EL CLIMA

viernes, 12 de agosto de 2011

UN BARCO HISTORICO





GRAF ZEPPELIN
Ni un solo portaaviones alemán tomó parte en batalla naval alguna durante la Segunda Guerra Mundial. Todas las grandes potencias que intervinieron en el conflicto utilizaron este tipo de navíos, a excepción de la Alemania nazi. Pero que no llegase a entrar en combate no quiere decir que Alemania no hubiera construido ninguno.

Hitler puso en combate cientos de U-Boats, acorazados, cruceros y destructores, pero en sus planes también entraba construir un total de cuatro portaaviones, y uno de ellos estuvo muy cerca de ser terminado.



Su nombre fue el KMS Graf Zeppelin y aunque se inició en diciembre de 1938, casi un año antes del comienzo de la guerra, nunca estuvo totalmente completado. Retrasos en la construcción, la falta de aeronaves, y amargas controversias entre Herman Goering, comandante de la Luftwaffe, asegurando que el buque estaba condenado a convertirse en chatarra, y la Armada, que defendía su construcción, hicieron que el proyecto no se finalizase.

Hitler ya había prometido a la Marina alemana (la Kriegsmarine) un portaaviones en 1935, pero no fue hasta finales de 1936 cuando se comenzó con la construcción del primero de los cuatro que Alemania pensaba fabricar en nueve años. El ambicioso programa de fabricación de este tipo de navíos fue llamado Plan Z, al cargo del cual estaba el Gran Almirante Erich Raeder. En una revisión del plan de 1939 el número de buques a construir se reduciría a solamente dos. Sería la primera decepción del Plan Z, pero no la única.

El 28 de diciembre de 1936, veinte días después del lanzamiento del Gneisenau, fue puesta la quilla en la Rampa I del astillero de Kiel y dos años después, el 8 de diciembre de 1938, todavía sin terminar el Graf Zeppelin fue botado.
El buque contaba con 4 turbinas a vapor con una potencia total de 200.000 HP. Tenía 262.5 metros de eslora 31.5 metros de manga. La cubierta de vuelo medía 244 metros y utilizaba dos catapultas de aire comprimido que permitirían poner en el aire 8 aviones en 3,5 minutos. Para que todo funcionara haría falta una tripulación de 1760 personas.
Aunque en comparación con los grandes portaviones norteamericanos de la clase Essex su tamaño era discreto, el proyecto ilusionaba enormemente a la Kriegsmarine.



La actitud de Hitler hacia el proyecto fue, en cambio, vacilante y nunca contó con su apoyo pleno. Además existía un detractor de enorme peso, Goering, que veía con malos ojos cualquier incursión sobre su autoridad como jefe de la fuerza aérea del país. No le gustaba la idea de que la Kriegsmarine poseyera aviones propios que escapasen a su control.


No obstante Hitler había ordenado a Goering desarrollar aviones para el barco. La respuesta de este sería ofrecer versiones rediseñadas del ya entonces anticuado bombardero Stuka JU-87 y del caza Messerschmitt 109. Ambos aeroplanos distaban mucho de ser adecuados para despegar y aterrizar en un portaaviones e incluso después de varias modificaciones los aparatos eran claramente inferiores a los que poseían los aliados.


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