EL CLIMA

lunes, 22 de octubre de 2012

IMAGINERIA





La imaginería es una especialidad del arte de la escultura, dedicada a la representación plástica de temas religiosos, por lo común realista y con finalidad devocional, litúrgica, procesional o catequética. Se vincula a la Religión Católica debido al carácter icónico de la misma, por lo que la encontramos especialmente en países de cultura católica: España, Italia, Portugal,Colombia e Iberoamérica y en menor medida Francia, Canadá, Países Bajos y Austria. Así como también en Filipinas e Hispanoamérica.
La técnica más habitual es la talla en madera policromada, que busca el realismo más convincente, a veces mediante vestidos y ropajes auténticos, cabellos postizos, etc. Es menos frecuente el barro cocido, la escayola y aún en menor medida la pasta de papel. Existen incluso talleres que fabrican imágenes de serie, de muy escasa entidad artística.
Si bien la representación plástica de los misterios religiosos acompaña al Cristianismo desde sus primeros siglos, será con el arte Románico y Gótico (siglos XII-XV) donde comience la evolución de la escultura en madera o imaginería, con fin catequético. Hasta el Renacimiento tienen mucha importancia los maestros flamencos y franceses. Sin embargo a partir del Concilio de Trento (1545 - 1563) la Iglesia Católica, en respuesta a la Reforma luterana, decide potenciar las artes plásticas como medio de alcanzar la atención de los fieles, desarrollándose extraordinariamente la imaginería durante el periodo barroco en el área mediterránea, Península Ibérica y América.
Será España donde más espectacularmente se desarrolle este tipo de escultura, desde donde se extenderá a toda América Central y del Sur. Tienen mucha importancia los pasos procesionales de Semana Santa y los retablos para las iglesias y catedrales, que cobrarán una importancia espectacular por su número, dimensiones y significación en el Barroco. Las escuelas más importantes en España son:
Valladolid es su centro. Con los precedentes del siglo XVI como el francés Juan de Juni o el palentino Alonso Berruguete, se inicia una escuela tremendamente realista, que continúa Pompeyo Leoni, escultor italiano afincado en la ciudad a las órdenes de Felipe II, cuyas señas de identidad son el realismo, la talla completa, el estofado y la policromía. Dominan las composiciones de muchos personajes, de gran teatralidad, especialmente en los pasos procesionales de Semana Santa.
Ya de lleno en el Barroco, Francisco de Rincón es el que consigue hacer cuajar el nuevo estilo artístico, sobre todo con su paso procesional La elevación de la Cruz, de 1604. Fallecido de forma prematura (pese a lo cual dejó una obra importante), fue maestro de Gregorio Fernández, que dejó una obra extena a lo largo del primer tercio del siglo XVII, sobre todo en Valladolid. Del taller de éste salieron importantes discípulos que se extienden por la mitad de centuria y que difunden su estilo y a los que se les suele agrupar en sentido extricto bajo la denominación de "Escuela Castellana", como Andrés Solanes, Francisco Fermín, Francisco Díaz de Tudanca o Antonio de Rivera.
En la segunda mitad del siglo XVII coexisten otros autores como Bernardo del Rincón (nieto de Francisco de Rincón), Juan Antonio de la Peña, Juan de Ávila y Alonso de Rozas y su hijo José de Rozas.
El s. XVIII se inicia con Pedro de Ávila, aunque el máximo exponente es Luis Salvador Carmona. Otro nombre a tener en cuenta es Alejandro Carnicero, que trabajó en Salamanca y Madrid
Escuela andaluza
Con dos grandes subescuelas, y dos posibles pequeñas subescuelas:
La Escuela sevillana, representada fundamentalmente por Juan Martínez Montañés y su discípulo Juan de Mesa, en el siglo XVII, así como Pedro Roldán y su hija Luisa Roldán a comienzos del siglo XVIII.
La Escuela granadina, liderada por Alonso Cano y sus discípulos Pedro de Mena y José de Mora.
La Escuela malagueña. Podría considerarse heredera de la granadina, surgida a raíz de afincarse Pedro de Mena en la ciudad costasoleña, formada por autores como Pedro de Zayas (siglo XVII), Fernando Ortiz (siglo XVIII), y en menor medida, Salvador Gutiérrez de León (siglos XVIII y XIX) y Antonio Gutiérrez de León y Martínez (siglo XIX). Hay muchos autores anónimos que formaron parte de esta escuela.
La Escuela cordobesa, representada fundamentalmente por Juan de Mesa, en el siglo XVII, así como Alonso Gómez de Sandoval, y el escultor de Priego de Córdoba, Remigio del Mármol, en el siglo XVIII.
La Escuela andaluza se caracteriza por la suavidad en el modelado y por el uso de ropas y vestimentas para ornar las imágenes. Los pasos procesionales tienden a la figura exenta y devocional y a la riqueza ornamental.
Desde el punto de vista técnico, imágenes populares argentinas pueden clasificarse en tres grupos: imágenes de talla completa, imágenes de vestir e imágenes de talla y tela encolada. Se incluye en el primero aquellas que, talladas en madera o piedra, no necesiten de ningún aditamento posterior que las complete, como no sea el característico pintado y policromado. Las del segundo grupo son aquellas constituidas por una estructura de madera (candelero), con cabeza, manos y pies tallados en madera o modelados en pasta. El tercer grupo esta formado por aquellas imágenes en que la vestidura de tela es reemplazada por paños encolados, los cuales una vez estucados y policromados simulan a la perfección una escultura.
Además de imágenes individuales de Jesucristo, la Virgen María en sus numerosas advocaciones, santos y ángeles tradicionales, realizaron retablos, figuras para pesebres, etc.
Curiosos objetos de culto popular, como San Son, o San la Muerte tienen, en la provincia de Corrientes y otras zonas del nordeste, sus especializados imagineros, en el último caso avezados miniaturistas.

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