EL CLIMA

domingo, 7 de marzo de 2010

SAVONAROLA














SAVONAROLA, EL MONJE MAS TEMIDO POR EL VATICANO

Girolamo Savonarola (Ferrara 1452-Florencia 1498):
Nació en el mismo mes y año que Leonardo, en el seno de una familia adinerada de Ferrara. Su abuelo Miguel, que era médico, se había sentido atraído por los problemas religiosos y quizá fue quien más influyó en su idea reformadora de la Iglesia. Abandonó los estudios de medicina cuando tenía 22 años para entrar en secreto, sin el consentimiento de sus padres, en la orden de predicadores y mendicantes de los dominicos en Bolonia. Siendo ya miembro de la orden escribió diversos tratados acerca de la decadencia de la Iglesia y sobre los textos de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. Entre 1485 y 1489 visitó numerosas ciudades italianas, entre ellas Florencia, en calidad de predicador talentoso y dotado de un gran fervor misionero. Sin embargo, no agradó demasiado a los florentinos. En 1490 ingresó en el convento dominico de San Marcos de Florencia, del que fue elegido prior en 1491. Savonarola empezó a tratar en sus sermones los temas del Apocalipsis y las visiones de la amenaza del fin del mundo. Ejerció una enorme influencia sobre la población con sus ideales de pobreza y desposeimiento y con prédica de la flagelación por la corrupción moral, la degeneración, el lujo, el derroche y el afán de placeres en los círculos de la Iglesia oficial y de la ciudad; sus adeptos acabaron por venerarlo como a un profeta. La intensidad y el radicalismo de sus arremetidas retóricas contra Lorenzo de Médicis y su hijo Pietro, así como contra a Santa Sede y la Iglesia, no cesaban de crecer. Cuando los Médicis fueron derrocados en 1494 y Carlos VIII de Francia conquistó el reino de Nápoles en los años 1494 y 1495, sus profecías se vieron cumplidas y Savonarola mantuvo estrecho contacto con el monarca francés.

La república teocrática: El religioso instauró entonces en Florencia una especie de democracia teocrática en la que se seguían sus ideas sin que él mismo participara activamente en la política, permaneciendo en un segundo plano como eminencia gris. El fervor moral de sus secuaces pronto se transformó en vigilancia, espionaje y denuncias. Con la reclamación del derecho de resistencia contra la Iglesia el 18 de marzo de 1498, en su último sermón antes de la ejecución, Savonarola tocó un punto delicado. Gran parte de la sociedad florentina aplaudía las aspiraciones de una fracción reformista de teólogos que pretendían contrarrestar el creciente absolutismo del papa mediante una constitución conciliar y la cogestión en las cuestiones de importancia decisiva para la Iglesia; sin embargo, dichos esfuerzos fracasaron y muchos tomaron al papa por el anticristo. A principios del año 1498, Savonarola publicó su Trattato circa il Reggimento di Firenze (Tratado acerca del gobierno de Florencia). En él proponía una reforma de gobierno "basada en la justicia, la paz y la confianza entre los ciudadanos". Según el predicador dominico,
    "las relaciones sociales (...) se nutrían de la desconfianza recíproca, y las acciones privadas y la actividad intelectual de los ciudadanos (...) serían absolutamente libres". (Savonarola)
Savonarola opinaba que ello sólo sería posible si la causa inicial y final era la aspiración hacia el bien común -bene comune-, un principio ético extraído de los textos de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino. Sin embargo, el predicador dominico era demasiado radical en sus opiniones y fomentaba la quema en la hoguera de todos aquéllos que se abandonaran al vicio y el libertinaje, así como la restricción y supervisión de la ciencia y la supresión del desnudo en el arte. A pesar del carácter casi dictatorial de su conciencia misionera hacia finales de su vida, Savonarola tenía por modelo a Cristo crucificado:
    Puesto que no voy a predicarme a mí mismo sino a Cristo (...), y no se convertirán a mis alabanzas sino a ti (...)". (Savonarola)
(Ruth Strasser) [...] Para entonces, la oposición comienza a cambiar de aspecto. Los florentinos comienzan a dar oídas al fraile dominico que denuncia la "dolce vita" de la corte florentina, el paganismo, la asfixia de la libertad ciudadana. Los Médicis intentan acercarse al predicador y tratar con él. Fray Jerónimo es rígido; para él, los Médicis son la causa del mal y deben irse, porque el castigo de Dios está cerca:
    y tú, Florencia, que piensas sólo en ambiciones y empujas a tus ciudadanos a exaltarse, sabe que el único remedio que te queda es la penitencia, porque el flagelo de Dios ya está próximo. (Savonarola)
Su terrible y profética elocuencia fascinó a los florentinos. Su doctrina era muy simple: muy pronto la Iglesia pagaría por sus innumerables pecados, igual que la sociedad, que degeneraba buscando sólo su provecho y su placer. Un punto de vista adecuado a las inquietudes de su tiempo. Así las ardientes prédicas del monje impresionaron tanto a los florentinos, que cada vez eran más los que acudían al convento de San Marco y después a la catedral para oírlo: las buenas gentes se codeaban allí con Botticelli, Miguel Angel o el filósofo platónico Marsilio Ficino. Entre otros azotes anunciaba la llegada de un nuevo Ciro, que vendría de más allá de los Alpes como instrumento de la cólera divina. Según él, los florentinos eran el pueblo elegido. A través de Florencia habría de llegar todo y, por tanto, debían purificarse. Savonarola sustituyó el Carnaval por la fiesta de la Penitencia; además hizo alzar en plena Señoría una gigantesca "hoguera de las vanidades", en la que se arrojaron cosméticos, joyas, y libros, mientras que los artistas veían consumirse sus obras insuficientemente devotas o demasiado paganas. Savonarola incitaba incluso a los niños a que denunciaran las afrentas contra la moral. Cuando en 1492 quiso defenderse de las acusaciones que decían que era contrario a los poetas, escribió el opúsculo De divisione et utilitate omnium scientiarum en el que hace derivar a la poesía de la filosofía racional, demostrando con ello que no tenía exacto conocimiento de la más divina de las artes. (Papini)

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