EL CLIMA

domingo, 11 de abril de 2010

HISTORIAS DE OFICIOS









DE OFICIO AFILADOR

Trabajar como afilador y además como paraguero, fue una de las modalidades que adoptó parte de la emigracion gallega, que salió en busca de un mejor futuro económico, que en su tierra no podia encontrar.
La mayoria de la los afiladores, salieron de la provincia de Orense y mas precisamente del ayuntamiento de Nogueira de Ramuin.
Fue un oficio muy especial, al cual se lo llamo “la industria ambulante”, pues el afilador llevaba consigo todo lo necesario para ejercer su oficio. Y lo realizaba llendo de aqui para alla, siempre caminando detrás de su rueda de afilar, o a veces, montado en una bicicleta. Hasta que la modernidad y el desarrollo tecnológico, no lo convirtieron en un oficio practicamente extinguido ( al menos en su forma tradicional ), muchos gallegos encontraron en él, un medio de vida digno para el y su familia.
Casi siempre lo realizaron en tierras lejanas, como el resto de España, y otros que fueron aún mas lejos y llegaron a América, donde hubo gran cantidad de afiladores en los grandes centros urbanos de Argentina, Uruguay, Venezuela, Cuba, etc..
Es interesante señalar que desarrollaron un sentimiento corporativo entre ellos, como los viejos oficios medioevales, e incluso llegaron a crear un idioma propio, como fue el Barallete . Una especie de jerga de grupo, que lo usaban solo para hablar entre ellos y que les servia para preservar los secretos de su oficio. El afilador llegó a tener una aureola folklórica y de cierto romanticismo, y fue motivador de mucha literatura e inspirador de muchos temas musicales. Recuerdo ahora una hermosa version rockera sobre la vida y los sueños del afilador del grupo Los Suaves. También otro bonito tema de Mocedades sobre el afilador y el paraguero, y hasta una versión tanguera sobre el mismo tema, de Magaldi, que se hizo en el Rio de la Plata.
Contaré ahora la historia de un afilador que llegó a serlo sin pensarlo, solo bajo el imperio de las circunstancias. Se llamaba Benigno Rodríguez y como no podia ser de otra forma nació en Nogueira de Ramuín en el año 1921. El haber nacido en el seno de una familia numerosa, y la bajisima productividad de la explotación agrícola y ganadera familiar, lo impulsaron muy pronto a recorrer los pueblos de Galicia vendiendo “quincalla”, en las distintas ferias que habia, buscando mejorar su situacion económica. Varios años haciendo eso no satisfacieron sus expectativas, sobretodo cuando ya se habia casado y habian nacido dos hijos. Asi que se propuso dar el gran salto. Por intermedio de unos parientes que vivian en Brasil, consiguió que lo reclamaran, y asi se embarcó para Rio de Janeiro. Allí vivió un año, trabajando como panadero, y repartiendo pan, pero aquello no era lo que había imaginado. El insoportable calor y la humedad reinante lo hacian sufrir mucho. No podia dormir de noche, y siempre contaba que el agua que habia para saciar su sed, le sabia a caldo. Fue una mala experiencia; cuando hablaba del tema, siempre decia lamentandose: “ojalá me hubiera roto una pierna, cuando embarqué para allí”.
Asi que decidió buscar otros destinos y alguién le hablo de Montevideo en Uruguay, y lo sedujo el echo de que allí el clima era muy parecido al de Galicia. Asi que con dos paisanos más en su misma situación, decidieron irse para allá.
Y aquí comenzó otra etapa de sus peripecias de emigrante. El viaje lo hicieron por via terrestre; fueron 5 ó 6 dias viajendo en tren y en camión. Como no llevaban papeles para entrar legalmente a Uruguay, al llegar a las fronteras y los controles aduaneros, tenian que bajarse del camión y cruzar la frontera a pié y por el monte, hasta más adelante, donde los esperaba el camión para seguir viaje. Al fin llegaron a Montevideo. Una de las cosas que más lo sorprendió, fue ver a los uruguayos tomando mate por la calle. Vivió mucho tiempo en pensiones, haciendo jornales, Hasta que un dia hubo una redada policial en una de esas pensiones, y como seguia sin papeles lo llevaron preso. Asi estuvo varios dias detenido, hasta que gracias a la ayuda de algunos paisanos, pudo solucionar el problema. Consiguió trabajo en una barraca, pero al poco tiempo lo despidieron, y después de varias busquedas infructuosas , y cansado de la precariedad de los empleos, decide trabajar por su cuenta. Le compra una rueda de afilar a un paisano que volvia a España, y aqui comienza su vida de afilador.
Como no tenia ninguna experiencia como tal, al principio los afilados no le quedaban muy bien. Siempre contaba la anecdota, que la primera tijera que le dieron para afilar, le quedo tan mal, que le dio verguenza y la dejó en la puerta de la casa de la dueña, y salió casi que corriendo del lugar, empujando la rueda y que nunca mas volvió a pasar por aquella calle.
Poco a poco, con mucho esfuerzo y con la ayuda de otros afiladores, fue aprendiendo, hasta dominar todos los secretos del oficio, al que luego agregó el de paraguero. Hizo una gran clientela, y su vida mejoró mucho., se compró una casa y al poco tiempo, mando buscar a su esposa y sus hijos, que esperaban su llamado allá en Galicia. Asi llegue yo al Uruguay, ( donde aún estoy), pues era el mayor de esos dos niños, y donde conocí a mi padre a la edad de 7 años.
Con el correr del tiempo,muchos afiladores se instalaron con talleres fijos de afilados y paraguería, pero el siguió toda su vida, recorriendo detras de su rueda, todos los barrios de Montevideo, haciendo los trabajos a domicilio.
Tal vez lo mas importante, es que se sintió feliz en ese trabajo, que le daba independencia laboral, no tenia patrón y el fijaba sus propios horarios y sus propios recorridos.
Con el paso de los años y la perdida de salud, las recorridas, ” a volta” como el las llamaba, fueron siendo cada vez más cortas; hasta terminar realizando los afilados y la compostura de paraguas, solo en su casa, a donde su nutrida y fiel clientela, le siguieron llevando los trabajos hasta el final de sus dias, que fue en el año 1998.
Rodolfo Rodriguez

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