EL CLIMA

martes, 2 de octubre de 2012

GNOMOS























Según la mitología de Europa del Norte, y ciertas doctrinas cabalísticas, los gnomos son enanos fantásticos o elementales de la Tierra, en cuyas entrañas moran, trabajando en minas, custodiando tesoros subterráneos y cuidando de los metales y piedras preciosas. También se dice que les roban a las personas ambiciosas.
Los gnomos forman un pueblo sobrenatural de seres muy pequeños e invisibles, dotados de singular astucia.
Son unos seres fantásticos que aparecen en cuentos, dibujos animados, etc. Suelen estar representados en cerámica en los jardines de algunas casas, predominando así en los Estados Unidos de Ámerica.

La etimología del término no es clara. Para algunos proviene de la raíz griega gnosein, que significa ‘conocer’. Para otros, derivaría del griego genomós, que quiere decir ‘terrestre’.
Probablemente la palabra gnomo procede de una simple mala traducción en la que se unen la raíz del latín medieval gnomus y el verbo griego «conocer». También se deriva o es una equivocada traducción de una palabra griega que significa «del mar» o «procedente del mar», podría muy bien pensarse que significaba «de la tierra». De todos modos, el nombre resultante se empleó probablemente referido a una raza de gente menuda que se encuentra en las más remotas regiones del Hemisferio Norte y singularmente en los Montes Cárpatos. Estas gentes, hace ya muchos siglos, solían minar las canteras rocosas de las montañas y de ahí que la leyenda popular pudiera decir de ellas que en realidad habitaban en las entrañas de la tierra más bien que a la manera de los enanos o los aldaboneros. También se dice que estaban íntimamente relacionados con los lugares donde hay metales y piedras preciosas.
Sin embargo, es probable que la teoría más verosímil sea la de que la palabra gnomo vino a ser empleada en el idioma inglés a través de los escritos de Paracelso, el alquimista suizo del siglo XVI. A Paracelso se le ha considerado diversamente como un sabio, un mago y un pícaro, pero evidentemente al hombre no le cabía duda sobre sus facultades, pues se llamaba a sí mismo Paracelso para proclamar su superioridad sobre Aulius Cornelius Celsus, el autor de De medicina. Una de las obras de Paracelso, Liber de numphis, sylphis, pygmaeis et salamandris et caeteribus spiritibus, expone la teoría de la existencia de cuatro seres espirituales: los silfos del aire, las salamandras del fuego, las ninfas del agua y los pigmeos de la tierra. Como escribía en latín, también denominaba a los pigmeos «gnomi», cuyo singular es «gnomus». Los «gnomo» de Paracelso podían desplazarse libremente por la tierra como los peces por el agua o los pájaros por el aire. Sin embargo, se desconoce si él mismo creó la palabra gnomo o sencillamente la tomó de los escritos de un autor anterior.

La leyenda de los gnomos nació de la fantasía de los cabalistas hebreos.
El término gnomus (en latín medieval) fue utilizado por el alquimista suizo Paracelso en su Líber de nymphis, sylphis, pygmaeis et salamdris, et de caeteribues spiritibus (de 1566).
Los gnomos poseían la presciencia, conocían los secretos de la Tierra y eran el alma de ésta. Los cabalistas aseguraban que el aire, la tierra, el agua y el fuego se agitaban merced a los seres invisibles que animaban estos elementos. Según los cabalistas, el dios hebreo Yahvé asignó el imperio del fuego a la salamandra, el del aire a los silfos, el del agua a las ondinas y el de la tierra ―no en la superficie sino en el interior― a los gnomos. Estos moraban en las figuras metálicas del globo, en el interior de las grutas, llenas de estalactitas de maravilloso efecto. Eran los guardianes de las minas de oro y plata.
Los gnomos, aunque no pertenecen propiamente a la mitología sino a la superstición, recuerdan a los telquines y a los cabiros, genios que representan el trabajo en los metales adorados por los griegos en localidades de naturaleza volcánica. Sin embargo, los mitólogos nada han dicho hasta ahora que sepamos de que pudiese haber relación entre esos personajes míticos de Grecia y los gnomos. Estos se repartieron con la filosofía pitagórica por todo el globo y aunque sufrieron varias modificaciones, según se fueron acomodando a las distintas culturas de los pueblos, siempre conservaron el carácter de dueños del imperio de la tierra y de guardianes de sus minas. La estatura de estos pequeños genios iba en progresión descendente hasta la más diminuta.

Los gnomos del bosque: son los más comunes. Viven en los bosques ayudando a todos los animales, usan una túnica azul que les llegan hasta las rodillas, un pantalón del mismo color con tirantes y un gorro rojo grande y puntiagudo que nunca se quitan, ya que sin gorro no es un gnomo, ellos mismos lo dicen. El sexo femenino usa una túnica de colores verde y blanco que le llega hasta la cintura, una falda de color verde y un gorro verde grande y puntiagudo; si se casan usan un pañuelo que le cubre el pelo, si no están casadas usan el pelo suelto.
Gnomos siberiano: son los más altos de todos los gnomos, usa ropas abrigadas y es más malhumorado.
Gnomos de las selvas: son los más pequeños, tienen la piel tostada y está semidesnudo por el calor. Usa un arco y flechas para alcanzar las frutas de los árboles.
Existen cuatro más, iguales al gnomo del bosque, pero con algunas diferencias:
Gnomos de los desiertos: se diferencian en que son un poco más altos y los colores de sus prendas son más claros.
Gnomos de las granjas: ayudan a los animales de la granja.
Gnomos de los jardines: ayudan a crecer las plantas.
Gnomo de las casas: le gusta vivir en casas grandes y amplias, prefiriendo los sótanos por encontrarse allí más tranquilo. Repara todo lo roto.

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