LAS CARICIAS
Acariciar eróticamente a la persona que amamos es verdaderamente un arte.
Es fundamental aprender a acariciar tanto como a dejarse acariciar. Las caricias que nos brindemos mutuamente no se deben concentrar exclusivamente en las áreas erógenas habituales. Todo el cuerpo, particularmente el de la mujer, debe ser considerado como una zona capaz de sentir eróticamente caricias, masajes y besos.
El tacto, la vista, los sonidos y las palabras cuando los utilizamos adecuadamente son capaces de, a través de la imaginación, disparar estados sensuales y eróticos muy fuertes, tanto en la mujer como en el hombre.
Por ejemplo: una mujer semivestida se nos aparece como más excitante que totalmente desnuda. Es que el misterio que nos presenta obliga a nuestra imaginación a construir fantásticamente el resto del cuadro, involucrándonos de una manera muy especial.
Con respecto a la importancia del tacto, alcanza con recordar cuan tierno y emocionante fue tomar por primera vez la mano de la persona amada, sentir la tersura de su piel, el calor que de ella nos llegó a nuestra propia piel.
El contacto físico de las caricias y el masaje suave permite una corriente afectiva y corporal muy intensa, que además, se suma a la mirada, a las palabras, al silencio y a todos los elementos que hayamos logrado incorporar al momento.
Todo va creando el clima necesario para que la unión sexual alcance su punto máximo. En el acto sexual no solo juegan las sensaciones exteriores y los estados de ánimo interiores, sino la totalidad de lo que uno es. De allí la trascendencia e importancia del mismo.
Todo encuentro sexual ha de comenzar en la ternura. Debemos darle a nuestra pareja la atención mas delicada y sutil que podamos a fin de crear el clima propicio y necesario.
El elemento más importante de la ternura son las caricias, los mimos y suaves gestos que damos junto al beso, que en un principio será también suave y lento para ir convirtiéndose en apasionado a medida que la temperatura del encuentro lo requiera
.¿Qué es el amor?
¿El amor es un arte o solamente es una cuestión de azar?.
Si fuese lo segundo, bastaría con esperar a ocurriera, a que se apareciera en nuestra vida la persona ideal, la que nos amara. Por el contrario, si fuera lo primero, deberíamos antes interesarnos en el conocimiento de dos aspectos fundamentales a todo arte: primero, el dominio de la teoría, y segundo, el dominio de la práctica.
Aún el solo poseer estos conocimientos no me garantizará el éxito. Teoría y práctica deberán ser revisadas e incorporadas a nuestra vida hasta el punto en que se fundan y funcionen desde la intuición. Tal como sería necesario para el dominio de cualquier otro arte, la pintura, la escultura, la escritura, etc.
Dedicamos muchas energías a la realización de objetivos como el prestigio, el poder y el dinero y muy pocas a aprender, a enriquecer nuestra manera de amar, nuestro arte de amar.
La mayoría de los hombres suponemos que no hay que aprender nada sobre el amor, que todo se resuelve siendo atractivos, ricos y/o poderosos. Y que eso bastará para que alguien nos ame. Y entonces, todo el problema consistirá en encontrar a alguien a quien amar. Esto pone al amor en la categoría de objeto y no de facultad personal. Esta es, la capacidad de dar amor.
Además el amor no sólo es dar, también incluye la responsabilidad, el respeto, el cuidado y el profundo conocimiento de la persona amada.
Los hombres somos excesivamente indisciplinados. La falta de concentración y el hecho de que todo ocurre en forma acelerada a nuestro alrededor nos lleva a actuar con rapidez en todo lo que hacemos. Nada mas equivocado y erróneo en el arte del amor, donde debiéramos estar tan concentrados en lo que nos ocurre a nosotros como en todo lo que le sucede a nuestra pareja. Donde estar concentrados significa vivir serena y plenamente en el presente.
Casi se puede decir que amar es un acto de fe. Amar implica comprometerse sin garantías. Entregar todo lo que uno es a la persona amada, con la única esperanza de producir amor.
la geografía del varón muestra las siguientes zonas erógenas:
a) La boca. Y, al respecto, nos remitimos a lo ya dicho.
b) El cuello.
c) Las tetillas. Despreciadas y hasta estimadas inútiles, las tetillas del varón conforman un apreciable sector del erotismo masculino, estimulable por la vía oral. Las experiencias de una mayoría, no dejan dudas ya de tal característica.
d) Los genitales externos. El pene y las bolsas constituyen la zona erógena primordial de la masculinidad. El miembro viril, órgano copulador del varón, aparece como un cilindro de tamaño variable, que, en reposo descansa sobre las bolsas. Está recubierto por un repliegue llamado prepucio y su parte libre o cabeza recibe la denominación de glande. Por manipulaciones o contactos orales o de otro tipo, y aun estímulos puramente imaginativos, el pene hace manifiesta la excitación viril por el mecanismo reflejo de la erección, que lleva a que alce su cabeza hacia arriba y se ponga duro por la irrupción de sangre a los cuerpos cavernosos que lo componen, aumentando a menudo muchas veces de tamaño. Toda mujer debe saber: 1) Que acariciar el pene excita a los varones y los conduce al orgasmo. 2) Que acariciar el pene y bolsas es un adecuado camino para iniciar acercamientos eróticos. 3) Que pene y bolsas son especialmente susceptibles a las caricias dosificadas, bucales, manuales o de roce. 4) Que la mayor excitación viril se obtiene del correr y descorrer del prepucio, en movimientos rítmicos, de frecuencia ascendente. 5) Que una mujer que sabe acariciar los genitales masculinos puede contar con un sumiso y dispuesto compañero sexual. 6) Que el pene es un órgano cordial, amistoso, fraternal que no duele ni hace doler. 7) Que como los calendarios, donde se pone nunca está demás y sirve.
e) El ano. Digan lo que digan los varones infiltrados por el machismo, el ano es otra de las más importantes zonas erógenas del varón. A regañadientes, los hombre de este tiempo -apagada la luz- han ido aceptando algunas audacias femeninas en relación al orificio que van desde los rozamientos simulados a la penetración de uno o dos dedos o de la lengua. Los resultados son demostrativos de que hay allí un territorio en el que las melodías placenteras han sido totalmente descuidadas.
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