EL CLIMA

martes, 23 de diciembre de 2014

Vaya, pero que interesante






Parece que los proyectos, llevados a cabo en EEUU y Europa, son la primera ocasión en la historia en la que dos personas transmiten información entre ellas sin que ninguna de las dos hable o mueva un músculo. Pero por el momento esta tecnología “telepática” sigue siendo tan burda que es poco probable que tenga un impacto práctico.

En un artículo publicado la semana pasada en la revista PLOS ONE, neurocientíficos e informáticos de la Universidad de Washington en Seattle (EEUU) describen una interfaz de cerebro a cerebro creada por ellos que permite que dos personas cooperen para jugar a un sencillo videojuego. Este mismo año una empresa de Barcelona (España) llamada Starlab describió la transmisión de palabras cortas como “ciao” codificadas como dígitos binarios entre los cerebros de individuos situados en continentes distintos.



Ambos estudios usaron un montaje parecido: el emisor del mensaje se ponía un casco de encefalografía (EEG) que captura las señales eléctricas emitidas por su corteza cerebral mientras piensa en mover las manos o los pies. Estas señales se envían a través de internet a un ordenador que las traduce en descargas que se administran al cerebro del receptor mediante una resistencia magnética. En el caso de Starlab, el receptor percibía un flash de luz. En el caso de la Universidad de Washington, el pulso magnético producía un tic involuntario de la muñeca sobre una almohadilla táctil que a su vez disparaba un cohete en un juego de ordenador.

Ni la electroencefalografía ni este tipo de estimulación cerebral (llamado estimulación magnética trascraneal o TMS, por sus siglas en inglés) son tecnologías nuevas. Lo que sí es novedoso es unir las dos con el objetivo de establecer comunicaciones sencillas. Los investigadores de Starlab sugieren que este tipo de “tecnologías de hiperinteracción” podrían “acabar teniendo un profundo impacto sobre la estructura social de nuestra civilización”.

Sin embargo, por el momento la tecnología es extremadamente limitada. Ninguno de los dos experimentos ha servido para transmitir emociones, pensamientos o ideas. Sólo usaron los cerebros humanos como puestos de relevo para transmitir señales sencillas entre dos ordenadores. Y la velocidad a la que se transmitió la información fue muy lenta.

Las directrices de seguridad limitan el uso de dispositivos TMS a un único pulso cada 20 segundos. Pero incluso sin esa restricción, una persona sólo podría transmitir unos pocos bits de información por minuto llevando un gorro de EEG porque para cambiar la forma de las ondas cerebrales a voluntad hace falta mucha concentración.

En comparación, según un cálculo, el lenguaje humano transmite información aproximadamente a 3,000 bits por minuto. Eso significa se tardaría un día o más en transmitir mentalmente el contenido en información de una conversacion de 90 segundos.

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