EL CLIMA

martes, 28 de diciembre de 2010

DE MUSULMANES



La shahada o profesión de fe (شهادة [šahāda], ‘testimonio’) es el primero y más importante de los pilares del islam. Condensa lo esencial de la doctrina islámica en la breve frase «no hay más divinidad que Aláh y Mohammad es el mensajero de alah» (traducida a menudo al castellano erróneamente como «no hay más dios que Alá y Mahoma es su profeta»), lema del islam que aparece en multitud de motivos decorativos, enseñas y banderas (como por ejemplo la de Arabia Saudita).
La profesión de fe propiamente dicha, es decir, la fórmula ritual mediante la que una persona profesa su adhesión al islam es una frase algo más larga, pronunciada siempre en árabe, que incluye la anterior y dice:

اشهد أَنَّ لا إله إلا ألله وأَن محمدا رسول الله
Ašhādu anna lā ilāha illā [A]llâhu wa anna Muhammadan rasūlu l-lâh
‘Doy fe de que no hay más divinidad que Dios y Mohammad es el mensajero de Dios.

Mediante esta fórmula el musulmán proclama la unidad y la unicidad divinas. La unidad, porque declara que hay una única divinidad. La unicidad, porque declara que dicha divinidad es esencialmente una, es decir, que no tiene asociadas otras figuras divinas. La unidad divina marca la distancia respecto al politeísmo, mayoritario en la Arabia preislámica pero presente para muchos musulmanes, mientras que el concepto de unicidad o tawhid, que es central en el islam, marca la distancia respecto a creencias como el de la Trinidad cristiana.

Esta afirmación acompaña a los musulmanes durante toda su vida. Se susurra al oído de los recién nacidos, y a los moribundos se les ayuda a pronunciarla. El dedo índice apuntando al cielo es el gesto que acompaña o incluso sustituye a la shahada.

La creencia sincera en la shahada basta para ser considerado musulmán. Su pronunciación ante testigos, tras una ablución, constituye todo el ritual necesario para convertise al islam. Sin embargo, de acuerdo con la doctrina islámica, por sí sola no basta para conducir al creyente al Paraíso: para ello es necesario el cumplimiento de las obligaciones de los otros cuatro pilares.

La oración o azalá (صلاة [ṣalāt], ‘plegaria, acto de devoción’) es el segundo pilar del islam. Cada musulmán debe rezar cinco veces al día en dirección a La Meca.

Antes de rezar, el musulmán debe efectuar las abluciones. La ablución menor, que es la habitual, consiste en el lavado de cara, manos, cabeza y pies. La ablución mayor, requerida en algunos casos, consiste en el lavado completo del cuerpo. Las mezquitas tienen un lugar, generalmente un patio, donde realizar este lavado ritual. En caso de no disponer de agua, puede practicarse la llamada «ablución seca», frotándose con arena limpia.

No es necesario efectuar el rezo en la mezquita, pues el islam considera toda la tierra igualmente sagrada. Se acude a la mezquita cuando se quiere realizar la oración colectivamente, sobre todo los viernes y en determinadas fechas señaladas. Para rezar los musulmanes se descalzan y, sobre todo fuera de las mezquitas, se sitúan sobre una alfombrilla especial o un trozo de tela u otro material que la sustituya.

La oración se hace en dirección a La Meca, centro espiritual del islam, y dentro de ésta hacia la Kaaba, templete situado en el centro de la mezquita mayor de la ciudad. La dirección hacia la cual se mira al rezar se llama en árabe al qibla (قبلة), palabra que ha dado el castellano «alquibla». En las mezquitas una hornacina indica la dirección de la Meca, y fuera de ésta el creyente tiene que buscar la dirección aproximada guiándose por los puntos cardinales. En los primeros tiempos del islam, todavía en vida de Mahoma, se rezaba mirando hacia Jerusalén.

La oración consiste en la recitación de determinadas fórmulas y versículos del Corán, acompañada de una serie de inclinaciones.

A continuación se describen las oraciones diarias, con las indicaciones tradicionales para saber cuándo deben hacerse. La mayoría de los musulmanes, sin embargo, se guían por las llamadas a la oración que se hacen desde las mezquitas. Suelen editarse también calendarios que indican las horas propicias para efectuar las oraciones cada día del año en función del lugar donde el musulmán se encuentre.

  • Oración del alba (فجر o صبح faǧr' o subh): se hace en el momento de transición entre la noche y el día.
  • Oración del mediodía (ظهر zuhr): se hace antes de que el sol haya recorrido la mitad del camino que separa el cénit del poniente.
  • Oración de la tarde (عصر 'asr): en la segunda mitad de la tarde. Se toma como referencia el color del sol: debe hacerse antes de que el astro adquiera un tono anaranjado.
  • Oración de la puesta de sol (مغرب magrib): poco después del ocaso.
  • Oración de la noche (عشاء isha): durante la noche cerrada, al menos una hora y media después de la puesta de sol.

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