EL CLIMA

martes, 30 de octubre de 2012

ODISEAS GRECO ROMANAS POLIFEMO




















En la mitología griega, Polifemo (en griego antiguo Πολύφημος Polyphêmos, ‘de muchas palabras’) es el más famoso de los cíclopes, hijo de Poseidon y la ninfa Toosa. Se le suele representar como un gigante barbudo con un solo ojo en la frente y las orejas puntiagudas de un sátiro.

En el canto IX de la Odisea de Homero, una partida de reconocimiento encabezada por Odiseo, un héroe de la Guerra de Troya, llegó a la isla de los Cíclopes y se aventuró en una gran cueva. En ella entraron y empezaron a darse un banquete con la comida que allí había. No sabían que dicha cueva era el hogar de Polifemo, quien pronto se topó con los intrusos y los encerró en ella. Entonces empezó a devorar a varios de ellos, pero Odiseo urdió un astuto plan para escapar.
Para hacer que Polifemo se confiase, Odiseo le dio un barril lleno de vino muy fuerte sin aguar. Cuando Polifemo le preguntó su nombre, Odiseo le dijo que se llamaba ουτις outis, un nombre que puede traducirse como «Ningún hombre» o «Nadie». Cuando el gigante, borracho, cayó dormido, Odiseo y sus hombres tomaron una lanza fraguada y la clavaron en el único ojo de Polifemo. Éste empezó a gritar a los demás cíclopes que «Nadie» le había herido, por lo que entendieron que Polifemo se había vuelto loco, llegaron a la conclusión de que le había maldecido un dios, y por tanto no intervinieron. Por la mañana, Odiseo ató a sus hombres y a sí mismo al vientre de las ovejas de Polifemo. Cuando el cíclope llevó a las ovejas a pastar, palpó sus lomos para asegurarse de que los hombres no las montaban, pues al estar ciego no podía verlos. Pero no palpó sus vientres, así huyeron los hombres.


Odiseo escapa de la cueva de Polifemo. Cerámica de figuras negras c. 500 a. C.
Cuando las ovejas (y los hombres) ya estaban fuera, Polifemo advirtió que los hombres ya no estaban en su cueva. Cuando se alejaban navegando, Odiseo gritó a Polifemo jactándose de que «¡No te hirió nadie, sino Odiseo!» Desafortunadamente, no sabía que Polifemo era hijo de Poseidón. Polifemo lanzó entonces una maldición sobre Odiseo, junto con una pesada roca que cayó tras el barco; debido a esto, Poseidón causó gran cantidad de problemas a Odiseo durante todo el resto de su viaje.

La historia de la tragedia romántica de Acis y Galatea ha sido continuada en la literatura y música occidentales. Así, por ejemplo, en la literatura española el poeta barroco Luis Carrillo y Sotomayor es autor de la Fábula de Acis y Galatea. Pero, sin duda, la versión más conocida es la que escribiera Luis de Góngora y Argote, Fábula de Polifemo y Galatea, que tuvo diversas continuaciones burlescas y a lo divino.2 Por último, Georg Friedrich Händel estrenó en 1718 la ópera Acis y Galatea, con un libreto de John Gay, Alexander Pope y John Hughes.
La presencia del personaje de Polifemo más allá de la Odisea está atestiguada en otros géneros de mayor brevedad que aquel al que pertenece la obra homérica. Entre otros ejemplos, están un ditirambo de Filóxeno de Citera, un epigrama de Calímaco, un diálogo cómico de Luciano, un drama satírico de Eurípides, etc. Especialmente importantes para el poema de Góngora, son dos composiciones del escritor siciliano Teócrito (ca. 300-260 a. C.) y el tratamiento del asunto por parte de Ovidio en sus Metamorfosis, responsable de la innovación de introducir el personaje de Acis.
Más próximos en el tiempo a Góngora, resultan importantes los escritores italianos del humanismo Giovanni Gioviano Pontano (que destaca por la introducción de matices sensuales en la historia), Giovan Battista Marino (que se planteó el problema de la independencia de la formas estrófica empleada en relación al poema como un todo) y Tommaso Stigliani (inspirador de una amplificación, estrofas de la LV a la LVIII, utilizada por Góngora en su poema), de cuyas recreaciones del mito pudo hacer una lectura atenta el poeta español.
Igualmente, son relevantes las traducciones hechas de los textos griegos que tratan el mito y, por supuesto, de las citadas Metamorfosis de Ovidio, que Góngora, además de consultar en el original, pudo haber leído en las versiones de Anguillara y Sánchez de Viana.
De la comparación entre sus respectivos tratamientos, se concluye que la mayor extensión del texto gongorino se debe a la inserción de un relato nunca antes ensayado, el del proceso de enamoramiento de Acis y Galatea y la culminación sensual del mismo.

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