La Plaza de Mayo, Plaza Mayor de Buenos Aires, es tan antigua como la ciudad misma. Cuando Juan de Garay fundó la Ciudad de Trinidad Puerto de Buenos Aires, dejó trazado el lugar de la Plaza Mayor. Desde los comienzos de la ciudad, la Plaza de Mayo fue escenario de todos los acontecimientos conmovedores de su historia. Esta plaza vio cómo todas las convulsiones políticas y las fiestas populares más importantes se desarrollaban sobre su perímetro, a lo largo de 420 años. La Plaza de Mayo, como Plaza Mayor, era un sitio multiuso: en ella se llevaban a cabo ceremonias religiosas y oficiales, estaba el mercado, era estacionamiento de carretas, plaza para las corridas de toros, y lugar de las ejecuciones públicas o cepos de castigo. Pero a pesar de ser tan importante, no era más que un descampado barroso y polvoriento, dependiente del clima, que recién fue mejorado en 1803 con la construcción de la Recova, de la cual hablaré más tarde.
A lo largo de tantos años es de imaginar que la plaza tuvo innumerables cambios, incluso de nombre. En un comienzo era llamada Plaza Mayor y ocupaba menos espacio que ahora, ya que en la mitad norte, desde 1608 a 1665, frente a la actual Casa Rosada, estaban los jesuitas. Cuando los jesuitas se trasladaron a otro lugar, la zona se transformó en un baldío -con restos de los edificios- al que llamaban Plaza de Armas (también Plaza del Mercado) y donde hacían sus alardes las milicias. También ahí se instaló la horca, justo donde hoy está la estatua de Belgrano, durante más de un siglo fue escenario de las ejecuciones, espectáculo macabro al que asistía mucho público. El resto del terreno de la actual Plaza de Mayo, o sea frente al Cabildo, era paradero de carretas y mercado y era llamado Plaza Mayor. Hay que imaginarse este mercado como muy precario. En un comienzo era "de piso", o sea, vendían sobre mantas o ponchos y luego se vendía con "bandolas", que eran unos cajones a modo de puestos de feria.
Casi tan antiguas como la plaza son las palomas. Ya en 1755 se tiene que poner una cubierta al balcón del Cabildo a causa de ellas, y los regalitos que dejan detrás de sí.
Recién en 1803 se concretan los proyectos para embellecer la plaza. Se construye la Recova, un magnífico edificio que consistía en dos tiras de 20 locales de largo cada una (10 de cada lado) separadas por un espacio que al año siguiente fue cerrado por un arco central. Los locales tenían su frente hacia ambos lados de la Recova, apuntando, 20 al Cabildo y 20, al Fuerte. Tenía 11 arcos en cada ala, techo con azotea. A su gran arco central se trasladó la horca, colgándose a los ajusticiados por espacio de varias horas.
La Recova fue la primera galería comercial de Buenos Aires, y estaba ocupada por diversos comerciantes que pagaban entre 14 y 20 pesos mensuales de alquiler. Había vendedores apiñados en la doble fila de cuartitos, ofreciendo de todo para la gente de clase baja, desde ropa hecha hasta monturas. En 1805 el Virrey Sobremonte hizo empedrar el camino que iba del Fuerte (actual Casa Rosada) al arco central de la Recova y dispuso que las carretas se dirigieran a otras plazas, la de Montserrat y la de San Nicolás. Durante las Invasiones Inglesas, la Recova cobró gran importancia, ya que los ingleses se defendieron desde sus techos y arcos contra las tropas reconquistadoras, y ahí mismo, en la Plaza de Mayo, se libró la batalla final por la Reconquista.
Gracias a la Recova la plaza quedaba dividida en dos, de un lado la Plaza de Armas o del Fuerte y del otro la Plaza Mayor, que desde 1808 se llamaría Plaza de la Victoria en conmemoración de la victoria sobre los ingleses en 1806. Luego de 1810, la parte que daba al Fuerte pasó a llamarse 25 de Mayo. En esta parte, hacia 1815, justo donde hoy está la estatua de Belgrano, funcionaba un improvisado mercado de alimentos.
En 1811 aparece otro gran protagonista de la plaza: la Pirámide de Mayo. Su erección fue todo un acontecimiento, ya que se trataba del primer monumento de la ciudad. Se coloca en el centro de la Plaza de la Victoria (manzana frente al Cabildo). En 1856 una comisión encarga a Prilidiano Pueyrredón, la tarea de remozar al monumento. Pueyrredón la eleva a 18 metros y medio y le coloca la estatua de la libertad. A ambos lados de la Pirámide había dos fuentes de hierro, que más tarde se movieron y actualmente están frente al Teatro Colón.
Recién en 1872 ambas plazas tuvieron un aspecto digno de un paseo. Fue gracias a una comisión de vecinos, que también se encargaban del mantenimiento. El 24 de septiembre de 1873, se inaugura el monumento al General Dr. Manuel Belgrano, hasta 1886 estuvo ubicada en el centro de la Plaza 25 de Mayo (frente al Fuerte) mirando hacia el oeste pero luego de esta fecha se la traslada frente a la Casa de Gobierno y dirigida hacia el norte.
Ya en 1883 el Intendente de Buenos Aires, Torcuato de Alvear, compra la Recova y la destruye en cinco días, también a los árboles que rodeaban la plaza. Las palmeras que están hoy en la plaza ya estaban desde antes y se ordenó que se las quitase, pero como todos sabrán las palmeras siguen ahí. Así, con la demolición de la Recova las dos plazas quedan unidas en la que se llama Plaza de Mayo. En realidad la plaza continuó dividida por la calle defensa, pero en 1890 ésta se cerró. Al francés Charles Thays, arquitecto y paisajista, se le deben todas las mejoras en las plazas de Buenos Aires. Les dio jardines con bellas plantas y árboles. Thays actuó en nuestra ciudad desde 1891 hasta su muerte en 1934. A la Plaza de Mayo le efectuó un cambio total, se desmontó el terreno, se lo alisó e igualó en altura al de las calles circundantes. Transplantó algunas de las palmeras, llevándolas al Parque 3 de Febrero y trajo de este último algunos plátanos. Le diseñó caminitos en cruz y canteros. En 1895 se inauguró el alumbrado eléctrico y en 1904 se le agregaron dos estanques circulares luminosos. En 1913 se excavan sus entrañas para que por debajo de ella pase el subterráneo.
La imagen de la plaza siguió
el regreso de la democracia la plaza albergó a miles de personas en 1983, que querían festejar el regreso a la libertad.
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