EL CLIMA

jueves, 29 de noviembre de 2012

MUJERES Y ENVIDIA




















Ninguna mujer quiere que la llamen envidiosa, y mucho menos que le digan que está envidiando a otra mujer. Noooo, eso está muy mal. Sin embargo, si haces un poquito de memoria tal vez puedas recordar la mirada fulminante, de arriba a abajo, que casi sin darte cuenta, le has hecho a alguna compañera de trabajo que tiene un cuerpo espectacular y justo se puso un vestido que le queda perfecto.

Aunque sólo hayan sido fracciones de segundos, ya sea en la adolescencia o en la adultez, las mujeres tenemos nuestros momentos de envidia. Hay incluso algunas que lo dicen sin problemas y hasta la clasifican: "te envidio el vestido, o el cuerpo, o los zapatos o el novio... pero ¡ojo! es envidia de la sana".


Pero sana o enfermiza, ¿es la envidia en sentimiento que se ve más entre mujeres? Para Jennifer Nuñez, sus 34 años de vida le han enseñado que sí. "Las mujeres somos más envidiosas y complicadas, por eso yo prefiero tener amigos hombres". La posición de Jennifer la comparten también gran cantidad de hombres, quienes dicen que la amistad entre los representantes del sexo masculino puede ser más noble que la que se da entre féminas.

Antes de definir qué tan envidiosas pueden ser las mujeres, e incluso para que puedas reconocer en qué momento has caído en esta emoción, es necesario saber exactamente de qué estamos hablando.

¿Qué es?
La envidia es un sentimiento de tristeza o pesar que tiene dos características básicas: el desear algo que otro tiene y el compararse con otra persona pero para mal, quedando en desventaja.

Cuándo la envidia es grave
- Cuando va acompañada de un deseo de perjudicar a la persona que se envidia.
- Si no permite que se disfrute de lo que se posee, de lo propio.
- Cuando no se puede controlar la duración ni la intensidad de esta emoción.
- Cuando produce sufrimiento, rabia y frustración.

Causas
De acuerdo a diversos estudios del comportamiento, la envidia se genera por factores culturales y sociales. Principalmente se fomenta en la infancia, cuando los adultos no son capaces de manejar adecuadamente el deseo natural del niño por conseguir lo que desea. Si no existe alguien que le explique al pequeño que no se puede tener todo en la vida, que por eso no debe frustrarse y que hay que valorar lo que se tiene, entonces podrá volverse ansioso y envidioso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario