Entre el gran número de especies animales que configuran la Naturaleza, hay algunas muy curiosas y que presentan parentescos insospechados. Éste es el caso del okapi, pariente vivo más cercano a la jirafa, aunque, a diferencia de ésta, su cuello es más parecido al de un caballo.
El okapi se halla en el norte de la República del Congo. Es un animal solitario que vive unos treinta años y, curiosamente, en edad adulta suelen ser silenciosos, aunque poseen un amplio repertorio de sonidos. Tan sólo los emiten cuando buscan aparearse. En este sentido, sus embarazos duran quince meses y paren una única cría que, si es hembra, precisará dos años para desarrollarse mientras que, si es macho, tardará un poco más.
Como la jirafa, es un ungulado herbívoro y rumiante y -según algunos científicos- se asemeja más que aquélla a los primeros jiráfidos aparecidos en el Mioceno, es decir, que sería anterior a ella.
Hasta 1890 se ignoraba su existencia. Fue descubierta por el explorador Harry Johnson. Su población actual se estima entre diez mil y veinte mil unidades, por lo que está catalogada como especie en peligro de extinción. No obstante, su cuidado es muy difícil ya que resulta muy complejo localizarlos –de hecho, durante cincuenta años, no se avistó ningún ejemplar.
Como decíamos, se trata de un animal herbívoro, pero presenta una curiosidad: algunas de las plantas que ingiere sin que le causen ningún trastorno son venenosas para el ser humano.
Por otra parte, su aspecto es similar a una cebra, sobre todo porque su pelo presenta rayas en los glúteos, aunque en el resto del cuerpo es rojizo. Mide unos dos metros de longitud y uno y medio de altura y su peso aproximado es de doscientos cincuenta kilos.
Donde realmente se aprecia su parentesco con la jirafa es en la cabeza. Como ésta, tiene dos pequeños cuernos recubiertos de pelo y sin utilidad aparente y una lengua prensil muy larga que le permite introducirse las hojas en la boca. Su modo de caminar es, igualmente muy similar al de la jirafa, moviendo simultáneamente las patas trasera y delantera del mismo lado, en vez de alternarlas como hacen otros ungulados.
El mayor enemigo del okapi es el leopardo, del que huye gracias a su sentido más desarrollado, el olfato, que le permite saber que se aproxima desde largas distancias y así ponerse a salvo en lo más espeso de la selva.
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