EL CLIMA
viernes, 5 de diciembre de 2014
Solidaridad a la francesa
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Un grupo de parlamentarios franceses ha presentado una propuesta legislativa para que los supermercados y grandes superficies donen a los bancos de alimentos y organizaciones benéficas aquellos alimentos que están próximos a caducar pero que todavía se pueden comer. En el texto de la propuesta se especifica que los supermercados con 1.000 metros cuadrados de superficie deberán donar los productos alimenticios próximos a caducar y no se podrán poner a la venta a un precio rebajado, como hacen algunos centros hasta la fecha.
La donación de alimentos por ley en Francia podría ser una realidad, aunque dado el número de parlamentarios que solicitan esta medida (60), posiblemente se desestime. Los diputados consideran que a pesar de que existe un pacto nacional para reducir el desperdicio de alimentos, es una medida insuficiente y se siguen tirando a la basura grandes cantidades de comida que puede ser consumida. ¿Por qué los diputados se dirigen principalmente a las grandes superficies? Porque consideran que son los que acumulan mayor cantidad de alimentos y los que disponen de la logística adecuada para poder repartir esos alimentos próximos a caducar, algo que sería mucho más complicado para los pequeños comerciantes.
jueves, 29 de noviembre de 2012
¿Sabias que en francia hay una ciudad llamada picardia?
martes, 29 de mayo de 2012
NOTRE DAME

jueves, 5 de enero de 2012
HUMOR GRAFICO FRANCES



Por supuesto, tiené otro gran padre literario: Moliere, el autor de clásicos del teatro como El avaro, El enfermo imaginario y Tartufo. En el campo del arte visual, ellos fueron acompañados por pintores y grabadores como Honore Daumier (1808-1879) o Grandville (1803-1843), en los que lo humorístico tuvo un espacio privilegiado. Por su enorme producción y su originalidad, el humor francés es inevitable en cualquier reseña. Puede ir desde lo amargo y lo violento -como en las imaginerías populares y las feroces sátiras de las caricaturas en tiempo de la Revolución Francesa- hasta el refinamiento de los contemporáneos, como el alsaciano T. Ungerer, Roland Topor, Sine o Claude Serre; llegando a la sutileza de un André François o a la ternura de un Sempé. Los grabados de la imaginería popular empezaron a circular a mediados del siglo XV por medio de los comerciantes viajeros. Tenía una gran difusión, igual que la venta de almanaques y canards, rudimentarios ancestros de las revistas de hoy, destinados a informar con ácida gracia los sucesos políticos del momento.
En esos canards comenzaron a publicarse las primeras imágenes satíricas (anónimas, la mayoría de las veces) del Mundo al Revés. De ellas a la caricatura revolucionaria (y contrarevolucionaria) había un corto paso. En el curso de sólo tres años (1789-1792) se puede contar aún con más de 600 de estos grabados. Había que reír, reír de los monjes, de Ios aristócratas, del rey derrocado transformado en cerdo.
Papeles invertidos en los popularísímos panfletos de la serie del Mundo al Revés. Además de sables, arcabuces y guillotinas, los que hicieron la Revolución echaron mano de otra arma mortífera: la sátira. En tres años clave -de 1789 a 1792- miles de caricaturas y chistes gráficos vieron la luz.
Los blancos preferidos eran, por cierto, el rey, la nobleza y el clero, pero también había contraataques de la aristocracia.
Además de herir, los dibujos tenían, en ocasiones, enorme calidad y un estilo sorpresivamente actual.
Todas estas caricaturas, hechas con un estilo alegórico y grotesco, ofrecían un comentario inmediato caliente y definitivamente revolucionario. Había que reír, reírse mucho de los enemigos y un poco también de uno mismo. "Yo creo en la alegría que, lejos de molestar las operaciones que deben asegurar nuestra libertad, servirá, por el contrario, para mantener cada uno sus deberes, servirá para desatar intrigas, para prevenir las pretensiones de orgullosos y, sobre todo, para castigar a los malos ciudadanos, mostrando de una manera irónica su torpedad y su bajeza", decía un panfleto ilustrado de enero de 1790.Este humor francés hecho de observación y fantasía Va a encontrar en el excelente Grandville (Jean-Ignace Isidore Gerard) a un exponente superlativo. Nacido el 15 de septiembre de 1803, Grandville publicó las Cuatro estaciones de la vida humana, seguidas por Viaje a la eternidad y La metamoifosis del día, grandes clásicos del humor que tuvieron un éxito enorme y que siempre incluían, entre líneas, castigos morales para los capitostes de la época. En esos grabados-, cada personaje tenía la cabeza o la vestimenta del animal que llevaba dentro. En 1830, Grandville fundó, junto con Pilliphon, la revista satírica Chiavari, y colaboró en otras de las muchas de su tiempo: La Silhouette, La Caricature, L'Album Cosmopolite, La Illustration y el Paris Comiqúe. En 1848 apareció la Revue Comique, fundada por Felix Tournachon, más conocido por su seudónimo: Nadar. Gran caricaturista, escritor, pionero de la aeronáutica. Sin duda es en la historia de la fotografía donde ha quedado su nombre de forma más particular. Nadar publicó una obra maestra del humor gráfico: La vida pública y privada de Mossieu Reac.
Poco después, Cristophe (GeorgesColomb, 1856-1915) publica La familia Fenouillar, una de las primeras historietas cómicas del mundo, al mismo tiempo que un compatriota suyo, Lumiere, presentaba el cinematógrafo.
Enseguida, otro hito el extraordinario dibujante J. P. Pinchon daba vida a un simpático personaje de la Bretaña folklórica, que todavía goza de buena salud: Becassine. En 1903 comienza a salir el Canard Sauvage, de Edmond Chatenay, que marcará el paso de los caricaturistas de la belle époque. En sus páginas estarán artistas de la talla de Steilen, Kupka, Valloton, Caran D'Ache, Pissarro, y se podrá disfrutar de las crónicas de Alfred Jarry (Ubú Rey), Tristan Bemard, Octave Miraveau y Charles Louis Phillipe.
Mas adelante,en L'Epatant debutaron los mitológicos Pieds Nikeles, mezcla de Raymond Queneau y Louis Ferdinand Celine, dieron paso a cada vez más renombrados humoristas, cómo Marcel Aimé, René Clair y Jacques Tati. En los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, revistas serias -como Paris Match o Le Nouvel Observateur- comenzaron a dar espacio a los más notables humoristas gráficos de la época: Chaval y Jean Maurice Bosc.
viernes, 27 de agosto de 2010
LA MARSELLESA

LA MARSELLESA
La Marsellesa (en francés, La Marseillaise) es el himno nacional de Francia, oficialmente desde el 14 de julio de 1795. Fue escrito en 1792 por Rouget de Lisle. Fue prohibido durante el Imperio y la Restauración. Vuelve a ser el himno nacional desde la III República. Durante 1940-1945 fue nuevamente prohibido, y su canto era considerado como un elemento de resistencia a la ocupación alemana y al gobierno colaboracionista de Vichy.
El 20 de abril de 1792 se proclamó en París la declaración de guerra contra Austria. Cuando el alcalde de Estrasburgo, supo la noticia, invitó a cenar a su casa a un grupo de oficiales, en la noche del 24 del mismo mes. En este grupo de oficiales se encontraba Claude-Joseph Rouget de Lisle, capitán de ingenieros de la guarnición de Estrasburgo. En esa reunión, el alcalde le pidió que creara un himno patriótico para el acontecimiento que celebraban. Rouget de Lisle compuso dicho himno y le dio el título de Chant de guerre pour l'armée du Rhin (Canto de guerra para el ejército del Rin) y se lo dedicó al Mariscal Luckner[1]
El 22 de junio, un futuro general del ejército de Egipto llamado François Mireur, apenas titulado de la facultad de medicina de Montpellier, se encontraba en Marsella encargado de preparar la marcha de los voluntarios de Montpellier y de Marsella. Había oído el himno en Montpellier durante funerales oficiales y lo presentó a su gente con el título de Chant de guerre aux armées des frontières (Canto de guerra para los ejércitos de las fronteras). La tropa de los obligados lo aprendió y lo usaron como canción de marcha. Y así entraron en París el 30 de julio de 1792, entonando marcialmente el himno compuesto tres meses atrás por Rouget de Lisle. Los parisinos los acogieron con gran entusiasmo y bautizaron el cántico como La Marsellesa.
Durante la Primera República, la Marsellesa fue un himno muy popular entre soldados y civiles. En el tiempo de los dos Imperios, la Restauración y la Segunda República, fue ligeramente olvidado. En la Tercera República recuperó el protagonismo y fue interpretado por las bandas militares en todos los actos oficiales. En el siglo XX, el Gobierno de la Francia liberada le otorgó una especial importancia junto con el himno oficioso llamado "Le Chant des Partisans".
Hasta que finalmente en la Constitución del 4 de octubre de 1958, fue instituida la Marsellesa como himno nacional.
La Marsellesa exaltaba desde sus comienzos el ánimo patriótico, hasta tal punto que Napoleón Bonaparte dijo en una ocasión: «Esta música nos ahorrará muchos cañones».
El 24 de enero de 2003, se aprobó la Ley de Programación para la Seguridad Interior (Lopsi), propuesta por Nicolas Sarkozy, que creaba el delito de ultraje a la bandera y al himno nacional franceses, sancionándolos con penas de hasta seis meses de prisión y 7.500 euros de multa. Algunas asociaciones y ciudadanos protestaron, considerando esta ley un atentado a la libertad de expresión. El Consejo Constitucional de Francia limitó las posibilidades de aplicación de la ley, los actos dentro de un círculo privado, y los actos realizados en manifestaciones no organizadas por las autoridades públicas o no reglamentadas por ellas.
Debido al alto desconocimiento del himno entre muchos jóvenes franceses, la ley Fillon para la reforma de la educación adoptada en marzo de 2005, incluye la obligación del aprendizaje de la Marsellesa en la educación infantil y primaria.