EL CLIMA

sábado, 10 de noviembre de 2012

REFLEXIONANDO

















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¿Con o sin? La revolución sexual de los años sesenta y setenta del siglo pasado permitió que prácticas como el sexo por puro placer dejaran de estar estigmatizadas. Se logró que salieran del armario y que, en muchos países, se despenalizaran moral y legalmente. “Había que hacer la revolución sexual, no se podía seguir con el sistema antiguo –opina Najat el Hachmi, escritora catalana de 31 años–. Pero me parece que luego no se ha construido nada. Y creo que hay mucha gente que se ve empujada a tener sexo por el sexo porque sienten que es lo que deben hacer, cuando en realidad quieren otra cosa. Creo que hay cierta presión social en este sentido”. 
Aunque, por otro lado, los datos de la Encuesta Nacional de Salud Sexual, realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas en el año 2008, indican que el 73,8% de los españoles opinaba que la sexualidad es principalmente un medio para buscar comunicación, placer, afecto, ternura e intimidad. Mucho más que el puro placer. Tal vez existe un conflicto entre lo que parece que hay que hacer y lo que, en realidad, la mayoría de la gente quiere hacer. Entre que hay que tener sexo con cierta frecuencia, aunque sea sexo sin, y lo que realmente pone. “Y mucha gente no dice públicamente que necesita sexo con amor porque cree que es algo cursi”, añade Najat el Hachmi.
“El problema es que conseguir sexo es tan fácil, que se ha desvalorizado”, opina Antoni Bolinches, psicólogo y sexólogo. Del mismo modo que se compran productos que no se necesitan por el simple hecho de que están rebajados, “somos ciudadanos consumidores, vivimos en sociedades de consumo, y el sexo también se ha convertido en un objeto de consumo”, apunta Edurne Jabat, profesora asociada de Sociología de la Universidad Pública de Navarra e investigadora de temas de género y sexualidad. Así que en las encuestas la mayoría de la gente quiere sexo con algo más. Pero, luego, parece que el que no se apunta a la fiesta del sexo por el sexo se está perdiendo algo. “Da la impresión de que, hoy en día, lo que no puede pasar es que digas que no tienes sexo, que estás en plan sabático, porque entonces te compadecen”, opina Najat el Hachmi.
Aparte de que uno pueda ser más o menos atractivo o tímido, parece evidente que conseguir sexo por puro placer está al alcance de mucha gente. Sábados noche, portales de internet que facilitan encuentros sexuales, amigos con derecho a roce, clubs de intercambio de parejas, miles y miles de solteros de todas las edades, emparejados con ganas de tener un desliz… Como señala Edurne Jabat, hay un discurso muy visible “que incide en la importancia de una sexualidad activa no necesariamente vinculada a un contexto de pareja estable. Algo así como la puesta en valor de una idea del sexo como algo saludable, legítimo, parte de la expresión del yo y de la comunicación con otros. Además, las relaciones sexuales esporádicas devuelven la sensación de anclaje”, quizás muy necesaria en una sociedad en la que los vínculos personales y laborales son cada vez más inestables. “Anclaje a una persona en una relación de intensa apertura física o emocional o anclaje identitario al sentir que ‘he ligado’, ‘he tenido sexo’, ‘tengo éxito’, ‘soy deseado’, ya que de algún modo es un logro de un bien socialmente deseado”. 
Lady Gaga, icono del siglo XXI, asegura que no tiene sexo sin amor porque podría arruinar su energía. Quizás esta postura y sus extraños vestidos sean una forma de llamar la atención o, como dicen los expertos en marketing, de ganarse un nicho de mercado. Pero no deja de ser curioso que se haya convertido en noticia que ella y otros referentes del mundo del entretenimiento, como Robert Pattinson, protagonista de la serie Crespúsculo, defiendan el sexo con amor. “Quizás ahora se ponga de moda defenderlo. Estoy contenta de que personas como Lady Gaga digan que prefieren el sexo con amor. Soy de una generación que ha crecido pensando que el sexo se puede desligar de la afectividad”, explica Najat el Hachmi, que a principios de este año publicó la novela La cazadora de cuerpos (Planeta), en la que la protagonista acaba hastiada de una ajetreada vida sexual en la que no deja espacio para el afecto. “Yo quería escribir una novela sobre sexo en plan qué bien, una mujer tiene sexo con quien quiere y es la mar de feliz. Pero no me salió así. Y yo fui la primera sorprendida de que sintiera el sexo por el sexo como una experiencia vacía. He hablado con muchas personas que dicen que se acuestan con quien quieren y que ya les va bien. Pero si rascas un poco más te das cuenta de que no, de que muchas están frustradas, de que el sexo por el sexo las deja vacías”.

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