AMOR MATERNO
Acerca del mito del amor materno.
Cuando reflexionamos acerca del amor materno lo habitual es considerarlo como parte de un sentimiento, impulso natural a amar y proteger a un niño, generalmente un hijo, a veces se lo atribuye a la mujer más que a los hombres. Esta condición o rasgo es percibida en nuestra cultura como un hecho natural por ello, inevitable e inmodificable. Es una experiencia impactante para muchos ponerse a reflexionar sobre nuestras propias contradicciones y tematizar la cuestión del amor materno.
Relato de una experiencia de Taller realizado con docentes de Nivel Inicial
Resulta interesante comentar el trabajo que vengo realizando con docentes para tratar el tema de las necesidades emocionales de los niños en su temprana infancia y el rol de la maestra. El trabajo consiste en una actividad de taller para indagar las ideas espontáneas que los participantes tienen acerca del vínculo madre-hijo. El propósito es comenzar a desmitificar algunas certezas que gobiernas nuestras acciones.
En primer lugar se pide a los grupos que intenten definir qué significa la expresión "amor materno o instinto materno" en nuestro lenguaje cotidiano, a qué nos referimos cuando hablamos de "amor materno". Aparecen entonces las significaciones habituales que por tan habituales se conciben como hechos naturales. Por ejemplo la gente acuerda en que esta expresión alude a una condición propia de la mujer para cuidar de sus hijos, es el impulso a amar a los niños en general, para algunos es extensivo a los hombres, padres, para otros se generaliza en un rasgo que se refiere a cualquiera dispuesto a proteger o entablar un lazo afectivo con otra persona más débil, etc.
Luego se propone que el grupo discuta si estas significaciones atribuidas se consideran un rasgo "natural", "innato" o "instintivo". Surgen entonces respuestas en las cuales conviven casi sin conflicto afirmaciones contrapuestas. Dicen que se trata de una conducta instintiva pero que puede modificarse por factores externos. Sostienen que es un hecho natural, un impulso, una capacidad pero que no siempre se desarrolla, que depende de factores externos. A partir de estas conclusiones formulamos la pregunta: si algo instintivo puede estar afectado, modificado por factores externos. La confusión que surge en este punto da cuenta de un fenómeno por el cual las concepciones construidas se instalan como verdades universales unívocas. La actividad del Taller permite ir develando algunas verdades que sostenemos sin mediar una reflexión sobre el tema.
Al finalizar propongo revisar nuestras afirmaciones para dar cuenta de la convivencia de concepciones contradictorias utilizando un recorte periodístico en el cual Juan Carlos Volnovich (1993), en una entrevista realizada por el diario Página 12, aclara muy bien esta cuestión del mito del amor materno y cómo su surgimiento está ligado a un momento socio-histórico.
"El instinto materno - explica Volnovich - es un mito de la modernidad. Como las madres no criaban a sus hijos, la mortalidad infantil estaba en estrecha relación con la dificultad para encontrarles nodrizas o con la incompetencias de ellas. Según Elizabeth Badinter en su libro "Existe el amor maternal", de los 21 mil niños nacidos en 1780 en París, sólo mil permanecieron con sus madres; otros mil, de familias acaudaladas, fueron amamantados por nodrizas en la casa paterna, y los 19 mil niños restantes fueron entregados, desde el momento mismo del nacimiento, a nodrizas a sueldo que los criaban en el campo. Un 90 por ciento de ellos no pasó el primer año. Las estadísticas de la época consignan que hasta casi fines del 1700, eran muchos los niños que morían sin haber conocido la mirada de su madre.
El mito del amor maternal es en este sentido, un intento de contención de ese infanticidio que estaba despoblando Europa. No es casual: de esa época datan los primeros censos, y ellos permiten comprobar que la Europa que necesita soldados para las guerras imperiales y colonizadores para poblar las colonias, se está quedando vacía. A partir de 1760, empiezan a aparecer en Francia publicaciones que aconsejan a las madres la atención personal de los bebés.
Eso que hoy conocemos, padecemos y disfrutamos como algo "instintivo", "natural", "incondicional", no tiene nada de instintivo: es una construcción social que surge de esa época, e identifica a la mujer con su función de madres, a partir de discursos económicos, filosóficos, y fundamentalmente ideológicos, como el de Rousseau. Las dulzuras de la maternidad fueron objeto de una exaltación infinita; ser madre devino así en un deber impuesto, pero también en la actividad más envidiable y gratificante que podía esperar una mujer" (Volnovich, 1993)
Más allá de que el deseo de amar a un hijo sea un hecho "natural" o "cultural", el amor materno se instala en el presente como un imperativo en la medida en que transitamos un momento histórico en el cual concebimos al niño como un ser necesitado de afecto y cuidados maternales. Sin duda, los aportes de la psicología del niño y del psicoanálisis han operado una transformación en los discursos acerca del niño para que esta concepción se legitime. Pero, ¿en qué medida se ha operado una transformación en las prácticas sociales y en las relaciones que se establecen con los niños?
Veamos lo que aportan los historiadores de la infancia ya que conocer el pasado puede ayudarnos a identificar en el presente aquello que aún persiste.
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