La asociación entre Arcor y Danone tuvo como resultado la creación de Bagley Latinoamérica S.A. respaldada por la trayectoria de dos corporaciones líderes, esta nueva empresa se perfila como la productora N° 1 de galletas en América del Sur.
Bagley: Historia de pioneros
En 1862, un norteamericano de 24 años llegó a la ciudad de Buenos Aires.
Poco tiempo después de arribar, Melville Sewell Bagley se empleó en la droguería La Estrella, de la familia Demarchi. Desde allí, su espíritu inquieto lo llevó a buscar la receta para elaborar un tónico refrescante, basado en las cortezas de las naranjas amargas. A fines de 1864, lanzó Hesperidina, un aperitivo que se presentó como la solución a muchos problemas digestivos corrientes. Así fue el inicio de una empresa que, con el paso del tiempo, se convirtió en una de las más importantes y tradicionales del rubro alimenticio de Argentina y un referente indiscutido en galletas.
Hesperidina, la marca registrada Nº 1
A pocos meses de su lanzamiento, Hesperidina ya era todo un éxito.
Doce años más tarde se creó por ley, a instancias del propio Melville S. Bagley, la Oficina Nacional de Patentes y Marcas de Argentina. Como reconocimiento a su acción, el 27 de octubre de 1876 se le otorgó a Hesperidina la Marca Registrada Nº1 del país.
El primer slogan publicitario
Alentado por el éxito, en 1875 la empresa decidió encarar una actividad en la que llegaría a convertirse en líder: la fabricación de galletas.
Su primer lanzamiento a la venta fue Lola, la primera galleta elaborada por Bagley con una muy rápida aceptación desde el momento mismo de su lanzamiento.
Pero la inventiva de Melville S. Bagley y sus asociados –los hermanos Antonio, Marcos y Demetrio Demarchi, pioneros industriales– fue más allá y complementaron lo que puede considerarse como el trípode inicial en el desarrollo de la empresa. Utilizando la pulpa de las naranjas con que se elaboraba la Hesperidina, la firma lanzó al mercado el dulce de naranjas tipo inglés “Mermelada Bagley”. Así, empezó a promocionar sus productos bajo el slogan “Las tres cosas buenas de Bagley”.
Asimismo, se decidió extender la distribución de productos a nivel nacional con el apoyo de viajantes que se movilizaban en distintos medios de transporte con la identificación de la empresa.
En 1880, el 14 de julio, una vida de esfuerzos llegaba a su fin: Melville S. Bagley moría a los 42 años de edad pero la compañía continuaba su camino.
Una de las fundadoras de la Unión Industrial Argentina
Pocos años más tarde, el 7 de febrero de 1887 sería Bagley una de las 14 empresas fundadoras de la Unión Industrial Argentina. La lista de productos ya se había extendido; entre otras marcas, Bagley fabricaba las galletas Lola, Soda, Variedad y Tertulia.
Ópera, uno de los éxitos de Bagley
Un nuevo producto de éxito estaba por aparecer. En homenaje a quien fuera presidente de la República Argentina durante los primeros años de existencia de Bagley, se puso a la venta en febrero de 1902 la clásica galleta Mitre, cuya denominación recibió la previa aprobación por parte del político.
Al mismo tiempo en que se imponía un nuevo slogan en el mercado, “siendo de Bagley es bueno”, en agosto de 1905 salen a la venta las novedosas obleas rellenas. Cuatro años más tarde, ante la inauguración del Teatro Colón de Buenos Aires, el original producto tomó la marca Ópera, la cual hasta el día de hoy sigue siendo uno de los éxitos de Bagley. También para esa época, y luego de una intensa campaña de promoción, aparecieron las galletas Bu-Bu.
Estándares internacionales de calidad
Corría el año 1930 y la lista de marcas de galletas se hacía cada vez más extensa. Incluyó nombres como 1900, Bijou, Milanesa, La Inglesa y la Reina de las Galletitas.
En materia de galletas, para los paladares más exquisitos de esa época, Bagley ofrecía sus surtidos Tentaciones y Visitas, envasadas a modo de masas finas, en elegantes latas decoradas para regalar, igual que las Ópera.
Nace una nueva estrella: Criollitas
Bagley había avanzado sustancialmente en el desarrollo de una galleta de alta calidad, tanto en sus ingredientes como en la elaboración de la masa, características ideales para imponerse en el mercado. En febrero de 1943 la decisión ya estaba tomada, se realizaron las primeras pruebas y el 12 de agosto de ese año las Criollitas salieron a la venta para conquistar definitivamente un lugar de privilegio que nunca más abandonarían.
Durante los 60, se empezó a avanzar en la búsqueda de nuevas marcas. Mientras las Americanas –primera galleta de harina integral fabricada por Bagley– conocía el éxito, las galletitas dulces gozaban, desde hacía varios años, de su propio auge al que contribuían productos aún exitosos como Merengadas, Coquitas, Chocolinas y el trío Rumba, Mellizas y Amor.
Los años 70, de la mano de la publicidad, traerían más satisfacciones con la llegada de nuevos y originales productos entre los cuales merece destacarse Rex y el inicio de una etapa de reposición de equipos que elevaría aún más la capacidad de producción.
Permanente actualización
Una característica de toda la trayectoria de Bagley fue su permanente actualización en materia de equipamiento. En 1971, se incorpora un importante y automatizado silo harinero en la planta de Barracas. Este silo era el más grande instalado en Latinoamérica. También se reemplazan los primeros hornos de esta fábrica, por otros de mayor capacidad de producción y más evolucionados.
Hacia 1974, se decidió construir una fábrica en la ciudad de Villa Mercedes, en la provincia de San Luis. En 1980 salía de la nueva fábrica la primera galleta. Alimentaria San Luis dejaba así de ser un sueño para transformarse en una realidad concreta.
Siempre hay algo nuevo bajo el sol
Bagley innovó una vez más al darle vida en septiembre de 1980 al Fresh-Pack: una marca registrada de la empresa que identifica al envase moderno y que se ha convertido en sinónimo de caja de galletas a granel.
En materia de nuevos productos, la compañía tampoco se quedó quieta. Ante el crecimiento de la demanda de galletas con harinas integrales, las Livianitas comenzaron a disputar su lugar en las góndolas en 1980. En ese mismo año aparecieron las Porteñitas, galletas azucaradas, únicas en su tipo, de formato similar al de las tradicionales palmeritas.
Construyendo un futuro
La transformación de Bagley en una empresa moderna, con tecnología avanzada e innovadoras propuestas para el consumidor, fue creando la necesidad de mirar a los mercados de exportación. Hasta 2004, Bagley exportaba a más de 35 países de Europa, África, Oceanía, Lejano Oriente, América del Norte, América Central, América del Sur y Caribe, adaptando sus productos a los particulares hábitos de consumo de cada mercado.
Habiendo sido adquirido por el Grupo Danone en 1994, y en busca de una consolidación regional, Bagley se une a Bagley Latinoamérica S.A. para construir un futuro dándole sabor al mundo.
Aymoré: Una historia de conquistas
Aymoré Productos Alimenticios S.A. es actualmente la cuarta productora de galletas del Brasil y tiene más del 40% del mercado en Minas Gerais.
Cuando en febrero de 1999, la multinacional Danone compró el total de su paquete accionario, estaba adquiriendo una empresa que llevaba más de 80 años en el mercado.
Sin embargo, la proyección de la empresa se remonta a 1958, cuando Severino Ballesteros y sus socios terminaron la construcción de una planta de galletas en la ciudad industrial de Contagem. A partir de esta unidad industrial, aquellos emprendedores se lanzaron a la expansión de sus negocios. En ese mismo año nacía la empresa de productos alimenticios Cardoso S.A., que tendría estrecha vinculación con el desarrollo de la firma.
Comprendiendo que la adquisición de nuevas marcas y maquinarias facilitaba su rápido crecimiento, adquirieron a Rodolpho Grissi, la fábrica de golosinas suiza de Belo Horizonte. Luego, en 1969, compraron las maquinarias de Productos Alimenticios Morro Velho S.A., de la ciudad de Nova Lima.
Pero el paso principal fue cuando en 1975 la empresa adquirió, junto con Refinerías de Maíz Brasil S.A., la antigua Aymoré. A partir de ese año, Cardoso S.A. pasó a comercializar sus productos bajo la tradicional marca Aymoré, incluyendo equipamientos, marcas y patentes.
Esta transacción modificó radicalmente la historia y rendimiento de las grandes empresas alimentarias del país.
A partir de entonces, se sucedieron una serie de adquisiciones hasta que, en marzo de 1996, el grupo Aymoré se asoció con la multinacional Danone.
Finalmente en el 2004, ya con el control accionario de Aymoré, se concreta la alianza estratégica con Arcor, para formar Bagley Latinoamérica S.A.
Triunfo, una marca para ganar
La marca Triunfo fue creada en 1977 por la compañía Campineira de Alimentos y siempre tuvo fuerte actuación regional en el estado de São Pablo, Brasil.
En 1997 el Grupo Danone adquirió el 100% de la tradicional empresa de galletas.
En abril de 2001, la división galletas del Grupo Danone en Brasil se asoció con LU, una marca internacional del líder europeo y Triunfo pasó a producir bajo un nuevo lema nutricional enfocado en “Energía para el día a través de productos con nutrivitaminas”.
A partir de 2005, Triunfo también pasa a formar parte de las marcas que integran la mayor empresa productora de galletas de Sudamérica.
Dos en Uno entró al mercado por la ventana
En 1994 aparece en el mercado chileno de galletas una nueva marca: Dos en Uno, cuyas principales características eran la llegada al punto de venta minorista a través de una sólida alianza estratégica con el canal mayorista y el manejo del mercado del impulso. El mercado de galletas chileno era tradicional y ortodoxo, caracterizado por las presentaciones familiares y los productos funcionales. Dos en Uno introduce entonces una nueva categoría al mercado denominada “Mini”. Ésta consiste en pequeñas bolsas de 45 grs, pensadas para la compra impulsiva en el quiosco y para consumo personal y al paso, en línea con una tendencia que ya se evidenciaba hacia un ritmo de vida más acelerado que obligaba a simplificar horarios y situaciones de almuerzo, merienda y hasta cena.
Desde sus inicios las galletas Dos en Uno estuvieron pensadas con características más lúdicas y de gratificación personal y sus productos se exhibían colgadas alrededor de la ventana del quiosco. Es por esto, que se dice que Dos en Uno entró al mercado “por la ventana”.
Esta estrategia fue un éxito absoluto ya que desarrolló un nuevo canal y modalidad de compra y consumo, y principalmente, porque logró posicionar a Dos en Uno como la tercera empresa de galletas de Chile. En 1998 Arcor adquiere Dos en Uno, lo que permitió a la empresa local sumar toda la experiencia y el know how del Grupo en este negocio, brindándole a sus marcas las características que necesitaban para consolidar su posición en el mercado.
Desde entonces Arcor Dos en Uno vuelca al mercado constante innovación. En 2000, lanzó la galleta Selz Soda en presentación tradicional de supermercado, única con “abre fácil” y cierre “sticker”. Ese mismo año se convirtió en la primera empresa chilena en desarrollar el concepto de galletas surtidas familiares con las marcas Diversión y Surtido LIA, importadas de Argentina por su complejidad productiva.
Durante el año 2002 lanzó la galleta Selz Salvado Light Tripack, la primera galleta de producción chilena bajo el concepto “rico y saludable” y en presentación familiar, 3 paquetes en uno. Este año la División galletas de Arcor Dos en Uno también integra este gigante: Bagley Latinoamérica.
Una panadería fue el punto de partida
Arcor nació en 1951, cuando un grupo de pioneros liderado por don Fulvio Salvador Pagani fundó una fábrica de golosinas en la ciudad de Arroyito, Córdoba. Sin embargo, la historia de esta empresa se remonta al año 1924 cuando Amos, el padre de don Fulvio S. Pagani, proveniente de Italia, decide radicarse en Arroyito para instalar una panadería. ésta es la extraordinaria historia de una familia emprendedora que logró trascender las fronteras y competir con su marca en todo el mundo.
La panadería de Amos Pagani
Amos había ejercido en Italia el oficio de panadero, al igual que otros miembros de su familia, y durante su primer año de estadía en la Argentina trabajó en actividades agrícolas y en una panadería, con la finalidad de reunir el capital necesario para instalar su propio negocio. En 1925, una vez logrado este objetivo, vinieron a la Argentina sus padres y hermanos, a los que les enseñó el oficio. Más adelante les cedió la panadería de Arroyito e instaló otra en La Para, 60 km al norte, donde se trasladó con su esposa, doña María Fabbro, en 1927.
A los diez años de haber puesto en marcha la primera panadería, Amos Pagani decidió diversificar sus actividades y comenzó a fabricar caramelos de leche, primero en forma artesanal y desde 1936 de forma automática, lo que permitió expandir la producción y ampliar el área de ventas a un radio de 200 km de La Para.
En 1940 la familia Pagani se trasladó a la ciudad de Córdoba para que los hijos pudieran seguir estudiando. Los tres hijos varones –Fulvio, Renzo y Elio– comenzaron a trabajar con Amos, fraccionando golosinas y galletas que compraban a granel en Buenos Aires.
A través de su actividad los Pagani se fueron relacionando con otros fabricantes de golosinas del interior. En 1946 tomaron contacto con un grupo de inversores que estaban instalando una fábrica de caramelos y galletas en Sastre, un pueblo de la provincia de Santa Fe cercano a la frontera con Córdoba. Los socios de la empresa –a la que denominaron Sasort– estaban interesados en un principio en comprar una máquina que Amos Pagani utilizaba para la envoltura de caramelos en La Para, pero al conocerlo le propusieron asociarse al nuevo emprendimiento.
Amos Pagani se incorporó a Sasort como socio, aportando su máquina y el capital de su depósito en Córdoba. Además trabajaba, al igual que Renzo, de viajante. Fulvio estudiaba en Córdoba y trabajaba para Sasort desde allí, pero al poco tiempo se trasladó a Sastre para ocuparse directamente de lo relativo a costos y comercialización.
Un equipo con verdadera vocación empresaria
En Sastre los Pagani conocieron también a un grupo de jóvenes –Mario Seveso, Enrique Brizio y Modesto “Tito” Maranzana– que habían sido contratados por Sasort pero que habían trabajado previamente para la firma cordobesa Boero y Sebaste, de la localidad de Las Varillas (a 60 km de Arroyito), por entonces la mayor fábrica de golosinas del Interior. Seveso era mecánico, y Brizio y Maranzana, viajantes. El 5 de julio de 1951, todos ellos se asociaron a Fulvio Salvador Pagani para fundar Arcor, una fábrica de golosinas.
Unos años más tarde, la compañía no sólo fabricaba caramelos sino que además incursionó en distintas actividades industriales para autoabastecerse de algunos insumos básicos con el fin de lograr la mayor calidad al mejor precio. Después de un viaje que Fulvio Pagani hizo a Europa en 1958, en Arcor se inició un proceso de renovación tecnológica a través de la importación de equipos de última generación de Alemania e Italia. Con la nueva maquinaria la empresa se colocó en la frontera tecnológica internacional, aumentando su eficiencia y competitividad, lo cual se tradujo en un incremento significativo de la escala de producción.
A partir de mediados de los años sesenta, la empresa inició la diversificación de la producción agregando a la fabricación de caramelos otras golosinas, alfajores y dulces. La decisión de ampliar la variedad de productos tuvo la finalidad de realizar economías de gama en la distribución, ya que al implementarse en 1967 el sistema de distribuidores oficiales la empresa se vio en la necesidad de ofrecer un mix más amplio de bienes.
Un nuevo negocio: galletas
En 1975 Arcor continuó con su política de diversificación e incursionó en la producción de galletas. Constituyó Pancrek S.A., en asociación con LIA S.A., una reconocida empresa cordobesa fundada a comienzos de los años setenta. Entre sus lanzamientos, cabe destacar las marcas emblemáticas Vocación y Serranitas, productos que acompañaron a los consumidores argentinos en las diferentes etapas de su vida.
Desde fines de la década Arcor compró parte del paquete accionario de LIA y en 1997 adquirió el total de la sociedad. La nueva empresa se radicó con una planta en Villa del Totoral, en la provincia de Córdoba. Comenzó su actividad en 1978, tres años después de su creación, con la fabricación de galletas crackers, dulces y semidulces, a través de un proceso continuo de producción.
La planta de galletas más avanzada
Mientras tanto, en 1995, bajo la conducción de Luis A. Pagani, el hijo mayor de Fulvio S. Pagani y presidente del grupo Arcor, se inaugura en Salto, provincia de Buenos Aires, la planta de galletas más avanzada de la Argentina. Este hecho marca un punto de inflexión en la compañía poniendo de manifiesto su verdadero interés en ubicarse entre las líderes en el negocio. Con lanzamientos como Saladix, Maná y Diversión, entre otras, Arcor dio batalla a sus principales competidores y estableció fuertes vínculos emocionales con sus consumidores, proveyéndoles en forma continua de novedades e innovaciones.
En 1998, Arcor adquiere Dos en Uno, una importante empresa de golosinas, chocolates y galletas que fabricaba exitosas y conocidas galletas en Chile como Selz y la línea de galletas Holanda en la Planta Industrial de Cerrillos, en Santiago, inaugurada en 1993. En septiembre de 1999, ya con el nombre de Arcor Dos en Uno, la empresa puso en operaciones un moderno centro de distribución para abastecer al mercado nacional e internacional.
Con un crecimiento constante, unos años más tarde, la División Galletas se transformó en uno de los principales negocios de Arcor, desarrollando marcas reconocidas a nivel nacional y llegando a importantes mercados a nivel internacional.
Alianza estratégica con Danone
En enero de 2005, como resultado de la alianza estratégica establecida con el Grupo Danone, los negocios de galletas, alfajores y barras de cereal en Argentina, Brasil y Chile se unieron constituyendo la mayor empresa de galletas de América del Sur bajo una sociedad denominada Bagley Latinoamérica.
En la actualidad, Bagley Latinoamérica cuenta con siete plantas industriales: 4 en Argentina: Totoral (Córdoba), Salto (Buenos Aires), Lía (Córdoba) y Villa Mercedes (San Luis); 2 en Brasil: Campinas (São Paulo), Belo Horizonte (Minas Gerais) y una en Chile (Santiago); como así también con dos líneas, una de barras de cereal y otra de alfajores (Arroyito y Colonia Caroya, respectivamente). Todas ellas se encuentran certificadas bajo las normas internacionales de calidad ISO 9.000 e ISO 14.001.
En las siete plantas se elabora una amplia gama de productos entre los que cabe destacar: snacks, crackers, galletas de cereal, surtidas, rellenas, dulces, secas y obleas. Importantes marcas, líderes reconocidos en su respectivo negocio, se han incorporado a su portfolio. Entre ellas se encuentran: Sonrisas, Merengadas, Rumba, Amor, Coquitas, Criollitas, Traviata, Opera, Aymoré, Triunfo, Maná, Hogareñas, Saladix, Formis, Selz, Conquista, Bon o Bon, Tofi, Alfajores Cabsha y Arcor Cereal Mix. Todos estos productos son altamente reconocidos en el mercado regional debido a su calidad, sabor y rentabilidad.
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