En Egipto, el espacio urbano se estructuraba teniendo en cuenta la orientación de los puntos cardinales en dos ejes, Norte-Sur (paralelo al Nilo) y Este-Oeste (el trayecto solar). La ciudad egipcia plantea una organización espacial con arreglo a un orden jerárquico, situando en el centro urbano los templos y palacios. Las calles y los barrios se disponen dentro de una red octogonal donde el agua adquiere un especial protagonismo dentro de la escena urbana.
Al Este del Nilo la ciudad presentaba su mayor actividad. Los egipcios interpretaban, en su cosmovisión, el trayecto del sol como una metáfora del ciclo de la vida. El amanecer, y toda la tierra al Este del Nilo representan al nacimiento, a la vida. El atardecer, y las tierras al Oeste del río, al ocaso de la vida, la muerte. La necrópolis, las pirámides, el valle de los reyes, todos se encuentran al Oeste.
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Los godos poseían una fuerte organización dinástica que les permitió adquirir una capacidad de choque y una penetración mayor que las demás tribus germánicas de la época, invadieron Dacia y se asentaron en ella a pesar de haber sido derrotados en el 214 por el Emperador Caracalla.
El contacto con el Imperio romano prontamente introdujo cierta civilización en las tribus góticas, sobre todo en las orientales (ostrogodos), muchos de cuyos miembros decidieron integrarse en las legiones imperiales como voluntarios.
Sin embargo, la presión hostil en los confines del imperio se hizo cada vez más fuerte por obra de los visigodos, siendo una de sus causas el explosivo aumento poblacional de los bárbaros y el simultáneo ocaso de la capacidad militar del imperio. Hacia el año 247, los visigodos completaron la ocupación y conquista de Dacia, venciendo y asesinando al emperador Decio en la batalla de Attrio. Al mismo tiempo comenzaron con la invasión de los Balcanes hacia Bizancio, por una parte, y la de Italia y Panonia, por otra.
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La única nota histórica sobre el uso de la polea se debe a Plutarco, quien en su obra Vidas paralelas (c. 100 a. C.) relata que Arquímedes, en carta al rey Hierón de Siracusa, a quien lo unía gran amistad, afirmó que con una fuerza dada podía mover cualquier peso e incluso se jactó de que si existiera otra Tierra, yendo a ella podría mover ésta. Hierón, asombrado, solicitó a Arquímedes que realizara una demostración.
Acordaron que el objeto a mover fuera un barco de la armada del rey, ya que Hierón creía que este no podría sacarse de la dársena y llevarse a dique seco sin el empleo de un gran esfuerzo y numerosos hombres. Según relata Plutarco, tras cargar el barco con muchos pasajeros y con las bodegas repletas, Arquímedes se sentó a cierta distancia y tirando de la cuerda alzó sin gran esfuerzo el barco, sacándolo del agua tan derecho y estable como si aún permaneciera en el mar
La primera versión musical del malambo fue publicada por Ventura Lynch en 1883.
Lo esencial de la música del malambo es un esquema rítmico de seis unidades por compás.
En un principio el instrumento típicamente utilizado para el malambo fue -y sigue siendo- la guitarra. Al expandirse por la Argentina el malambo incorporó otros instrumentos según la región. En el norte argentino se incorporó el bombo, instrumento de percusión; en la zona del Litoral es muy popular el «fuelle» (bandoneón o acordeón); en la zona chaqueña y Cuyo el violín es muy estimado. Actualmente las diferencias de regiones casi no son tenidas en cuenta, generalizándose el uso de instrumentos en todo el país, incluyéndose otros como la quena y la flauta.
Con respecto a la guitarra, el rasgueo criollo puede utilizar el punto clásico por instantes pero generalmente obtiene el sonido por su especial manera de punteo, el que se alterna con rasgueos según el gusto del músico.
Una manera clásica de tocar es colocando sobre las cuerdas la mano cerrada, el puño se aplica a la cuerda no a la yema sino al revés la uña la primera falange, y la aplicación varía desde el deslizamiento pleno, de frente hasta el de perfil.
Sin embargo esta forma no es la única, se utiliza música de zambas, chacareras, gatos, para otorgar mayor diversidad a la monótona música del malambo
El origen de las diferentes lenguas en la especie humana ha sido un tema debatido por varios eruditos a través de los siglos. De hecho en el siglo XIX el debate llegó a ser tan enconado, persistente y repetitivo que en 1866 la Sociedad Lingüística de París decidió prohibir el tema aludiendo que todas las teorías al respecto eran tan contradictorias entre sí que jamás se podría llegar a un acuerdo. Así, el problema del origen del lenguaje quedó suspendido por casi un siglo, siendo luego revivido con la esperanza de que los avances en genética, psicología evolutiva, lingüística y antropología fueran capaces de dar una respuesta. Si bien en el siglo XIX, la discusiones fueron meramente especulativas, por falta de evidencias científicas sólidas, los avances en genética, lingüística comparativa y otras áreas hicieron resurgir el debate en el siglo XX sobre bases más sólidas. A pesar de esto, dentro del estudio de la Lingüística histórica, no existe un consenso sobre el origen filogenético de las lenguas y la antigüedad de las familias lingüísticas. Los métodos de reconstrucción lingüística a partir del léxico, la estructura y forma actual que presentan las diferentes lenguas, pierde fiabilidad a medida que tratamos de reconstruir estadios más antiguos y se estima que para profundidades de más de 5 o 6 milenios, es imposible reconstruir los rasgos esenciales de una protolengua.
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