En un principio el orgullo puede ser positivo, algo que nos estimule a salir de la crisis, a tirar hacia adelante cuando se nos trata injustamente, a no dejarnos vencer, a no ceder y a progresar en la vida…
Pero también puede llegar a ser malo, perjudicial para nuestras vidas. Puede llevarnos a no aceptar cambios y mejoras, e incluso al aislamiento, cerrándonos puertas en la vida. Ese orgullo, el tóxico, es el que debemos desechar de nuestra vida.
Según la Real Academia Española; “orgullo” es la arrogancia, vanidad o estimación inapropiada. Su acepción negativa está vinculada con el terreno religioso, donde se dice que un ser orgulloso se aleja del camino de Dios. Como se asocia al orgullo con la soberbia, para la Iglesia Católica sería uno de los 7 pecados capitales. Recordemos que “pecado” en su origen significa “error”; por lo tanto el orgullo es un error capital, un gran error en nuestro accionar que oculta nuestras debilidades, disfrazadas de grandezas, y que tiende a hacernos creer que el tamaño de nuestra sombra es el valor que tenemos; cuando en realidad somos muy pequeños.
Este orgullo tóxico es el que impulsa a muchas mujeres a seguir adelante frente a grandes desilusiones, traiciones y golpes en la vida. Es la que las estimula en el proceso de las separaciones, divorcios o a tomar la decisión de terminar con sus parejas.
Es la adrenalina eficaz para luchar contra viento y marea, para no bajar los brazos, para no ceder, para no abdicar.
Pero a veces juega en contra; tanta euforia, tanta urgencia de libertad, tanta carencia; las sitúa en punto casi estratégico en el que a la hora de negociar no salen airosas.Demasiada emocionalidad las enceguece, y pierden batallas a la hora de negociar.
¿Para qué? Para demostrarle a quien las lastimó que ellas pueden seguir igual la vida, y que solas están mejor. Pero demostrar, ¿Para qué? ¿Para qué seguir cultivando la aprobación del afuera?
¿No has tenido bastante con el desprecio, la humillación, la mentira? ¿Para tener que seguir mostrando que tú eres grande, valiente, que tú puedes encauzar tu vida?
Nadie necesita más que tú misma saber que puedes lograrlo. Pero no busques en tus intentos “demostrar nada,” tu valor por la vida debe ser para ti misma, y no para vengar pasados imperfectos.
Abandona el orgullo que intoxica tu vida; batalla tras tus sueños, y aprende a exigir lo que te corresponde; no renuncies a lo que mereces “por un falso orgullo”; reconoce que en ti está todo el potencial para volver a sonreír, y deja atrás lo que no se puede cambiar.
El orgullo en primera instancia puede ser un combustible, pero luego se transformará en un ácido que corroe tu alma, y tus nobles sentimientos; y te aleja del verdadero poder que tienes.
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