Princesita rubia de marfil
dueña de mi sueño juvenil,
la que pregonando flores
un día de abril,
recuerdo por las calles de París.
Una rosa roja para usted,
roja como el ansia de querer,
rosas y claveles blancos,
blancos de ilusión
y sigue la princesa su pregón.
Un cariño y un clavel
para el ojal, para el querer.
El clavel es de ilusión,
mi corazón rojo punzó.
Y la tarde fue muriendo,
y el pregón me va siguiendo.
Un cariñito y un clavel,
sólo el clavel, lo que quedó.
Princesita rubia de marfil,
dónde fue tu risa tan sutil,
junto con tus flores muertas
muere mi ilusión.
Y escucho el eco tenue de tu voz.
Es como un susurro sin cesar,
que va despertando mi ansiedad,
es mi fantasía loca
que vuelve a soñar.
De nuevo soy feliz con tu cantar.
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