Como su nombre indica, los bosques pétreos están formados por enormes piedras cilíndricas y piramidales que en otro tiempo fueron los troncos de árboles gigantescos. La metamorfosis no fue obra de Medusa, el monstruo mitológico cuya mirada convertía a la gente en piedra, sino producto del proceso de fosilización. Básicamente, este comienza con la muerte del organismo y la descomposición de las partes blandas. Luego, los compuestos orgánicos duros son reemplazados lentamente por otros inorgánicos del entorno, como calcita, sílice, pirita, fosfato cálcico y carbono. El intercambio es tan preciso que muchas veces se conservan las formas primitivas; en el caso de los árboles, incluso se aprecian los anillos de crecimiento en sus tocones petrificados. La génesis de los bosques arcaicos comenzó hace millones de años en la era primaria, concretamente durante el Carbonífero, periodo en el que una gran parte de la Tierra estaba poblada por grandes bosques. Cuando una masa arbórea quedaba sepultada en el lodo, por ejemplo, tras una riada, una tormenta de arena o una lluvia de cenizas volcánicas, se producían las condiciones anaerobicas, esto es, sin oxígeno, y de presión para la fosilización. Los componentes orgánicos del vegetal, como la lignina y la celulosa, eran reemplazados por carbono y minerales del agua que se filtraba a través de los sedimentos.Hay bosques pétreos por todo el planeta: la Patagonia argentina, la isla Axel Heiberg (Canadá), Chennai (India), la costa Catlins (Nueva Zelanda)… Los EE UU cuentan con varios; los principales, en Utah, Arizona y Washington. Sin embargo, el más grande está en la isla griega de Lesbos, con una extensión de 150 km y troncos de 22 metros de altura.
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