"Pelotudo es una palabra de una gran polisemia, pero la capacidad abarcativa de tu personalidad es un rasgo que siempre he resaltado".
Orígenes:
Como decíamos en el post anterior, peculiar naturaleza la de un término como polisemia que se ofrece contraejemplo de su propio significado. Se trata de un vocablo que nace desvalido, un significante incapaz de representar, al menos no en su plenitud, a su significado.
Menuda contradicción semántica la que nos desafía en esta noche de delirio gramatical.
El crisol semántico estaba bastante vacío cuando las cucharas de la historia en manos de los pueblos alquimistas dieron origen a este contradictorio vocablo.
Corría el año 1923 en el alejado pubelito de Ashton, Kutcher, Provincia de Buenos Aires. Tan alejado estaba que en el resto del continente ya era 1972. En Ashton había una pequeña universidad, apenas más que un instituto terciario, donde se dictaban carreras menores como Licenciatura en Artes, Antropología e Ingeniería... en sonido.
Un grupo de estudiantes de antropología adictos al propoleo y la vitina, cansados de leer a Malinowsky, Levi-Strauss y Luis Otero, dejaron sus libros por un rato y se fumaron medio kilo de Vascolet en polvo con anticongelante. Luego de tamaño viaje, con Marley, los Pitufos y Blancanieves, su percepción de la realidad estaba un tanto alterada. Retomaron las páginas de rutina y todo cobraba sentido. El intercambio (Kula) de los trobriandeses, la prohibición universal del incesto, redistribución y reciprocidad, etc.
Tanto sentido cobraba que, de hecho, algunas palabras reclamaban muchos significados. Y los alocados antropolitos estaban dispuestos a cumplir con esos reclamos.
Para traducir sus increibles aventuras al mundo de los vivos (y los coleandos) es que surgió la polisemia, como un preciso término para describir tanta anarquía semántica. Como una especie de consuelo para aquietar la neurosis alborotada de aquellos fulgurantes antropologos ashtoninos. El remedio a la resaca de la creatividad léxica se materializó en un vocablo notablemente monosémico.
Monopolizadores del término: lingüistas, licenciados en letras y grammar nazis.
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