EL CLIMA

viernes, 7 de enero de 2011

LENGUAJE SEXISTA



TN RELACIONES


Victoria Sau, en su diccionario ideológico feminista, destaca que el sexismo abarca todos los ámbitos de la vida y de las relaciones humanas, y que el lenguaje constituye sin duda un buen ejemplo. Según la filóloga Pilar Careaga “el lenguaje está creado por el hombre y para el hombre y tiene como objeto el lenguaje del hombre”.
El lenguaje supuestamente es un instrumento neutro para la comunicación y tiene la posibilidad de cambiar y adaptarse según las necesidades sociales, existen pautas y reglas, pero son las personas las que al hablar influyen en su continua transformación en el tiempo. Por lo tanto la lengua es el reflejo del nuestro sistema social, de nuestro pensamiento colectivo, con el cual se transmiten los valores imperantes de un momento. El lenguaje es el reflejo, pero a la vez refleja y moldea transformando nuestra forma de ver el mundo, por lo que también ayuda en la creación o no de estereotipos, y en nuestra forma de actuar en el día a día.
El lenguaje, se usa con sus normas establecidas en cada comunidad de hablantes, y estas no son aleatorias y tampoco inofensivas, son parte de una ideología que impone unos significados concretos a las palabras.
El sexismo en el lenguaje se concreta de dos maneras principales, por una está el silencio y por otra el desprecio. El silencio, el ocultamiento, la no existencia, ya que “lo que no se nombra no existe” dicen algunas personas. Las mujeres quedamos ocultas tras los falsos genéricos masculinos, que supuestamente abarcan todos los géneros, pero que en realidad lo que hace es olvidarse de nosotras. Por otro lado queda el desprecio mostrado en el lenguaje, cuando se trata de duales aparentes como zorro/zorra, verdulero/verdulera, perro/perra, etc., los refranes, frases hechas, determinadas canciones, libros, los medios de comunicación, la publicidad… La lengua contribuye a construir imágenes negativas de las mujeres y a perpetuar la situación de subordinación del género femenino.


La poetisa Adrienne Rich dice “En un mundo donde el lenguaje y el nombrar las cosas son poder, el silencio es opresión y violencia” Reconocer a mujeres y hombres, niños y niñas, alumnas y alumnos, conlleva incluir a ambos sexos en nuestro imaginario, de otra manera nuestro imaginario se mantiene masculinizado y cuando hablamos de un grupo de jueces, imaginamos un grupo masculino. Cuando por ejemplo usamos de forma sistemática la palabra hombre, delante de mujeres o niños, estamos manteniendo un orden de subordinación que se encuentra vigente en nuestro pensamiento.


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