Juegos sexuales: al filo del peligro
Las parafilias son perversiones o desviaciones sexuales cuya práctica es persistente y recurrente, de carácter impulsivo a ansioso, que –muchas veces- superan los límites de lo seguro. Cuando sexo y exceso son sinónimos.
El extremo patológico: las parafilias
Se consideran parafilias a las perversiones o desviaciones sexuales cuya práctica es persistente y recurrente, de carácter impulsivo a ansioso y a partir de las cuales se alcanza el máximo de placer sexual. Los encuentros, además, deben sostenerse con personas que no acuerdan el contacto, con objetos inanimados, niños, animales, o dejándose agredir, o agrediéndose para sentir goce.
En general, un alto porcentaje de quienes efectúan estas prácticas son hombres heterosexuales (se cree que por acción de la testosterona, además de conflictos infantiles), con vínculos de pareja estables, que buscan saciar sus apetitos sexuales con la ejecución de estas conductas.
En algunas parafilias existe la falta de consentimiento mutuo, como ocurre en el exhibicionismo(mostrar los genitales o masturbarse frente a personas desprevenidas), o en el froteurismo(consistente en “tocar” o rozar con los genitales a personas que no comparten). Pero también puede existir acuerdo, aún sabiendo que la ejecución del comportamiento sexual puede ser muy peligroso, como el sadomasoquismo.
El pudor y el rechazo social mantienen estas conductas en un plano de marginalidad. Y es muy difícil que confíen a un amigo -y mucho menos a su pareja- el problema que los aflige, entre otras cosas, porque algunos no lo viven como un trastorno pasible de ser tratado sino como una forma de expresión de su sexualidad. Los demás, por su parte, ignoran o niegan la “doble vida” de sus parejas.
A veces hay algunos indicios que pueden resultar “sospechosos” como, por ejemplo, la inclinación por un tipo de experiencia sexual que no contempla al otro sino al contacto con un objeto inanimado (fetiche), o el uso de ropas del sexo opuesto para poder llegar a niveles altos de excitación y orgasmo (fetichismo trasvestista), o pedidos de ser humillado o agredido como una constate en las relaciones sexuales.
Las conductas autoeróticas con prácticas masoquistas son más que riesgosas. Una de las más usadas es la hipoxifilia, es decir la reducción de la llegada de oxígeno al cerebro. El faltante de oxigeno y el aumento de bióxido de carbono incrementaría el placer sexual, además de producir una disminución de las capacidades cognoscitivas y de los sistemas de control de la supervivencia. Otras prácticas por demás peligrosas es el uso de enemas provocando la distención dolorosa (y placentera para los masoquistas) del intestino o la introducción, en el ano, de objetos que pueden dañar la mucosa.
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