EL CLIMA

miércoles, 5 de septiembre de 2012

MUJERES SEXUALIDAD




VISTO EN EMOL

En el ámbito de la sexualidad, dos características que hacen distintas y únicas a las mujeres respecto de los hombres es contar con el clítoris, un órgano cuya única función es dar placer, y ser multiorgásmicas, es decir, tener un período refractario muy breve que les permite experimentar orgasmos consecutivos.

El clítoris, a diferencia del pene, no tiene otro rol más que gatillar la pulsión sexual y brindar placer, siendo mucho más sensible que el órgano sexual masculino y que cualquier otro órgano humano. La parte visible –es decir, el capuchón y el glande–, constituye el 10% de su tamaño total. En promedio, el clítoris puede alcanzar una longitud promedio de 8 centímetros (varia entre 4 y 13 centímetros), midiendo la parte visible alrededor de medio centímetro en estado de reposo y hasta 1,5 centímetro, en estado de erección.

Al clítoris llega un total de cuatro mil terminaciones nerviosas desde ambos lados del cuerpo. Es decir, este pequeño órgano exclusivo de la mujer y exclusivamente destinado al placer sexual, cuenta con ocho mil fibras nerviosas. Obviamente, más que la lengua, las orejas o los pezones. El pene, en una superficie bastante más grande, sólo cuenta con alrededor de cuatro mil a seis mil terminaciones nerviosas.

A pesar de toda esta hoy contundente evidencia, la presencia del clítoris en la historia de la sexualidad humana ha sido esquiva y errática. Por ejemplo, cuando Hipócrates creía que para engendrar hijos era necesario no sólo el esperma del hombre sino también de la mujer y que, para producirlo, se requería del orgasmo femenino, la sexualidad femenina era relevante. Pero más tarde, cuando la ciencia descubrió que el orgasmo de la mujer no tenía ningún rol en la reproducción, el clítoris perdió presencia e importancia.

El año 1553, Renato Columbus descubrió y describió este órgano pero, muy luego, su hallazgo pasó al anonimato sin pena ni gloria. Después de al menos doscientos años de silencio, en 1844 se retomó su estudio pero el año 1865, un médico ingles relacionó al clítoris con la histeria y la locura, entre otros males, propiciando la ablación del órgano para supuestamente curar tales enfermedades… Aunque fue prontamente desautorizado, la práctica que instituyó este desquiciado galeno se practicó en muchas mujeres hasta los año ’20. Ello significó que para esas mujeres, nunca hubo placer sexual en sus vidas.

El año 1900 ocurrió un hecho crucial: el clítoris fue incluido en la “biblia” de los manuales de anatomía, el Manual para estudiantes de Grey, como parte del aparato sexual femenino. Sin embargo, en 1948 dejó de aparecer en esa calidad en el manual usado masivamente por los estudiantes de medicina.

Como lo señalara la doctora británica Jo Adams, por décadas, el clítoris y el orgasmo femenino ni siquiera fueron mencionados en 10 de los 15 manuales usados en la educación sexual de los médicos.

Fue en los años ’60, con la revolución sexual que implicó para las mujeres la aparición de la píldora anticonceptiva, que el clítoris y la sexualidad femenina volvieron a ser parte de la escena científica. Y de la mujer y su sexualidad. Ello ocurrió de la mano del ginecólogo William Masters y la psicóloga Virginia Johnson. A partir año 1966, la famosa pareja estudió la respuesta sexual humana, realizando una exhaustiva investigación con parejas de carne y hueso, la que les permitió distinguir las 4 fases de la respuesta sexual humana: excitación, meseta, orgasmo y resolución.

Fue a partir de entonces que se reconoció irrefutablemente la importancia del clítoris en la sexualidad femenina y, más precisamente, en el orgasmo. Finalmente, se logró entender que es allí donde la mujer tiene que ser estimulada para tener real y profundo placer sexual. Que la penetración vaginal –a la que se le atribuía el rol de dar placer- no cumple esa función si es que el clítoris no se estimula. Es más: la vagina prácticamente no tiene terminaciones nerviosas debido a que por allí debe pasar el ser humano al nacer y si hubiera alguna mayor sensibilidad en ese canal, el dolor sería disfuncional al parto. En la vagina, sólo hay terminaciones nerviosas que aportan al placer sexual en la pared superior de los primeros 6 centímetros del canal, es decir desde su inicio hasta el punto donde se encuentra el clítoris.

La gran extensión del clítoris por debajo del cuerpo, alrededor de la vagina, apoyaría la posición de que el orgasmo femenino radica en el clítoris y no en la vagina. Sólo sería complementado con la penetración vaginal porque esta última estimularía las 'raíces' del clítoris.

A la luz de estas novedades, ¿qué queda entonces del llamado “sexo débil”? Al parecer, nada. La mujer, en el plano sexual, claramente sería superior. No sólo mejor dotada sino poseedora de un mecanismo fisiológicamente complejo que le permitiría dar y pedir lo mejor…

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