Es más, cuando el número de probabilidades es muy elevado y el lugar que le queda a la casualidad es mínimo, sería más preciso hablar de fortuna más que de suerte. (El que gana a la lotería tiene suerte, el que pierde no es que no la tenga, sino que ha sido desafortunado)

La suerte interrumpe el devenir normal de los acontecimientos. En consecuencia, no tenemos ciertamente derecho a esperar que "la suerte nos sonría". Es precisamente porque vivimos en un mundo en el que las cosas no salen normalmente así por lo que tendemos a pensar que cuando los acontecimientos nos son favorables es algo extraordinario, y por ello decimos que "hemos tenido un golpe de suerte". Tener "una racha de buena suerte es más inusual y por lo tanto, merece la pena que se celebre.

Tenemos suerte sobre todo siempre que los acontecimientos nos sean favorables inesperadamente y sin haber planeado nada al respecto, y lo somos muy especialmente cuando nos ocurre en contra de todo pronóstico

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