EL CLIMA

martes, 22 de diciembre de 2009

UNA HISTORIA DE VIDA






Encontré a mi gemelo, pero necesito hallar a mi verdadera madre´
Marcelo Gustavo Musacchio tiene 40 años y busca a la mujer que lo abandonó al nacer. Historia de novela.

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Si Nené Cascallar y Alberto Migré estuvieran con vida, seguramente se estarían disputando los derechos de esta increíble historia que les vamos a contar. Es que de si grandes culebrones se trata, difícilmente haya uno que cuente con un argumento tan enigmático, atrapante y con un final impredecible como el que Marcelo Musacchio viene protagonizando desde hace 22 años en su vida real. Este muchachote de 40 años, casado desde hace 20 años con Adriana, tiene una llaga abierta que no podrá cerrar hasta no descubrir el nombre de la mujer que después de parirlo el 17 de marzo de 1969 en la clínica Castelar de la localidad bonaerense de Ituzaingó, se dio a la fuga sin dejar rastros ni huellas. “No hay nada más doloroso para un hijo que no saber quién fue su madre. Ni siquiera sé cómo se llama y eso me tiene muy mal. De lo único que estoy seguro es de que no voy a bajar los brazos hasta no saber quién es, o fue, mi madre”, dispara Marcelo en el comienzo de una emotiva charla con Semanario que se desarrolla ante la mirada atenta de Adriana, quien aunque conoce de cerca la historia de su esposo, no deja de sorprenderse ante el increíble relato de Marcelo. “Cada vez que lo escucho hablar del tema me hierve la sangre. Es que no puedo entender cómo tanto el padre como el tío de Marcelo siguen ocultándole la verdad, porque ellos son los únicos que la saben pero la siguen ocultando vaya a saber por qué”.

El clon y la búsqueda

Si vale la expresión, Marcelo vino a la vida con el pie izquierdo. Según él mismo nos cuenta, a pocas horas de nacer, su padre pasó a buscarlo por la clínica en un taxi, "acompañado de Amanda Torres de Sausalina, mi madrina, para llevarme a la casa de los Musacchio quienes, sabiendo el delito que estaban cometiendo, me anotaron como hijo propio. Yo figuro como hijo directo de Carlos Musacchio y de Rogelia Oreggia, un matrimonio muy amigo del doctor Carlos Abrevaya, el partero de mi verdadera mamá”, agrega, antes de hacer una pequeña pausa a la emoción que lo embarga.

Criado en el seno de una típica familia de clase media, la infancia de Marcelo transcurrió como la de cualquier hijo de padres separados, ya que sus padres adoptivos se divorciaron cuando él tenía 3 años. A diferencia de esa infancia totalmente normal en la que Marcelo creció junto al amor de sus suspuestos padres verdadero, la adolescencia se transformó en el comienzo de una cruel pesadilla de la que todavía hoy no puede salir. Sus primeras salidas a los boliches en busca de un poco de diversión junto a sus amigos se fue trastocando en el comienzo de algo totalmente inesperado para él: la aparición de Gabriel, su hermano gemelo del cual jamás supo que existía. "Todo fue muy loco. Cada vez que iba a un boliche se me acercaba alguien y me confundía con un tal Gabriel. Al principio lo tomé como algo risueño pero, una noche se me acercó un chico muy amigo mío y me dio un papel con un teléfono que supuestamente yo se lo había dado el día anterior con la premisa de que me lo tenía que devolver cuando me volviera a ver. Al principio pensé que era una broma pero algo en mí me dijo que lo agarrara y no dijera nada. En el papel había un teléfono con el nombre del tan famoso Gabriel, con el que me confundían todos. A los dos días lo llamé y cuando nos vimos no lo podìamos creer: éramos dos gotas de agua. Ni te cuento cómo reaccionamos cuando nos dijimos las fechas de nuestros nacimientos y nos dimos cuenta de que nos había traido al mundo el mismo médico, el doctor Abrevaya. Lo más llamativo es que a él lo anotaron un día después que a mí en un Registro Civil de Capital Federal. Era obvio que éramos hermanos gemelos y que nos habían separado al nacer. Allí empezó la lucha por conocer a nuestros padres sanguíneos, en la que él decidió no acompañarme (hoy están peleados y por ese motivo no hay en esta nota fotos de ellos juntos, por pedido expreso de Marcelo). Sé que mi verdadero padre se llamaba Cosenzo, que trabajó como médico en el Hospital de Ezeiza y que falleció hace varios años. Pero de mi madre, una supuesta amante de él, no sé nada y es una herida que necesito cerrar. Necesito encontrarla para cerrar mi historia y saber quién soy y de dónde vengo. Si alguien sabe algo, por favor escríbame a musamarce@yahoo.com.ar"

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