EL CLIMA

jueves, 17 de noviembre de 2016

JUEVES PARA SABER MAS

Las fuentes en un inicio se hallaban en las plazas o lugares céntricos de los pueblos para abastecer de agua a los habitantes y calmar la sed de sus animales. Solían ser lugares de encuentro que propiciaban las relaciones sociales de la comunidad.

En la Edad Media, la cultura islámica elaboró bellos ejemplos del fuentes en edificios privados y zonas públicas, tales como palacios, patios, jardines, plazas y mezquitas, combinando la utilidad con la belleza, sirviendo estas también para aclimatar los citados espacios.

En Europa, los artistas y arquitectos renacentistas mostraron su ingenio y destreza en hermosos diseños de fuentes, tanto públicas como de uso privado, culminando en los desbordantes y complejos conjuntos escultóricos que muestran las fuentes del arte barroco.

Con el avance de la tecnología, las fuentes incluyeron circuitos cerrados de agua, la cual es impulsada mediante bombas de presión; también se idearon efectos de iluminación que hace aún más vistoso el aspecto del agua por la noche.



La anaconda es de color verde oscuro, con marcas ovales de color negro y ocre en los flancos. El vientre es más claro, y en la parte final de la cola muestra diseños en amarillo y negro que son únicos para cada ejemplar. El hocico está cubierto por seis escamas engrosadas, tres a cada lado, que constituyen el rasgo más distintivo que separa a las especies de Eunectes de las estrechamente relacionadas Boa.

La cabeza es estrecha, y no presenta un cuello marcado. Las narinas y los ojos están en una posición elevada, facilitando así la respiración y la percepción durante los largos períodos que la anaconda pasa sumergida. Los receptores olfativos se encuentran en la lengua, como en todas las serpientes. El cuerpo es ancho y musculoso, adaptado a la forma de presa de la serpiente, que mata a sus presas por constricción.


El único sector de todo el cuerpo no cubierto por escamas se encuentra en la región caudal, en la zona de la cloaca, la cual presenta espolones en sus inmediaciones, que son restos atrofiados que otrora eran extremidades locomotoras.


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Los primeros ferrocarriles empleaban caballerías para arrastrar carros sobre rieles. Cuando se desarrollaron las máquinas de vapor, se trató de aplicarlas al ferrocarril. Los primeros intentos tuvieron lugar en Gran Bretaña; así, por ejemplo, Richard Trevithick construyó una locomotora en 1804, 25 años antes de la máquina de George Stephenson. Esta máquina tenía un solo cilindro, disponía de un volante de inercia y la transmisión de fuerza a las ruedas se realizaba por engranajes. La locomotora de Trevithick no fue incorporada al ferrocarril debido a que los raíles de hierro fundido no soportaron el peso de la máquina y se dañaron en los tres viajes de prueba realizados entre las minas de hierro de Penydarren y el Canal Methry-Cardiff.


Se continuó utilizando la fuerza animal para el arrastre de los vagones, hasta que la escasez de caballos y sus altos costos a consecuencia de las guerras napoleónicas obligan a volver la mirada otra vez hacia las locomotoras. En 1811 John Blenkinsop patenta el sistema de cremallera para locomotora. Finalmente en 1812 Matthew Murray diseña y construye la locomotora Salamanca en los talleres Feton, Murray and Wood. 



Los cardenales eligen al papa, aunque no siempre ha sido así. Originalmente, eran los miembros de la Iglesia de Roma quienes lo hacían, pero este procedimiento cambió durante la Edad Media, hasta hacer que sólo los cardenales, un grupo especial de clérigos de la diócesis de Roma, tuvieran derecho a elegir al sucesor del apóstol Pedro. La constitución apostólica In nomine Domini, promulgada por el papa Nicolás II en 1059 limitó la potestad de elección a los cardenales romanos que fueran obispos. En 1179, el papa Alejandro III (constitución apostólica Licet de vitanda discordia) extendió a todos los cardenales este derecho. En 1274 el papa beato Gregorio X fijó que para la elección del papa eran precisos los dos tercios de los votos de los cardenales reunidos (constitución apostólica Ubi periculum). Ambas disposiciones siguen vigentes.


En tiempos más modernos, los monarcas ingleses, españoles y franceses nombraron cardenales como primeros ministros



El anacronismo aparece especialmente en aquellos trabajos de ficción que usan una base histórica. El anacronismo se puede presentar de diversas maneras, por ejemplo no distinguiendo entre los distintos modos de vida que caracterizan a los distintos periodos históricos o por la ignorancia del progreso de las artes y las ciencias y otros hechos de la historia. Pueden variar de incoherencias manifiestas a pequeñas distorsiones. Solo a partir del siglo XVIII es cuando este tipo de distorsiones han molestado al público en general. Los anacronismos abundan tanto en las obras de Rafael y Shakespeare, así como en varios pintores y dramaturgos de épocas pasadas.


En particular, los artistas, tanto en los escenarios como en los cuadros, solían asimilar a los personajes a su propio tiempo y nacionalidad. Los soldados romanos aparecían vestidos como los militares del Renacimiento. La Virgen María aparecía representada en las obras italianas con características italianas y en las obras de Flandes con características de Flandes (esto sigue ocurriendo hoy día, por ejemplo en las representaciones de Madonnas con rasgos africanos o Jesús Caucásico). Hasta la época de Voltaire, Alejandro Magno aparecía en las obras francesas con el traje de Luis XIV de Francia. Del mismo modo el público de Shakespeare no se preguntaba si en la época de Hamlet existía la universidad de Wittenberg o si en la Antigua Roma de Julio César se usaban las campanas.

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