EL CLIMA

domingo, 6 de mayo de 2012

LOS GORDIS Y EL SEXO



Hoy en día, cuando la obesidad se considera prácticamente una epidemia que ataca tanto a jóvenes como adultos, quienes están en una etapa de su vida donde la sexualidad es activa, el tema de la obesidad y su efecto directo sobre el sexo se ha convertido en algo común e importante de abordar.

Si bien algunas personas con sobrepeso dicen no tener problema alguno para vivir su sexualidad, la obesidad representa una doble crisis en cuanto a sexo se trata: salud y estética.

Ambos puntos, interfieren en la sexualidad de la persona, pues de una forma u otra pueden verse impedidos o inhibidos de tener sexo con la satisfacción anhelada.

Por ello, es que en casos de sexo y obesidades generan dos consecuencias:

• La baja autoestima y la desvalorización de si mismas que generalmente tienen estas personas, no colaboran para que el sexo sea lo que suele llamarse espectacular.

• Los desajustes metabólicos, como colesterol alto, triglicéridos altos, diabetes, entre otros, conllevan a impotencia sexual, otro mal ejemplo de cuando se unen sexo y obesidad.

La obesidad disminuye la libido y contribuye a sufrir de deseo sexual inhibido.
Más allá de lo que la imagen física pueda expresar, los complejos o inseguridades, los factores químicos que interrumpen el sexo son los más importantes de considerar.


La química de la falta de deseo


No es sólo una cuestión de imagen: más allá de que la persona obesa sienta vergüenza de mostrar su cuerpo, tenga complejos o esté insegura; hay factores químicos que influyen en el deseo. La grasa entorpece la circulación sanguínea y produce problemas hormonales como la baja producción de testosterona, responsable de encender la chispa sexual en hombres y mujeres.

Martin Binks, psicólogo clínico y director del Diet and Fitness Center del Centro Médico de la Universidad de Duke (Duke Diet & Fitness Center), explica que si bien existe un patrón cultural que ensalza la delgadez en exceso y que ejerce una influencia no del todo positiva en algunos individuos; la obesidad baja significativamente el rendimiento y la calidad de vida entre las sábanas.

Una investigación llevada a cabo por Binks y un equipo médico de la Universidad de Duke demuestra que las personas obesas son 25 veces más propensas a reportar problemas sexuales que aquellas que tienen un peso normal.

“Nuestro estudio demuestra que hay una diferencia considerable entre la calidad de vida sexual que llevan las personas que tienen peso normal y las que están muy excedidas de peso”, explica Binks. “Como la obesidad es una afección que crece a pasos agigantados, hay cada vez más gente que tiene problemas en la cama”.


Las hormonas que todo lo controlan


El exceso de grasa, afirman los especialistas, afecta en la producción de hormonas responsables de despertar ese instinto sexual que ha asegurado la supervivencia de la raza humana. “La testosterona es la responsable del desempeño sexual tanto masculino como femenino”, dice el doctor en medicina Fred Pescatore.

Una hormona llamada DHEA, explica Pescatore, es la encargada de controlar el estrógeno y la testosterona: si una persona tiene un sobrepeso considerable, su DEHA hará más estrógeno y menos testosterona. En otras palabras, la grasa hará que tenga menos hormonas de las que producen deseo y más de las que traen aparejada una falta absoluta de ganas de entrar en contacto corporal con otras personas.

“El sobrepeso impacta sobre la libido por una cuestión hormonal, pero también por otros factores”, opina Debbie Mandel, especialista en nutrición, preparación física y control de estrés. Además de los bajos niveles de testosterona, dice Mandel, la persona obesa suele tener altos niveles de estrés, uno de los principales inhibidores del deseo.

Como si esto fuera poco, explica Mandel, un cuerpo obeso suele tener sus vasos sanguíneos bloqueados por el colesterol, lo que dificulta la irrigación hacia el pene y hacia el clítoris. Los hombres que sufren repetidos episodios de impotencia o las mujeres que no reciben estímulo en su zona pélvica terminan rechazando la idea de una relación sexual y sufriendo de una apatía absoluta, que se convierte en un círculo vicioso.


Debido al aumento de la masa corporal y los tejidos que el corazón debe oxigenar, las personas obesas tienen que enfrentar la hipertensión como una complicación que desarrollan y que aumenta el compromiso cardiovascular. Por ende, la vitalidad disminuye lo cual termina por ocasionar una baja de la resistencia y el vigor que mantiene activo al hombre durante sus relaciones sexuales.
Aunado a estas causas orgánicas, los cambios que surgen en la motivación sexual ocurren debido a una significativa disminución que se observa en la libido y, por ende, a la forma cómo se sustituye el deseo sexual por el placer de comer compulsivamente.

Unos pocos kilos menos…


Para empezar, hay que sacudirse de los malos hábitos que caracterizan a las personas obesas. Vida sedentaria, comidas con grasa y dietas discontinuas e interrumpidas son los principales factores de obesidad.

Crease o no, con sólo bajar unas libras o kilos la libido se recupera como por arte de magia. Aunque sea unas pocas libras bastan para reestablecer el balance hormonal.

Según el doctor Pescartore, cuando una persona comienza a perder peso la DEHA, responsable de transformar las hormonas de nuestro cuerpo, empieza a producir más testosterona. Así, además de levantar su autoestima y sentirse más deseada, la persona que adelgaza experimenta cambios químicos que potencian su desempeño sexual.

Ronette Kolotkin, psicóloga clínica y una de las autoras del estudio de la Universidad de Duke, dice que aquellos pacientes obesos que perdieron peso y aumentaron la actividad física experimentaron también una considerable mejora entre las sábanas. “Mis pacientes aseguran que con perder solo un poco de peso se sienten diez o veinte años más jóvenes en lo que a vida sexual se refiere”, explica.

Además de adelgazar aunque sea un poco, los especialistas recomiendan:

  • Comer productos con más proteínas y menos grasas; agregar vegetales a la dieta diaria
  • Hacer abdominales, yoga, pilates y ejercicios que involucren a la pelvis, para aumentar la circulación sanguínea en esta zona
  • Tomar al menos dos veces por semana un baño de inmersión que sacuda el estrés
  • Aceptar la forma del propio cuerpo, y adelgazar hasta donde se pueda. Recordar que los patrones que se ven en la televisión y en las revistas, que resultan frustrantes, son imposibles de seguir. Lo importante es cuidar nuestra salud.

No hay comentarios:

Publicar un comentario