EL CLIMA

jueves, 29 de octubre de 2015

Sobre el orden del discurso



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El orden del discurso es la lección inaugural que ofreció Michel Foucault en 1970 en el Collège de France, cuando sucedió a Jean Hyppolite en la cátedra de “Historia de los sistemas de pensamiento”.  En dicha lección, a partir de una visión genealógica, es decir, que busca comprender las tácticas y estrategias que utiliza el poder, va a enumerar todos los procedimientos utilizados para conjurar los poderes y peligros del discurso (enfocado en su dimensión de materialidad y de acontecimiento).

Junto a la idea de poder, se halla el concepto de discurso; ambos se relacionan y configuran un trinomio en conjunción con el saber: el discurso permite la legitimación del poder y éste institucionaliza al saber; entre saber y poder se construye una “política general de verdad”, “la cual se encarga de distinguir los enunciados falsos de los verdaderos, de sancionar los discursos alternativos, y de definir las técnicas y procedimientos adecuados para la obtención de la verdad que interesa al poder”




La palabra prohibida es el procedimiento más evidente y familiar, es decir, “uno sabe que no se tiene derecho a decirlo todo, que no se puede hablar de todo en cualquier circunstancia, que cualquiera, en fin, no puede hablar de cualquier cosa”.4 Como parte de este sistema se ponen en juego tres tipos de prohibiciones que se cruzan, se refuerzan o se compensan, formando una compleja malla en constante modificación: 

(1) Tabú del objeto.

 (2) Ritual de la circunstancia.

 (3) Derecho exclusivo o privilegiado del sujeto que habla. 

Asimismo, Foucault resalta que es en las regiones de sexualidad y política en las que esa malla se encuentra “más apretada” y que, debido a estas prohibiciones que recaen sobre el discurso, es posible hallar claramente su vinculación con el deseo y el poder:

Foucault señala la existencia de un tercer grupo de procedimientos que permiten el control del discurso. Éstos determinan las condiciones de su utilización, imponen a los individuos que los dicen cierto tipo de reglas y, de esa forma, no permiten a todo el mundo el acceso a ellos.

(a)  Enrarecimiento del discurso: no todas las partes del discurso son igualmente accesibles e ininteligibles, algunas se hallan evidentemente protegidas (diferenciadas y diferenciantes).

(b)  Ritual: aquel que define la cualificación que deben tener los individuos que hablan, los gestos, los comportamientos, las circunstancias y todo el conjunto de signos que deben acompañar al discurso, además de fijar la eficacia supuesta o impuesta de las palabras.

(c)  “Sociedades de discurso”: son aquellas cuyo cometido es conservar o producir discursos, empero los hacen circular en un espacio cerrado, distribuyéndolos según reglas estrictas, es decir, regulan la apropiación del secreto y la no intercambiabilidad.

(d) “Doctrinas”: son aquellas que cuestionan los enunciados a partir de los sujetos que hablan, a la vez que los vincula a ciertos tipos de enunciación y, como consecuencia, les prohíben cualquier otra; sin embargo, se sirve, en reciprocidad, de ciertos tipos de enunciación para vincular a los individuos entre ellos, y diferenciarlos por ello mismo de los otros restantes; “la doctrina efectúa una doble sumisión: la de los sujetos que hablan a los discursos, y la de los discursos al grupo, cuando menos virtual, de los individuos que hablan”.9

(e)  La educación: pese a que sirve como instrumento para que todo individuo pueda acceder a cualquier tipo de discurso, es sabido que en su distribución, en lo que permite  y en lo que impide sigue las oposiciones y luchas sociales. “Todo sistema de educación es una forma política de mantener o de modificar la adecuación de los discursos, con los saberes y los poderes que implican”

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