EL CLIMA

viernes, 31 de agosto de 2012

REFLEXIONES ARTE



CIELOS INTERIORES

Carroza sin cuento.

Carroza de oros momentáneos y tesoros de un día. Traqueteo mañanero: hueso hueco de todos los días. A veces, de nocturna ramera mal criada. Carroza sin color ¡Pá qué más el color! Dá igual. Firme. Segura. Y frena, siempre frena el tranquito, simbólico tranquito de pichón de Buenos Aires. Y baja el soldado nuevo de manitos agrietadas que no es inmortal; soldadito flaco carente de armadura, mas que por dentro y yelmo en el corazón. Ico ico veo juegos con pasitos de viejito, casi canoso y de pelito negro. Lo que tengo a mi alcance no es gran cosa, pero como lustre al escudo, una sonrisa le vale.

El arquitecto. (arma su camino)

Con el verde que no es verde, agrego el césped y el acrílico boscoso de mis amaneceres. Con el rojo pincelo las broncas, pero también, digo de lo tinto del vino cuando se hamaca. Con el amarillo dibujo hojas secas que después, solo, piso para escuchar que estoy vivo. Y siempre caigo en el fantasma, que con recuerdos pinta el día, y entre sueños dice ser.
Blanco interno.


Ando buscando las palabras que me alejen de las palabras. Necesito encontrar las frases que disfracen, aunque sea, ante mi ignorancia; quiero los párrafos sin punto y aparte, sin sangría ni nada que los diga ¿Dónde están los realismos mágicos sin magia? ¿Cuáles son los barrocos sin floreos, sin dulzonas ideas tácitas? ¿Cómo encontrar el libro negro de escritura blanca? ¿Cuándo se termina ésta tinta?
Se puede morir, ahogado, en el océano salvaje de las palabras, que no dejan arrugas en las arenas de la imperfección de donde nacimos; rítmica ola impaciente que ve mi cara en el espejo, de noche, de tarde, de todo.
Busco el movimiento sincero que deje caer en el suelo, con sonoros trinos, las palabras que llevo pegadas en el cuerpo, en el átomo de la conciencia y en las manchas de la tinta.

Te espero.

Me gustaría estrujar el tiempo, para ver todos los lugares que pueda ver, para elegir en dónde pararme a reír; me rayaría las manos con los desiertos de piedras filosas; sacudiría la sabana de la sed para sentir la gota que falta. Y el suelo lleno de suelos, con aires que mezclan el último aroma… el aroma; que por tantos que son, todos devienen en él. Querría estrujar el tiempo para sentir su voz verdadera y no el llanto de sus lentitudes.
Otra evidencia.

En todo caso, siempre estamos entendiéndonos a nosotros mismos; porque esa es la única libertad que tenemos, el resto, son meros inventos.
El arte, nos es el vivo reflejo de lo desamparados que estamos; es, el universo en donde nos creemos creadores y esclavos, es el tiempo en donde no envejecemos y morimos; y su existencia es y será tan agradecida, como el tesoro mejor preciado.
En todo caso, siempre estamos entendiendo quiénes somos, porque es lo único que tenemos.
El chocolate y el paladar.

¿Por qué empalagan los libros de poemas? ¿Por qué un escritor rompe en enojo y ríe en la soledad al escribir una novela?
El poema: es la máxima significancia en el mínimo significado… y como una andanada de chocolate, si se lee un libro en poco tiempo, empalagarse es posible. No seas angurriento como los poetas.
Y en la novela: Uno vive, a veces, con menos compromiso; pero eso no quita que no se vivan dos vidas; por eso la rabieta, por eso… pequeños bombones comprados en los kioscos de un largo tiempo en soledad.

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