EL CLIMA

lunes, 17 de enero de 2011

UN TOQUE DE NERUDA.




Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto[1] (Parral, 12 de julio de 1904Santiago de Chile, 23 de septiembre de 1973) conocido por el seudónimo y, más tarde (1946), el nombre legal de Pablo Neruda, fue un poeta y militante comunista chileno, considerado entre los mejores y más influyentes de su siglo, siendo llamado por el novelista Gabriel García Márquez "el más grande poeta del siglo XX en cualquier idioma".[2] También fue un destacado activista político, siendo senador de la República, integrante del Comité Central del Partido Comunista y precandidato a la presidencia de su país. Entre sus múltiples reconocimientos destacan el Premio Nobel de Literatura en 1971 y un Doctorado Honoris Causa por la Universidad de Oxford. En palabras del crítico Harold Bloom, "ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite comparación con él"

Sus padres fueron la señora Rosa Basoalto, que murió de tuberculosis cuando tenía un mes de nacido, y el señor José del Carmen Reyes, quien abandonó el campo para trabajar como obrero en los diques del puerto de Talcahuano, hasta alcanzar el cargo de ferroviario en Temuco.
Neruda aprendió a amar la naturaleza en sus años de infancia, durante sus recorridos en tren hacia la exuberante vegetación de Boroa. La región había sido en el pasado escenario de enfrentamientos entre los conquistadores españoles y los araucanos, que con el tiempo fueron despojados de su territorio y posteriormente aniquilados por los colonos protagonistas de la «pacificación de la Araucanía». Esas frías y húmedas tierras australes, bordeadas por el más puro océano Pacífico, emergen en una poética de la desesperanza, de la soledad del ser humano y del amor, como en Veinte poemas de amor y una canción desesperada, libro que llevó a su autor a los circuitos internacionales y le dio una fama similar a la de Rubén Darío, hasta hacerlo merecedor del Premio Nobel en 1971.

En 1917, publica su primer artículo en el diario La Mañana de Temuco, con el título de «Entusiasmo y perseverancia» En esta ciudad escribió gran parte de los trabajos, que pasarían a integrar su primer libro de poemas: Crepusculario.[5]
En 1919, obtiene el tercer lugar en los Juegos Florales del Maule con su poema «Comunión Ideal»[1] o «Nocturno Ideal».[4] En 1920 comienza a contribuir con la revista literaria Selva Austral.
En ese mismo período, conoce a
Gabriela Mistral, de cuyo encuentro recordará: “… ella me hizo leer los primeros grandes nombres de la literatura rusa que tanta influencia tuvieron sobre mí”.[1] En octubre, firma definitivamente sus trabajos con el seudónimo de Pablo Neruda.[1] La búsqueda de un seudónimo era esencialmente para evitar el malestar del padre por tener un hijo poeta. Según algunos especialistas la adopción del nombre Neruda por Neftalí Reyes se debe al poeta checo Jan Neruda, pero según Enrique Robertson, el joven Neruda tuvo la ocasión de ver una partitura de Pablo de Sarasate dedicada a la violinista Wilme Norman-Neruda. Se trata de “Spanische Tänze” (Bailes españoles) para violín y piano en una edición de 1879, por la editorial N. Simrock en Berlín. O sea, según Robertson, el joven Neftalí tomó el nombre Pablo (de Sarasate) y Neruda (de Wilme Norman-Neruda) y los utilizó para su seudónimo.[6]
En 1921 se radicó en Santiago y estudió pedagogía en idioma francés en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, donde obtuvo el primer premio de los juegos florales de la primavera con el poema «La canción de fiesta», publicado posteriormente en la revista Juventud. En 1923, publicó Crepusculario, que es reconocido por escritores como Hernán Díaz Arrieta, Raúl Silva Castro y Pedro Prado.[5]
En 1924 publicó su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada, en el que todavía se nota una influencia del modernismo. Posteriormente se manifiesta un propósito de renovación formal, de intención vanguardista, en tres breves libros publicados en 1926: El habitante y su esperanza, Anillos (en colaboración con Tomás Lago) y Tentativa del hombre infinito.
En
1927, comenzó su larga carrera diplomática siendo cónsul en Rangún, Birmania, desde donde se desarrolla un notable epistolario con el escritor Argentino Héctor Eandi. Será luego cónsul en Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid. En sus múltiples viajes conoció en Buenos Aires a Federico García Lorca y en Barcelona a Rafael Alberti. Pregonó su concepción poética de entonces, la que llamó "poesía impura", y experimentó el poderoso y liberador influjo del Surrealismo. En 1935, Manuel Altolaguirre le entregó a Neruda la dirección de la revista Caballo verde para la poesía, en la cual fue compañero de los poetas de la Generación del 27. Ese mismo año apareció la edición madrileña de Residencia en la tierra.
El
6 de diciembre de 1930 se casó con María Antonieta Haagenar Vogelzanz[1] "Maruca". De la unión nació en 1934 Malva Marina Trinidad, padeciendo hidrocefalia y que murió en 1943, a los ocho años. Neruda se separó de Haagenar en 1936 (se divorciaría de ella a distancia, en México, en 1942, divorcio que no fue aceptado por la justicia chilena[7] ).
Juegas todos los días con la luz del universo. Sutil visitadora, llegas en la flor y en el agua. Eres más que esta blanca cabecita que aprieto como un racimo entre mis manos cada día. A nadie te pareces desde que yo te amo. Déjame tenderte entre guirnaldas amarillas. Quién escribe tu nombre con letras de humo entre las estrellas del sur? Ah déjame recordarte cómo eras entonces, cuando aún no existías. De pronto el viento aúlla y golpea mi ventana cerrada. El cielo es una red cuajada de peces sombríos. Aquí vienen a dar todos los vientos, todos. Se desviste la lluvia. Pasan huyendo los pájaros. El viento. El viento. Yo sólo puedo luchar contra la fuerza de los hombres. El temporal arremolina hojas oscuras y suelta todas las barcas que anoche amarraron al cielo. Tú estás aquí. Ah tú no huyes. Tú me responderás hasta el último grito. Ovíllate a mi lado como si tuvieras miedo. Sin embargo alguna vez corrió una sombra extraña por tus ojos. Ahora, ahora también, pequeña, me traes madreselvas, y tienes hasta los senos perfumados. Mientras el viento triste galopa matando mariposas yo te amo, y mi alegría muerde tu boca de ciruela. Cuanto te habrá dolido acostumbrarte a mí, a mi alma sola y salvaje, a mi nombre que todos ahuyentan. Hemos visto arder tantas veces el lucero besándonos los ojos y sobre nuestras cabezas destorcerse los crepúsculos en abanicos girantes. Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote. Amé desde hace tiempo tu cuerpo de nácar soleado. Hasta te creo dueña del universo. Te traeré de las montañas flores alegres, copihues, avellanas oscuras, y cestas silvestres de besos. Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.

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