Narciso Sentenach, escribiría en 1905 en relación a la época de los maravedís y al vocablo:
«Esta es la época áurea y la que acreditó el maravedí a un extremo tal, que no fue después excluido de nuestro vocabulario.»Si atendemos a la etimología más admitida de la palabra maravedí (correspondiente a los almorávides) tendremos que aceptar la suposición de que antes de estos (1086 a 1146) no corrió en España moneda de ninguna clase con este nombre, pero como quiera que en el Fuero de Melgar de Suso, de 950, se habla de maravedises, y en el de Fernando I a los lugares dependientes del monasterio de Cárdena también se leen en algunas cláusulas como expresión de valor, y en otros documentos que se pudieran aducir, como el Fuero de Sepúlveda, sin citar más, pudiera por ello acaecer una antinomia, que hizo suponer a especialistas, que tal etimología almorávide no es taxativa o que esta palabra tenía una significación más amplia entre los cristianos de aquel tiempo.
Se ha pretendido resolver esta laguna histórica, en aparente disyuntiva, suponiendo, que los textos primitivos de tales documentos están alterados, pues los que han llegado a nosotros son copias posteriores, y que los precios o multas se consignaron transliterados a las monedas corrientes de cuando se hicieron estas copias, pero sea como fuere, lo cierto es:
« a fines del siglo XII y principios del XIII, durante el reinado de Alfonso VIII, el maravedí tenía una existencia perfectamente real, determinada, llamándose así a los dinares almorávides, que aquel rey cristiano de Castilla imitó a su vez, acuñando Moneda de oro, de peso y de valor equivalente, escritas en caracteres arábigos, variando tan solo un poco el texto de las leyendas, e introduciendo entre ellas el signo de la cruz.»
El maravedí, ya fuera originalmente árabe o cristiano, corrió indistintamente entre ambos habitantes poseedores de reinos en la Península, vulgo denominado también, en las diversas lenguas de los reinos peninsulares, como mitcales de oro, moravitines o alfonsies.
Los judíos, contadores ergo expertos en el valor de las monedas, tomaban, por aquel tiempo, indistintamente los unos o los otros, fueran maravedís musulmanes o cristianos.
Los documentos son tan abundantes que apenas hay fuero o escritura de los tiempos de Alfonso VIII hasta Fernando III el Santo, que no hablen de maravedises, como superior moneda corriente:
«El fuero de Córdoba, dado a esta ciudad por el rey santo, redimía la pena del homicidio, en ciertos casos, por 270 maravedís.»
[editar]Acuñaciones
Los reyes intermedios, Fernando II y el inmediato Alfonso IX lo acuñaron igualmente, pero con tipo distinto, pues imprimieron en ellos sus bustos, y las leyendas con caracteres cristianos. Fernando III no los acuñó, valiéndose de los de reinados anteriores, hasta que llegaron los días de su hijo Alfonso X, en los que sufrió esta moneda una crisis, que constituye, una página singular de su historia.
Su padre, el rey santo, acuñó tan sólo una moneda divisionaria de vellón, que probablemente se venía usando desde antes en Castilla, llamada dinero de pepiones, de los que 180 hacían un maravedí.
[editar]Modificación del sistema ponderal romano
Alfonso X, el rey sabio, amante de la cultura, fue introductor de novedades e ideo, entre otras cosas, modificar el sistema ponderal que venía rigiendo en España desde el tiempo de los romanos, y que había sido sustituido en el resto de Europa por otro de origen muy distinto.
El marco de Colonia, fue desde entonces aceptado como patrón para los pesos, al historiar la nueva Metrología designada por Alfonso X, hallamos disposiciones tan explícitas como la carta de Sevilla de 14 de Abril de la era de 1299, dada a León, en la que tratando de unificar en todos los reinos las pesas y medidas, decía:
« E de los pesos ponemos el marco Alfonsí, que es este que vos enviamos, en que a ocho onças, e en la onza la media, e quarta, e ochava. E en la libra aya dos marcos, que son diez e sex onças. E ponemos arroba, en que aya veynte cinco libras. E en el quintal quatro arrobas, que son cient libras.»
Tal es el sistema ponderal que introducía el apelado rey, concluyendo con el antiguo romano, en vigor hasta entonces.
Sustitución del maravedí por la dobla de oro
« Es principio inconcuso (indiscutido) que el peso de la moneda ha tenido que responder en todo tiempo al ‹sistema ponderal corriente› (vigente, en uso), así que al ocurrir cambio tan completo en la ‹metrología hispana›, no podía menos que modificarse también el sistema monetario a él correspondiente.»
Los maravedís castellanos y moriscos, de una sexta parte de la onza antigua, debían su talla a un sistema ponderal distinto al que se introducía, por lo que era imposible equipararlos con los divisores del marco de Colonia cuyo peso era de 3,8 a 3,85 gramos.
Tenía pues que desaparecer el maravedí y ser sustituido por otra áurea moneda, que fuera divisora del nuevo tipo ponderal, entonces y por esta razón, apareció la dobla, moneda algo equivalente, aunque superior al maravedí, que desde el momento de su aparición representaba la ½ parte del marco de Colonia, cuyo peso medio era de 4,50 gramos, 6,5 más que el maravedí.
« D. Alfonso X fue el primero que ordenó la acuñación de la dobla de oro, dándole vida para varios reinados, hasta que degenerada, fue sustituida por otro tipo de más crédito, en los días de los Reyes Católicos.»
La dobla quedó desde entonces como el tipo de la moneda superior de aquel tiempo pesando la cincuentava parte del marco, venía a representar el papel del maravedí, al que sustituía, lo que antes se había contratado por maravedises, desde entonces debía valorarse por doblas, pero no por esto se eliminaba el sistema de los maravedís, aún se seguía contando por ellos.
[editar]Sustitución del maravedí por moneda de plata
Hasta entonces los reyes de Castilla habían acuñado sólo el vellón, y por último el oro, aún no existía la moneda de plata castellana, como se ha dicho, Alfonso X fue quien designó, al comienzo de su reinado, acuñar moneda nueva en oro y plata en razón al marco de Colonia.
Al introducirse la plata había que darle algún nombre a las piezas que de ella se acuñaran, y como en oro se había inaugurado la dobla, por las nuevas monedas de plata se pretendía continuar el sistema de los maravedises, se estimó oportuno acuñar unas piezas de plata de módulo aproximado a aquellos y de talla tal, que dada la relación que se establecía entre ambos metales ricos, «seis de plata valieran tanto como uno de oro», y por esto se les llamaron maravedís blancos o burgaleses.
Así se venía a continuar por la plata el sistema antiguo del oro, bajo el que existían tantos contratos, y de este modo, si en el oro se introducía un nuevo sistema, en la plata se transigía con el pasado, que por tal medio se continuaba. En esto estaría, además, la la razón de las equivalencias del maravedí de oro con el de plata.
Historia (en síntesis)
La acuñación de moneda en el reino de León comenzó durante el reinado de Alfonso VI, después de la conquista de Toledo (1085), siendo su primer numerario el dinero y el óbolo de vellón, a semejanza de otros reinos españoles. Alfonso VIII de Castilla empezó a labrar el oro hacia el año 1172, y poco después lo hizo Fernando II de León en piezas llamadas maravedís o morabetís, con un peso aproximado de 3,8 gramos cada una.
A fines del siglo XII y principios del XIII, el nombre maravedí significaba «moneda almorávide», siendo por entonces las de Castilla arábigas y bilingües, es decir, tenían forma arábiga con fondo y significación cristiana en las leyendas árabes. Llevaban una pequeña cruz y el nombre del rey Alfonso en latín, y estaban fechadas por los años de la Era Hispánica, de 1214 a 1255. Se usaron para facilitar el comercio con los musulmanes en los dominios de Castilla.
Después de Alfonso X los maravedís fueron reemplazados por las doblas, de a cincuenta y un marco, subdividiéndose poco después en otras piezas del mismo género, hasta el valor de cincuenta doblas, durante el reinado de Enrique IV. Estas monedas, algo disminuidas, recibieron luego el nombre de enriques en tiempo de Enrique IV y de excelentes bajo los Reyes Católicos. Para unos y otros se admitieron sus múltiplos y sus mitades.
Alfonso X el Sabio acuñó monedas castellanas de plata fina, el grueso maravedí de plata o burgalés equivalente a la sexta parte del abolido maravedí de oro. El burgalés se transformó luego en el maravedí novén, que era su cuarta parte, y durante los reinados de Alfonso XI y Pedro I se acuñó el real de plata, que valía una doceava parte de la dobla de oro y el triple del maravedí novén (sólo el doble de éste en tiempo de Alfonso XI), subdividiéndose luego en medios y cuartos de real.
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