¿Los fabricantes tienen la culpa?

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Los chicles pegados en las aceras y calzadas de las ciudades de todo el mundo son todo un desafío para los servicios de limpieza de los ayuntamientos. Retirar un chicle pegado en el suelo es una ardua tarea y además, muy costosa. Tanto, que en algunos lugares están empezando a pedir cuentas a los propios fabricantes. Así ha ocurrido en Reino Unido, donde la Local Government Association (LGA), una entidad que engloba a 400 municipios de Inglaterra y Gales, ha pedido a los fabricantes de chicles 60 millones de libras (algo más de 75 millones de euros) para que sufraguen los altos costes de retirar los chicles del suelo, según recoge el Daily Mail. La LGA sostiene que la industria de los chicles gana millones de euros y que retirar un chicle cuesta entre dos y cinco veces más que el propio producto. Además, exigen a los fabricantes que produzcan chicles que se biodegraden de una manera más fácil. Por su parte, la industria asegura que ellos trabajan apara concienciar a los usuarios. Un portavoz del productor estadounidense Wrigley's asegura que están centrados en "lograr un cambio en el comportamiento de los pocos que continúan tratando sus desperdicios de manera irresponsable"