EL CLIMA

domingo, 28 de noviembre de 2010

SI TE PINCHA GUARDA







CUANDO ESTE TE PINCHA


CUPIDO



Mucho antes de la celebración del Día de San Valentín, el pequeño dios Cupido ya ocupaba un lugar protagónico en las festividades romanas dedicadas al amor.

Conocido como Eros en la mitología griega, era el dios responsable de la lujuria, el amor y el sexo. Su nombre es la raíz de palabras tales como erotismo.

Su equivalente romano era Cupido o "deseo", también conocido como Amor. Este niño alado era hijo de Venus, diosa de la belleza y la fertilidad, y de Marte, dios de la guerra.

En Grecia se le representaba con el aspecto de un adolescente, pero posteriormente en Roma se le fue mostrando cada vez más joven, como un niño y luego como un infante de unos tres o cuatro años, armado con un arco y una flecha, ocasionalmente ciego o con los ojos vendados.

Sus flechas representan el deseo y las emociones amorosas: cuando Cupido hiere a alguien con ellas -sea dios o mortal- le condena a enamorarse profundamente.

Sin embargo, en su carcaj llevaba dos clases de flechas: unas doradas con plumas de paloma que provocaban un amor instantáneo, y otras de plomo con plumas de búho que provocaban la indiferencia.

Era ayudante de su madre Venus, dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales. Era pícaro y carismático, pero a veces cruel con sus víctimas, ya que no tenía escrúpulos.

Resulta extraño que, siendo un dios mitológico, sea representado por la figura de un niño. La historia cuenta que su propia madre, Venus, se sorprendió al comprobar que pasaba el tiempo y su hijo no crecía como era de esperarse.

Preocupada, se dirigió al Oráculo de Temis para consultarle su problema y éste le dijo: "El Amor no puede crecer sin Pasión". Venus no acabó de entender esa respuesta, hasta que nació su hijo Anteros, el dios de la pasión. Cuando estaba junto a él, Cupido crecía hasta convertirse en un apuesto joven; pero cuando se separaban, el dios del amor volvía a su forma infantil y seguía con sus travesuras.

Consciente del poder que ostentaba, a veces rechazaba las peticiones de su madre y los demás dioses de interferir en el curso de la vida de algunos mortales. Siendo un ser juguetón, provocaba frecuentes problemas a los dioses.

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