EL CLIMA

miércoles, 16 de febrero de 2011

UN RELATO

UN PEQUEÑO RELATO

https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjr6ztqGCJPACbCytdCf4tcLZOiHB9rRAFkskEMlFWXHTTAzyHmoQKF1M8K7EspNrZ7nTVuOEdkNr57E5lgt-RR7hDMSYz2LzMIBi3mR9bXm-lxevQfndsfTRgPC-NNAet0mHPsfZ2tgVk/s269/Bienvenido+Bienhechor.jpg

Era de noche y Él estaba solo.

Y vio a lo lejos los muros de una ciudad amurallada y se encaminó a la ciudad.

Y cuando estuvo cerca oyó los pasos de los pies de la alegría dentro de la ciudad, y la risa de la boca del gozo y los fuertes sones de numerosos laúdes. Y llamó golpeando a la puerta y le abrieron algunos de los guardianes.

Y se quedó contemplando una casa de mármol con hermosos pilares de mármol en la fachada. De los pilares pendían guirnaldas, y había antorchas de cedro dentro y fuera. Y entró en la casa.

Y cuando hubo atravesado la sala de calcedonia y la sala de jaspe, y hubo llegado a la larga sala del festín, vio a un hombre reclinado en un lecho de púrpura marina; tenía los cabellos coronados de rosas rojas y los labios rojos de vino.

Y Él se acercó por detrás y le tocó en el hombro y le dijo:

-¿Por qué llevas esta vida?

Y el joven se volvió y le reconoció, y respondiendo le dijo:

-Era leproso y me curaste. ¿De qué otro modo había de vivir?

Y Él salió de la casa de nuevo a la calle.

Y, transcurrido un rato, vio a una mujer con la cara pintada y el vestido de colores llamativos y con perlas calzándole los pies. E iba tras ella, a pasos lentos como un cazador, un joven cubierto con un manto de dos colores. El rostro de la mujer parecía el rostro hermoso de un ídolo, y los ojos del joven brillaban de lujuria.

Y Él les siguió deprisa y le tocó al joven en la mano y le dijo:

-¿Por qué miras a esta mujer y de ese modo?

Y el joven se volvió y le reconoció y dijo:

-Era ciego y me diste la vista. ¿Qué otra cosa había de mirar?

Y Él se adelantó corriendo y tocó la ropa de color llamativo de la mujer y le dijo:

-¿No hay otra senda en que andar más que la senda del pecado?

Y la mujer se volvió y le reconoció, y riéndose dijo:

-Tú me perdonaste los pecados y el camino que sigo es agradable.

Y Él salió de la ciudad.

Y cuando hubo salido de la ciudad, vio a un joven que lloraba sentado al borde del camino.

Y se acercó a él y le tocó los largos bucles del cabello y le dijo:

-¿Por qué lloras?

Y alzó el joven la mirada y le reconoció y respondió:

-Estaba muerto y me resucitaste de entre los muertos. ¿Qué otra cosa iba a hacer más que llorar?

No hay comentarios:

Publicar un comentario