HABLAR AL REVES
El hombre que hablaba al revés era un tipo singular.
Siempre llegaba despidiéndose y se marchaba diciendo "hola".
El hombre que hablaba al revés cantaba canciones que nadie podía entender.
El hombre que hablaba al revés daba el pésame en las bodas y brindaba en los entierros.
Pero no lo hacía de mala fe; es sólo que no podía evitar hablar al revés.
El hombre que hablaba al revés no reparaba en elogios hacia las personas que detestaba.
Escribía cartas de amor a sus peores enemigos.
Y, en Navidad, enviaba amenazas de muerte a la familia.
El hombre que hablaba al revés insultaba con frecuencia a sus cada vez más escasos amigos.
El hombre que hablaba al revés le dijo NO a la mujer de la que estaba enamorado.
Y se apoderó de él tal tristeza que no podía dejar de contarse chistes a sí mismo.
Un día, el hombre que hablaba al revés se asomó a la ventana de su pequeño apartamento en la planta 25 (¿o era la 52?).
El hombre que hablaba al revés gritó que se arrojaría al vacío para poner fin a su vida.
El hombre que hablaba al revés se despidió del cruel mundo.
Pero la multitud expectante que le observaba vio como, en lugar de caer, el hombre que hablaba al revés comenzaba a levitar ingrávido en el aire, ascendiendo lentamente hasta perderse en la lejana infinitud de un hermoso cielo azul.
Le echamos de más.
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