EL CLIMA

jueves, 8 de julio de 2010

MEZQUITAS











MEZQUITAS


El origen de la mezquita

La primera mezquita estaba constituida por el patio y la propia casa de Mahoma en Medina (622), situada en el territorio de la actual Arabia Saudí. El muro del patio que miraba en dirección a La Meca —conocido como quibla— disponía de un santuario cubierto desde el que se recitaban las oraciones, mientras que el resto de los muros estaban flanqueados por soportales de arquerías para proporcionar sombra en el caluroso desierto. Esta tipología se trasmitió a las mezquitas posteriores, en las que se distinguen los mismos elementos: el patio de abluciones o sahn, el muro de la quibla y el espacio cubierto para la oración. En el centro de la quibla se situaba el mihrab, un nicho cuya única finalidad es distinguir este muro de los restantes y enfocar así la oración hacia La Meca. A su derecha suele aparecer el mimbar, púlpito desde el que el imán o jefe religioso predica el sermón y dirige la oración de los viernes.

En las sociedades islámicas, las mezquitas no sólo se han empleado con fines religiosos, sino también políticos y sociales. Estos edificios llegaron a convertirse en muchas culturas en un auténtico foro para múltiples cometidos, como tribunales de justicia, escuelas, salas de asambleas e incluso como lugar de desfiles. En torno al espacio sagrado suelen aparecer otras habitaciones subsidiarias, que acogen en su seno bibliotecas, hospitales o cámaras de tesoros.

A medida que el islam se expandía fuera de Arabia, las mezquitas fueron incorporando elementos de la arquitectura de los países conquistados. Las tipologías basilicales, heredadas de la tradición cristiana, comenzaron su existencia con la mezquita mayor de Damasco (siglo VIII), construida sobre una antigua iglesia cristiana que a su vez se asentó sobre un templo pagano. Siguiendo esta misma trayectoria, la nueva tipología musulmana tuvo su origen en la basílica romana, así que finalmente la tradición arquitectónica islámica hunde sus raíces en la clásica. La única diferencia que incorpora la mezquita basilical es la equivalencia de sus tres naves, tanto en anchura como en altura, que produce un efecto espacial más parecido al de las salas hipóstilas.

Las cubiertas planas de estos edificios se apoyan en dos pisos de arcadas, el primero de ellos compuesto por grandes arcos de medio punto sustentados sobre columnas romanas, y el segundo, dispuesto para acrecentar la altura del espacio de oración, más pequeño y transparente. Esta disposición propia de los califas omeyas se trasladó a la península Ibérica con la caída del poder omeya en Damasco.

Abd-al-Rahman I comenzó hacia el año 780 la mezquita de Córdoba, donde se incorporaron numerosas novedades, como la disposición de once naves perpendiculares a la quibla, en lugar de las tres paralelas de la tipología siria. Otra de las características emblemáticas de la arquitectura califal cordobesa fue el arco de herradura decorado con franjas rojas y blancas (véase Arco y bóveda), un modelo constructivo heredado de los romanos que se conservó durante el periodo visigodo. El edificio cordobés se fue ampliando sucesivamente hasta el año 990, incorporando otras soluciones originales como la compleja estructura de pilastras sobre columnas, los arcos lobulados y entrecruzados, o las peculiares cúpulas de nervios entrecruzados que cubren las capillas junto al mihrab.

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