EL CLIMA

martes, 23 de marzo de 2010

MUSICO TERAPIA










































MUSICO TERAPIA

MUSICA CONTRA EL AISLAMIENTO
El músico argentino Martin Saint-Pierre, antiguo maestro rural y compositor percusionista, laureado de la Fundación Yehudi Menuhin en 1986, cuenta una historia del mundo con tambores. Para él, el tambor es un cronista de los sentimientos más arcaicos del ser humano. Pero su principal hazaña es que trabaja desde hace cinco años en el centro médico-pedagógico de Belleville (París) con niños que tienen problemas de aprendizaje. Aplica sus técnicas de musicoterapia a sordomudos y autistas para despertar sus emociones mediante 'sonidos primordiales' con resultados sorprendentes.
El director de este centro, Michel Gendre, afirma que 'el método elaborado por Saint-Pierre está particularmente adaptado para desarrollar ciertas capacidades en los niños con problemas de lenguaje y de comprensión'.
El músico habla de rascar, golpear o acariciar la piel del tambor como posibilidades de recuperar reminiscencias en la memoria provocando estímulos internos gracias a ciertos 'efectos' musicales. Después de numerosos viajes por el mundo en misiones relacionadas con su particular terapia musical de tambor, desde hace cinco años decidió trabajar en París en varios talleres destinados a niños discapacitados, sordomudos y autistas.
Su método, a la vez pedagógico y artístico, ha conseguido una gran reputación en los centros escolares y clínicos de rehabilitación. Por encargo del Gobierno francés, una vez dio un concierto ante 2.000 sordomudos. 'Aparentemente, se trataba de algo absurdo; sin embargo, no lo era', afirma. 'Los sordomudos, en el caso del tambor, pueden percibir el sonido por medio de las vibraciones que les llegan a través de los huesos y el bajo vientre'.
Para la pedagoga Anne Vaulont, responsable de grupos autistas reacios a la comunicación verbal en el colegio Saint-Michel de Picpus, 'la música es un modo de expresión primordial en la historia de la humanidad. Tiene un papel de mediador, transmisor de mensajes'.
Científicamente está probado que un universo sonoro baña al individuo antes de su nacimiento. El bebé escucha antes de ver. Según el psicoanalista Didier Anzieu, 'el espacio sonoro es nuestro primer espacio psíquico', sin duda, un lugar privilegiado entre el interior y el exterior del cuerpo, entre sí mismo y los otros.
La experiencia de Saint Pierre, explica otra educadora del centro, 'le aporta al niño elementos para construir su identidad, progresivamente, hacia la socialización, al abandonarse a sensaciones distintas, agradables, a reírse, a moverse'.
Para el músico, 'la percusión provoca en ciertos niños discapacitados una reacción positiva, una posibilidad ínfima, pero real, de integrar su historia personal a su entorno'. La pulsación vital del sonido puede enseñarles a captar su diferencia y compartir su destino con los demás obteniendo un poco de felicidad o de placer. 'El juego con los instrumentos, -añade-, la diversidad de timbres y sonoridades, permite la emergencia de intercambios, la reproducción de ritmos en función de las capacidades de cada uno'.

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