EL CLIMA

martes, 11 de septiembre de 2012

¿SABES LO QUE ES UN ACTA MARTYRUM?




Las Actas de los mártires o Acta martyrum son los documentos narrativos del proceso y muerte de los mártires. Las mejores ediciones son las realizadas por los bolandistas en sus obras Acta Sanctorum, Bibliotheca hagiographica latina, Bibliotheca hagiographica graeca y Bibliotheca hagiographica orientalis. El apelativo mártir (del griego martyr, testigo) se atribuyó en un principio a los Apóstoles, que fueron testigos de la vida y resurrección de Cristo (cf. Hch 1, 8) y a los primeros discípulos, que por mantener ese testimonio afrontaron la muerte;Nota 1 con el tiempo la palabra mártir pasó a significar al cristiano que da con su sangre testimonio de su fe, para posteriormente a cualquier persona muerta por sus idealesLa expresión Acta martyrum en sentido genérico, se aplica a todos los textos narrativos de la muerte de los mártires; pero posee un significado más restringido y preciso, cuando se refiere, en lenguaje técnico, a las actas oficiales del proceso y condena. Tales actas eran estenografiadas y transcritas por los oficiales de cancillería del tribunal (notarius exceptor) para ser conservadas en sus archivos; por esta relación con el tribunal del procónsul, se denominaron también «proconsulares» (Acta proconsularia). Una vez introducida esta distinción, la denominación de acta queda reservada para los procesos verbales (por ejemplo, Acta martyrum Scyllitanorum) mientras que a los restantes relatos referentes a los mártires, se aplica el nombre de passio, en todas sus diversas formas (gesta, martyrium, legenda). Semejante distinción queda igualmente justificada por la diversa finalidad y carácter de ambas clases de documentos; las acta están desprovistas de todo carácter hagiográfico, mientras que las pasiones se caracterizan por su finalidad y sentido religioso e incluso edificante. Es necesario añadir, sin embargo, que en el grupo de las acta van incluidos algunos textos, que contienen partes narrativas ajenas al proceso verbal, pero de un valor documental e histórico equivalente (Acta-Passio SS. Perpetuae et Felicitatis, por ejemplo). De todos modos el grupo de acta conservado es muy reducido, apenas una docena de fragmentos, de manera que la mayoría de los textos narrativos acerca de los mártires lo constituyen las pasiones. La escasez de actas oficiales y documentación directa ha sido objeto de polémica.
Las antiguas comunidades cristianas tuvieron un gran interés en conservar el recuerdo de sus mártires, como prueban las noticias referidas en el relato del martirio de San Policarpo (m. 156)Ref 1 , cuyo recuerdo se veneraba anualmente en Esmirna.Nota 3 San Cipriano solía recomendar a sus clérigos que tomaran nota detallada de la muerte de los mártires;Nota 4 estos valiosos testimonios son también las noticias más antiguas sobre el culto a los mártires. De acuerdo con lo que se conoce hasta hoy, no hay una idea precisa acerca del grado en que los cristianos acostumbraban a transcribir las actas del proceso; es, sin duda, muy probable que algunos de los que presenciaran el desarrollo estenografiasen su texto, del mismo modo que el notarius del tribunal, y lo entregaran a la comunidad para que se conservara en los archivos de la Iglesia. Esta hipótesis parece ser confirmada por los detalles y anotaciones que se leen en algunas acta referentes a la actitud y reacciones del juez o del mártir y que parecen interrumpir el rígido formulario del protocolo. Por otra parte no resultaba fácil para los cristianos obtener una copia de los procesos verbales que se guardaban en el archivo proconsular, por los que en ocasiones había que pagar fuertes sumas.Nota 5 No se han conservado antecedentes que permitan saber si la Iglesia de Roma, que tenía organizada una sección de notarios, asumió la iniciativa de recoger las acta de sus mártires, ni tampoco es segura la noticia de que Julio Africano realizase una tarea semejante por lo que a Roma se refiere.Nota 6 La información acerca de otras comunidades es todavía más incierta.
De todos modos, la escasez de este tipo de documentos puede explicarse en parte por la destrucción ordenada por Diocleciano en el año 303 de los libros sagrados existentes en las iglesias y que habría afectado igualmente a las acta. No existen vestigios de que las iglesias se ocupasen después de restaurar el patrimonio de los textos hagiográficos destruidos. Los acontecimientos de los siglos posteriores, como las invasiones germánicas de Occidente durante los siglos V y VI, es posible que hayan consumado la pérdida irreparable de los escritos aún conservados.

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