Ante una separación se pueden elegir dos caminos principales, afrontarla o hacer todo lo posible para no pasar el duelo.Como a ninguno nos gusta sufrir y entendemos que pasar un duelo implica dolor y sufrimiento, muchas veces la cabeza se niega a vivir esas situaciones por evitar sentimientos desagradables, pero esa no es la mejor solución ya que lo único que hace es enterrarlo en los más profundo del cerebro y eso no es solución porque antes o después saldrá a flote, ya que no se supera el proceso de duelo normal y necesario en estos casos para poder seguir evolucionando y avanzando. No sólo no hemos aprendido nada sino que estamos creando sin quererlo, muchos más problemas de los que pudiéramos tener antes. Tenemos que ver que el dolor emocional, el dolor del alma no deja de ser una herida que se debe cuidar y ayudar a cicatrizar, nunca poner una venda, taparla y olvidarnos de ella, porque esa herida no se olvidará de nosotros e incluso terminará infectándose y será peor el remedio que la enfermedad. Así que procura darle los cuidados que necesita.Una buena cura, como ya hemos comentado, es hablar, contar lo que está ocurriendo, cómo te sientes, lo que quieres y lo que no. Muchas veces hasta que no verbalizamos no nos damos cuenta de punto que posiblemente ni nosotros hemos caído en la cuenta. Cuantas veces nos hemos sorprendido a nosotros mismos al escucharnos decir algo que ni nos imaginábamos que lo tuviéramos dentro de la cabeza. Algo positivo es sacar todas las emociones dolorosas fuera, cuanto más las hablemos, demostremos…más fácil será que no se nos enquisten y no se originen traumas, por ello si necesitamos llorar, patalear, hablar…lo que sea que nos pueda ayudar a expulsar ese dolor, más rápido y positivo será nuestro duelo. Debemos dejar a un lado la idea preconcebida de pérdida que se asocia a las rupturas ya que no es del todo así, lleva consigo muchas cosas positivas, que es lo que tenemos que aprender a ver. Perdemos algo y ganamos otras cosas, aprendemos de las situaciones vividas y siempre tendremos una marquita en nuestro interior de aquello que pasó, pero llegará un momento que no duela y pase a ser parte de nosotros informándonos de lo que hemos aprendido de aquel momento. Estas rupturas, duelos, separaciones son las responsables de moldearnos, de hacernos más fuertes y de abrirnos nuevos horizontes, de pasar a otra etapa en nuestra vida que se compone de montones de ellas, así que cuanto más positivo lo veas mejores resultados tendrás.
Si el mayor problema de las separaciones o rupturas son los vínculos que se crean, vamos a ver que se puede hacer para que podamos llevarlo todo de una forma más liviana.Nuestro mecanismo de unión hacia las personas y las cosas es por medio de vínculos, la mayoría de ellos y los más difíciles de llevar son los afectivos. Aunque un vínculo se mantenga durante toda nuestra vida, no siempre será fijo sino que irá modificando al paso del tiempo y según las circunstancias que se vivan y como evolucionemos. Así por ejemplo si teníamos una relación desde la infancia con un compañero del colegio y la continuamos en nuestros días lo más seguro es que esos vínculos junto con la relación, haya variado ya que hemos pasado por la infancia, por la adolescencia y estaremos en la madurez. Podemos hacer un análisis por encima de la historia de esta relación y nos daremos cuenta de esa variación, es decir, los vínculos se van acomodando a nuestras variaciones. Estas variaciones no necesariamente son las correctas pero las realizamos.El primer paso de la separación es el duelo, que suele ir acompañado de dolor, sufrimiento, de un estado de confusión donde no entendemos qué es lo que ha podido ocurrir para que sucediera esto, aparece un sentimiento de frustración, vacío, baja la autoestima…en general un caos de sentimientos que normalmente solo aportan negatividad. Pero cuando van pasando los días es como que la situación se va normalizando, nos vamos acostumbrando a ella y todos los sentimientos anteriores van difuminándose, a su vez vamos adquiriendo recursos personales que hacen que vayamos entendiendo la situación, que van abriendo el camino que nos lleva a comprender y asimilar lo ocurrido, es decir, empieza el cambio, la nueva etapa. Aunque no debemos descuidar mucho ya que cuando menos lo esperemos la herida producida por la pérdida puede volver a abrirse en cualquier momento. Hay veces, la más, que las separaciones se ven venir de lejos, este momento es idóneo para hablarlo con nuestros amigos, familiares o seres queridos. El hablar, el comunicar nuestro dolor es la mejor terapia que se puede seguir en este caso. Al igual que si la ruptura ya ha pasado también es bueno hablarlo, de este modo podremos facilitar la elaboración del duelo. Lo peor que se puede hacer es interiorizarlo y no dejar salir esos sentimientos ya que lo que estaremos haciendo será enquistarlo y el dolor puede llegar a ser insoportable y muy duradero.
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