EL CLIMA

viernes, 27 de agosto de 2010

LIBERTAD LEBLANC







LIBERTAD LEBLANC


Libertad María de los Ángeles Vichich Blanco (Guardia Mitre, Río Negro, 24 de febrero de 1938), conocida como Libertad Leblanc, es una actriz de cine argentina. Filmó 30 películas en la industria cinematográfica argentina entre 1960 y 1989.

Leblanc fue un sex symbol de los 1960s y 1970s, apareciendo en filmes de adultos, con escenas de desnudez y contenido sexual ingenuo. Su tercer filme fue Acosada de 1964.

Algunos de sus filmes fueron controvertidos, La Endemoniada, de 1968, tiene escenas de horror y vampirismo con desnudez explícita. Leblanc también actuó en versiones de TV de Naná, Lola Montes y Lady Hamilton.


Libertad era una mujer decidida. A comienzos de los '60, habiendo realizado sólo papeles menores en películas y espectáculos teatrales, aceptó la invitación de un periodista venezolano para asisitir a un festival de cine en Caracas.

Al borde de la pisicina del hotel, mientras invitados y periodistas le dedicaban toda la atención a la diva argentina Graciela Borges, Libertad se quitó el vestido, exponiendo su cuerpo blanquísimo y escultural en pequeñísima bikini amarilla a lunares. Los periodistas se arremolinaron alrededor de aquella despampanante rubia desconocida.

El repentino salto a la notoriedad le significó su primer film protagónico: La Flor de Irupé, en el que realizaba el primero de los muchos desnudos que caracterizarían su carrera, y que resultó un éxito de taquilla

Su padre, un administrador de campos, murió en un confuso episodio policial cuando Libertad aún no había cumplido un año de edad. Su madre volvió a casarse, y Libertad pasó su adolescencia como pupila en un colegio de monjas, el Colegio María Auxiliadora, en la ciudad de Trelew. Libertad era una alumna díscola y rebelde. Fue expulsada cuatro veces del colegio.

Muy joven aún, se casó con el empresario teatral Leonardo Barujel, con quien tuvo a su única hija, Leonor. El matrimonio duró apenas un par de años, y Libertad nunca volvería a casarse.

Ya retirada de los sets y los escenarios, Libertad Leblanc, "la diosa blanca de la sensualidad" transcurre actualmente sus días entre Argentina, España (donde tiene dos casas) y Suiza, donde viven su hija Leonor y su nieto

Su rivalidad con Isabel Sarli —el mayor sex-symbol del cine argentino— fue notoria en los '60. Eran las dos figuras máximas del cine erótico. Al mismo tiempo, el contraste entre ambas, en apariencia y en personalidad, en la pantalla y fuera de ella, no podía ser mayor.

Isabel Sarli era morocha, trigueña, de generosas formas, atributos que le había otorgado la naturaleza. Libertad Leblanc, por su parte, se había mejorado los pechos mediante cirugía, había teñido su cabello de rubio platino, y mantenía su distintiva piel blanquísima evitando exponerse al sol

Isabel era tímida y algo ingenua, y daba una imagen pública casi "naïve". Sus películas son en su mayoría melodramas y comedias. En contraste, Libertad era desinhibida y astuta, y daba una imagen pública "vamp". Su filmografía incluye policiales y thrillers.

La Sarli era (y no sólo como actriz) enteramente un producto de Armando Bó. El realizador argentino fue para ella padre, marido, representante, productor y director. La Leblanc, en cambio, acostumbrada desde joven a abrirse camino por sí misma, fue una auténtica "self-made-woman". Discutía con los productores, los directores, los distribuidores. Era su propia representante, coprodujo casi todas sus películas —en una época en que ninguna mujer lo hacía—, encargándose casi siempre de la distribución y promoción de sus filmes. Un productor mejicano, con quien la Leblanc realizaría ocho películas, manifestó una vez a los medios que "Libertad Leblanc, para hablar de negocios, tiene bigotes".

De hecho, fue la propia Libertad Leblanc quien instaló la rivalidad entre ella y la Sarli. A fin de promocionar su primer filme, La Flor de Irupé, sugirió un afiche de promoción con un desnudo en blanco y negro, y la leyenda “Libertad Leblanc, rival de Isabel Sarli”. Aunque Isabel no dijo nada, Armando Bó, hecho una furia, acusó a Leblanc de estar utilizando arteramente la fama, ya internacional, de Isabel Sarli.

"Y tenía razón, pero bueno, no gastamos nada y salió perfecto

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