EL CLIMA

jueves, 4 de octubre de 2012

OPINION SOBRE EL DIVISMO




























¿Alguna vez se ha parado a pensar que si aquel día no hubiera estado en aquel sitio o hubiera hecho una cosa distinta su vida, quizá, sería hoy muy diferente?
¡Uff!.. No y sí, pero en el fondo sí creo en la casualidad y la causalidad. Muchas veces en la vida he querido hacer ciertas cosas y la propia vida me ha llevado a otras. Todo en la vida es una combinación. Lo importante es intentar vivir lo más positivamente posible todo aquello que sucede.
¿Ha imaginado alguna vez su vida fuera del canto?
Sí. De hecho, una vez tuve una crisis personal importante que coincidió con la muerte de mi madre y verdaderamente me pregunté si realmente quería seguir en esta profesión. Es verdad que mi carrera la inicié con una pasión, pero cuando llegas a nivel profesional no siempre estás emocionalmente con ganas y has de dar lo mejor cada día.
¿Cómo explicaría la fusión de esa pasión de la que habla con la mera profesión? 
Gracias a Dios te das cuenta de que la pasión está por encima de la profesión. Es una especie de conjunción. La profesionalidad te hace estar ahí y cuando estás en el escenario la pasión siempre llega, no falta nunca. Sin pasión a esta profesión no se llega. El músico primero tiene que tener pasión por lo que hace, por la música, y luego entra la profesionalidad. La exigencia te puede llegar incluso a descontrolar.
¿Le gusta mirar al público?
Sí.
¿Y qué lee en sus caras?
No se mira a sus ojos ni a sus caras se mira al público que es un ente común que se respira. Desde arriba se pueden respirar las vibraciones. Por eso siempre he pensado que la música no perecerá nunca. Por mucha tecnología que aparezca nunca se suplirá lo que significa el contacto directo y el intercambio de energía entre el público y el artista. Esa sensación es muy fuerte e inexplicable.
¿Ainhoa Arteta es una mujer de retos, confía en el destino o lo busca?
Cuando eres joven te pones retos y cuando caminas con tu edad te pones en manos del destino. Además, es más divertido porque saber el camino es aburrido. Lo interesante en la vida es el camino. Si te pones un reto, cuando llegas ya lo has cumplido y lo mejor es sorprenderte.
¿Y en qué parte de su camino está?
No lo sé, porque tampoco sé el día que terminará esto. Solo sé que estoy caminando. Se hace camino al andar como dijo Machado. Esa es una frase muy inteligente. El futuro se hace andando. ¿Quién sabe lo que me puede suceder mañana?
No se ponga usted tan pesimista que tiene fama de ser muy alegre y optimista.
(Ríe). Pero igual me cae una ventana y aparezco en otra vida que es maravillosa. La verdad es que no me gusta planificar. Además, cada vez que he planificado algo en la vida me ha salido todo al revés. Evidentemente, continúo haciendo lo que me gusta hacer, intento superarme como ser humano y cooperar con lo que me rodea y tener una vida armónica con mi familia. Luego está lo demás.
¿Es una mujer de compromisos?
Sí en cuanto a la familia, la amistad, la lealtad, la fidelidad. Soy bastante fiel. Nunca digo una mentira. No me gusta mentir. No me gusta engañar ni que me mientan...
Diría que se han acabado la divas, en el sentido estricto de la palabra, porque hoy su mundo es más exigente, mas profesional, mas real, de otros retos por las propias exigencias del mercado.
Pero no sólo en el mundo de la lírica sino en el mundo en general. Creo que esto va unido a otros cambios. Todo va en concordancia. Se está acabando el clasismo, el servilismo...Hoy en día cuando se tiene gente en casa que te ayuda no son sirvientas sino tus ayudantes. Es un cambio de mentalidad. Es posible que aún queden individuos que crean que todavía están en el siglo XVIII, pero no es lo normal. Ese tipo de divismo me da mucha pena porque está basado en la inseguridad. Cuando eres profesional y estás preparada para tu trabajo lo que quieres es salir y cantar y no estás pensando si en el camerino hay o no flores.
Ya que habla de cambios, ¿hacia dónde va el mundo de la lírica desde la mirada de una cantante?
Hay algo que es intrínseco con la música y la lírica y es el tiempo de formación de un músico o una voz. Formar un cantante lleva su tiempo y, a veces, tienes la sensación de que estás viviendo en un momento en el que la rapidez es lo único importante y juega en nuestra contra. Un cantante necesita una liturgia para consolidarse, no sólo en cuanto fama sino como instrumento.
Y ahora sólo se buscan estrellas de flash.
Ahora sólo se quiere una imagen y un boom rápido. Y eso va en contra. Ahí sí que verdaderamente veo que puede haber gente joven que caiga en el error de querer el éxito rápido. Lo tendrá, pero será efímero. Esta es una profesión de largo recorrido y en el que dependes de un instrumento que varía y cambia y que, obviamente, al principio es tierno aunque la voz es más interesante cuando tiene una cierta madurez. Y eso no lo puedes tener con veinte años.
Es una cantante que despuntó rápidamente dentro de su generación y está en el mundo. Ana Luisa Chova confesaba hace una semanas que existe una laguna generacional, que sería la suya, ya que los teatros españoles prefieren nombres extranjeros para sus repertorios por una cuestión de snobismo.
Me gusta mucho el trabajo de Chova y la técnica que tienen sus alumnos y sí diría que un poco está pasando. Siempre ha existido ese complejo de que el cantante de fuera lo hará mejor. Pero en este momento no es verdad, aunque lo continúen aplicando ciertos teatros y según quién los dirija. Hay teatros en España que están apoyando a los cantantes españoles, pero sí es verdad que, por ejemplo, en el Palau de les Arts hay pocos cantantes españoles. Pero esa es una decisión de la Intendente y quizá los cantantes españoles no sean su fuerte.
Es muy directa.
Hay cantantes españoles que están muy bien y además un teatro español debe apoyar a los cantantes españoles porque se trata de teatros que están siendo pagados con nuestros impuestos. Con lo cual, un mínimo de respeto. Luego están también los agentes. Me han llegado a decir que con cuarenta y cinco años estaba mayor para el mercado.
Si me permite, eso es difícil de creer sólo viéndola.
Pues mire si ha cambiado esta profesión. Cuando yo llegué tenía veinte años. Me acuerdo que cuando gané en el Metropolitan en los teatros me sentaban en la platea y me decían: "Tienes que escuchar a Kiri te Kanawa, Teresa Berganza, Joan Sutherland..." Todas ellas tenían de cuarenta años para arriba y era de ellas de las que teníamos que aprender. Ahora resulta que a las de cuarenta las sientan en platea y les dicen que tienen que escuchar a las de veinticinco.
¿Tiene su propia explicación?
Creo que es el intento de las discográficas de sumarse la idea de Hollywood: el joven, el guapo, el que da el perfil del director de escena...Pero la ópera no es sólo un director de escena y un teatro sino que hay que salvar vocalmente una partitura. Un cantante con veinte años no tiene los mismos recursos técnicos que uno de cuarenta. Pero soy mujer de paciencia y como creo que el sol no se puede tapar con una mano...
Mirando su currículum, y con 46 años, da vértigo comprobar que apenas ha tenido descanso en veinte años ¿Cómo es posible mantener ese ritmo?
Sacrificándote. Esta no es una vida cómoda aunque la gente lo piense. Estamos todo el día haciendo maletas, yendo de un hotel a otro. Se puede hacer, pero sobre todo si tienes una familia muy cómplice con lo que estás haciendo. De otra manera es imposible. Yo he perdido muchos momentos familiares.
Tiene dos hijos pequeños y en pleno debate sobre la conciliación familiar y laboral supongo que en su caso será aún más tormentoso.
Mi hijo pequeño es aún muy pequeño, pero mi hija lo pasa mal. Pero lo acepta y me ayuda a estar más tranquila. Pero en este tipo de carreras necesitas complicidades. Plácido Domingo, al que admiro, no estaría donde está si no fuera por la familia que tiene. Hemos de estar muy agradecidos a nuestras familias porque no se llevan ningún aplauso y están tan sacrificados como nosotros.
Durante los últimos años su carrera ha sido de elecciones personales. ¿Es una opción según el momento, circunstancial, un cambio de ritmo?
Llevo muchos años de recitalista por una cuestión de formación vocal y también por cuestión familiar. Hace dos años decidí no hacer más de dos o tres producciones al año porque eso significa estar cuatro meses fuera de casa. Ha sido un acierto potenciar mi carrera recitalista porque no sé si mi voz aguantaría cambiar tanto de ópera a ópera. El recital es un escape y es buenísimo para la voz porque siempre haces piezas que a la voz le va bien. He encontrado una fórmula con la que consigo que mi voz esté sana.
Barbara Hendrick lo probó en el jazz, Renée Fleming con Brad Melhdau, y usted ha sorprendido con versiones de Nirvana, Clapton o Peter Gabriel. ¡Menudo riesgo!
El momento de las discográficas esta muy complicando. Y sobre todo el disco clásico. Mi carrera ha sido siempre de lírica y sigue siéndolo. Lo tengo muy claro. Pero la compañía lo pidió por una cuestión comercial. Cuando acepté tenía mucho miedo, pero tuve la suerte de contactar con Javier Limón que es un mago. No sabía qué iba a pasar. Y sin embargo, en una tarde, salió y se hizo a gusto.
¿Qué cree que le ha dado al público?
Sólo salgo e intento ser feliz con lo que hago. Ser feliz cantando, interpretando. Creo que esa felicidad en la que intento embriagarme es la vibración de la que antes hablábamos y yo creo que ellos lo sienten.


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