Todas tenemos un poquito de ella. Pero, por si justo en este momento se te hizo una laguna o pretendés hacerte la superada, aquí va un pequeño catálogo de sus particularidades.
La gata flora es aquella mujer a la que le gusta mucho el sexo y, al mismo tiempo, desprecia al varón que se muestra caliente con ella todo el tiempo. Es aquella a la que le fascina lo social pero no soporta que le invadan la casa; a la que le apetece cocinar si no fuera porque ensucia la cocina; la que valora la amistad si bien no tolera que se metan en su vida… Y cientos de polaridades más.
Pero, cuidado, no es una insatisfecha. ¿En qué se diferencian? A éstas últimas, ninguna opción que la vida les ofrece les satisface, niegan toda forma de confort y bienestar. La gata flora, en cambio, quiere los dos extremos: desea una cosa y, al mismo tiempo, la contraria. Compleja, es a la vez tan intensamente deseante como rechazante y, en esta posición, termina neutralizando su deseo.
¿Y qué pasa con sus parejas? Sus compañeros viven en un estado de confusión permanente. A esto hay que sumarle que su estado más virulento se despliega al lado de su varón. Con las amigas, los compañeros de trabajo e –incluso- los hijos, la densa tarea de complacerla no es tan intensa y difícil como la que le toca a su hombre. Además, todos sus “ex”, despreciados y denigrados en su momento, hoy se vuelven la razón de su vida .
Y podríamos seguir con mil ejemplos más… Sin embargo, una frase popular es la que mejor la describe: ¡no hay nada que le venga bien!
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