EL CLIMA

martes, 10 de enero de 2012

URTICARIAS Y ALERGIAS



El picor o prurito es uno de los síntomas más frecuentes en Dermatología y consiste en una sensación cutánea que cuando es moderada o intensa desencadena una respuesta motora, más o menos enérgica, que es el rascado. Naturalmente, la severidad del prurito y, por ende, el rascado que induce, depende de los estímulos desencadenantes, del estado de las terminaciones y vías nerviosas donde se captan y por las que se transmiten éstos, y de la capacidad de percepción de los centros talamocorticales correspondientes. Los episodios leves y de corta duración, aun cuando puedan recidivar durante cierto tiempo, apenas causan trastornos. Por el contrario, cuando el picor es intenso, prolongado y/o recurrente origina importantes lesiones cutáneas secundarias e incluso es capaz de afectar a la personalidad. El prurito no debe considerarse como una enfermedad sino como un síntoma, y como tal debe realizarse un diagnóstico etiológico que nos posibilitará un enfoque terapéutico adecuado y la detección precoz de procesos de elevada morbimortalidad.
I. LESIONES CUTÁNEAS SECUNDARIAS
Los pacientes con prurito intentan aliviar dicha molestia con el rascado, que a veces puede modificar de forma importante el aspecto original de una dermatosis, o cuando el rascado ha sido de cierta violencia o se ha mantenido durante un espacio de tiempo prolongado, acaban apareciendo una serie de signos que llamamos lesiones secundarias, que a veces son el único hallazgo a la exploración del enfermo. Es importante conocer estas lesiones secundarias y saber diferenciarlas de las lesiones que producen el picor y reconocerlas en las causas sistémicas de prurito, donde no existe dermatosis que lo produzca. Las lesiones secundarias más importantes son: Eritema local: enrojecimiento local, más o menos pasajero, como consecuencia de una hiperemia reactiva. Erosiones: pequeñas pérdidas de sustancia producidas generalmente por la uñas, superficiales que curan sin dejar cicatriz. Costras: aparecen por desecación de serosidad y sangre sobre las erosiones. Pueden observarse fenómenos de impetiginización secundaria. Esta complicación es frecuente en niños. Eczematización: frecuentemente por el uso de tratamiento tópicos no adecuados.

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