EL CLIMA

lunes, 22 de diciembre de 2014

Fijate que interesante


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En el judaísmo, el nombre de Dios es más que un título distinguido. Representa la concepción judía de la naturaleza divina, y de la relación de Dios con el pueblo judío. Sobrecogidos por lo sagrado de los nombres de Dios, y como medio de mostrar respeto y reverencia hacia ellos, los escribas de textos sagrados «pausaban antes de copiarlos, y usaban términos de reverencia para mantener oculto el verdadero nombre de Dios». Los diferentes nombres de Dios en el judaísmo representan a Dios tal y como es conocido, así como los aspectos divinos que se le atribuyen.




Los nombres de Dios han sido una fuente de controversia entre eruditos de la Biblia. Algunos han esgrimido la diversidad como prueba de que la Torá es obra de varios autores (véase Pentateuco), mientras que otros declaran que los diferentes aspectos de Dios tienen diferentes nombres, dependiendo del papel que Dios representa en el contexto en el cual se le hace referencia y los aspectos específicos que se quiere acentuar.

Según el Pentateuco, escrito en hebreo, el verdadero nombre de Dios es yod-hei-vav-hei: יהוה (nótese que el idioma hebreo se escribe de derecha a izquierda) que se traduce al alfabeto occidental como YHWH, pues la escritura hebrea antigua sólo incluía las consonantes de cada palabra y descartaba las vocales. Debido a que por mucho tiempo los judíos consideraron una blasfemia pronunciar directamente el nombre de Dios, preferían denominarlo 'las cuatro letras’, tetragramaton en griego (tetragrama en español). Por esta circunstancia, la pronunciación original del nombre del Dios judeocristiano no puede establecerse con exactitud. Los eruditos modernos conjeturan que originalmente se pronunciaba iajuéj, aunque actualmente, en las traducciones modernas de la Biblia por ejemplo, se escribe Yahveh o Jehová.

El tetragrama fue escrito en caracteres contrastados del paleohebreo en algunos de los textos sobrevivientes más antiguos del hebreo cuadrado arameo, y se supone que se leía como Adonai, ‘Mi amo’, aún en ese período, cuando fueron encontrados.

Según la tradición judía, aparentemente Yhvh es la tercera persona del imperfecto singular del verbo ser, significando por lo tanto ‘él es’ o ‘él será’. Esta explicación concuerda con el significado del nombre dado en Exodo 3:14, donde se representa a Dios hablando, y por eso se usa la primera persona — ‘Yo soy’. Por lo tanto, el significado podría ser concretamente, ‘El que es’. Se ha desestimado la traducción ‘el que es autoexistente’ o ‘autosuficiente’, ya que se considera que la concepción abstracta de la existencia pura es ajena al pensamiento hebreo clásico. La existencia de Dios por sí mismo tiene su origen en la concepción hebrea del monoteísmo, el Creador no creado que no depende de nada ni de nadie más; por lo tanto en la actualidad se lo traduce generalmente como ‘Yo soy el que soy’.

Tradicionalmente, la idea de vida se ha relacionado con el nombre YHWH desde la época medieval. Se representa a Dios como un Dios viviente, en contraste con los dioses sin vida (estatuas) de los paganos: Dios es presentado como la fuente y el creador de vida (compárese 1Reyes 18; Isaias 41:26-29,44:6,20; Jeremias 10:10,14; Genesis 2:7; etcétera).

A menudo, el nombre Yhvh se reconstruye en castellano como Yahweh, Yahwé. Según algunos el nombre Yahweh es el origen del Yao del gnosticismo. Algunos piensan que podría ser cognado de Yaw de los textos ugaríticos. Si en el tetragrama las hehs se ven como agrandamiento sagrado similar a los usados en Abraham (de Abram) y Sarah (de Sarai), entonces la asociación aparece más claramente. Aunque en hebreo clásico la heh final en Yahweh no se pronunciaba, seguramente la heh media podría haber sido pronunciada.

La prohibición de la blasfemia, para la cual se prescribe la pena capital en la ley judía, se refiere solamente al tetragrama (Soferim iv., fin; comp. Sanh. 66a).
Todas las denominaciones modernas del judaísmo enseñan que está prohibido pronunciar las cuatro letras del nombre de Dios, YHWH, excepto por el Sumo Sacerdote en el Templo. Puesto que el Templo de Jerusalén ya no existe, nunca se pronuncia este nombre en rituales religiosos por judíos. Los judíos ortodoxos y conservadores no lo pronuncian nunca por ningún motivo. Algunos judíos no ortodoxos (pero religiosos) están dispuestos a pronunciarlo, pero sólo para propósitos educativos, y nunca en conversaciones casuales o durante la plegaria. En vez de pronunciar YHWH durante la plegaria, los judíos dicen Adonai.

Las leyes judías requieren que las reglas secundarias estén puestas alrededor de la ley primaria, para reducir la posibilidad de infringir la ley principal. Como tal, es una práctica judía extendida restringir el uso de la palabra Adonai sólo durante la plegaria. En la conversación, muchos judíos llaman a Dios HaShem, que es la palabra hebrea para ‘el nombre’ (aparece en Levitico 24:11).

Muchos amplían esta prohibición a algunos de los otros nombres listados más abajo, y añaden sonidos adicionales para alterar la pronunciación de un nombre cuando lo usan fuera de un contexto litúrgico, tal como kel, hamonai o elokim. Algunos judíos escriben además Di-s en español en vez de Dios (‘G-d’ en lugar de ‘God’ en idioma inglés). Aunque esta última sustitución no es requerida en ningún punto de la ley religiosa (sólo es innombrable el nombre hebreo, no el inglés), se hace para recordar al lector la santidad inherente al nombre de Dios. Algunos rabinos ortodoxos, por ejemplo Shlomo Ganzfried, sostienen que ninguno de los nombres correctos de Dios deben borrarse, olvidarse, o descartarse, ni tan siquiera en traducciones.

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