Ana Bolena, llamada en inglés Anne Boleyn (Norfolk o Kent, h. 1501-07 - Londres, 19 de mayo de 1536) fue reina consorte de Inglaterra por su matrimonio con Enrique VIII y primera marqués de Pembroke.1 Actualmente se la recuerda porque murió ejecutada tras un discutible juicio y porque fue madre de la poderosa reina Isabel I, uno de los más importantes monarcas de la historia británica.
Su fecha de nacimiento solía fijarse en 1507, pero los historiadores más modernos la datan en 1501.2 Ana fue la segunda esposa del rey Enrique VIII y la madre de Isabel I. El matrimonio de Enrique y Ana y su posterior ejecución, fueron parte del complejo comienzo de la considerable agitación política y religiosa que fue la Reforma inglesa, con Ana participando activamente en la promoción de la causa de la reforma de la Iglesia. La han llamado «la reina consorte más influyente e importante que Inglaterra ha tenido nunca».3
Ana Bolena es popularmente conocida por haber sido decapitada bajo acusación de adulterio, incesto y traición. Está extensamente asumido el haber sido inocente de los cargos,4 y fue conmemorada más tarde como mártir en la cultura Protestante inglesa, particularmente por los trabajos de John Foxe. Su vida ha sido adaptada en numerosas novelas, obras de teatro, canciones, óperas, dramas de televisión y películas, como Ana de los mil días, The Other Boleyn Girl, Los Tudor, Las seis esposas de Enrique VIII y Condenada reina Ana.
En años recientes, la opinión académica e histórica sobre ella ha sido generalmente favorable, en gran parte gracias a dos extensas biografías escritas por el profesor Eric Ives (1986 y 2004). Los trabajos de David Starkey, David Loades, John Guy, Retha Warnicke y Diarmaid Macculloch también han sido favorables o admirativos. Las populares biografías de Joanna Denny y la feminista Karen Lindsey la abordaron de forma similar. Una excepción notable viene del trabajo de la escritora británica Alison Weir, cuyos libros son a menudo bastante más críticos con Ana.
Ana era hija de sir Tomás Bolena, más tarde primer conde de Wiltshire y primer conde de Ormonde, y su esposa, lady Isabel Bolena (nacida Isabel Howard), hija del segundo duque de Norfolk. No se sabe con seguridad dónde nació, pero debió ser entre la mansión de su familia, Blickling Hall en Norfolk y su residencia favorita, el Castillo de Hever en Kent.
Existían rumores de que Ana sufría polidactilia (seis dedos en su mano izquierda, por entonces considerado un signo del diablo) y una marca de nacimiento o lunar en el cuello, que siempre cubría con una joya. Hoy en día no existen pruebas que la apoyen esta leyenda popular. Ninguno de los muchos relatos de testigos oculares sobre el aspecto de Ana Bolena —algunos de ellos meticulosamente detallados— menciona deformidad alguna y mucho menos un sexto dedo. Además, en una época en que las deformidades físicas solían ser interpretadas como un signo del mal, es difícil creer que Ana Bolena atrajera al rey Enrique, si realmente hubiera tenido alguna deformidad.8
Tampoco se sabe con seguridad cuándo nacieron sus dos hermanos, pero parece claro que su hermana, María, era mayor que ella. Los hijos de María creían que su madre era la hermana mayor; así como la hija de Ana, Isabel.9 Su hermano George Bolena nació alrededor de 1504.10
En su vida adulta, Ana no mantuvo una relación estrecha con su padre, aunque sí durante la infancia. Su relación con su hermana María parece haber sido cordial, pero no íntima. Tenía una relación más estrecha con su madre y su hermano George, de los que parecía sentirse más cercana.
En el momento de su nacimiento, la familia Bolena estaba considerada una de las más respetables de la aristocracia inglesa,11 aunque ostentaban un título desde hacía sólo cuatro generaciones. Más tarde, fueron tachados de arribistas sociales, pero éste era un ataque político. La tradición de que los Bolena eran una familia de comerciantes de Londres es infundada; de hecho eran aristócratas.12 Ana contaba entre sus bisabuelos con un alcalde (Lord Mayor) de Londres, un duque, un jarl, dos ladies aristocráticas y un caballero; entre sus parientes nombró a los Howards, una de las familias más destacadas del país. Seguramente era de nacimiento más noble que Juana Seymour o que Catalina Parr, dos de las otras mujeres inglesas de Enrique.13
El padre de Ana era un diplomático respetado por su talento para los idiomas; era ya favorito de Enrique VII, que le envió a muchas misiones diplomáticas en el extranjero. Continuó con su carrera bajo el reinado de Enrique VIII, que subió al trono en 1509. En Europa Tomás Bolena tuvo muchos admiradores debido a su profesionalismo y su encanto, entre ellos se encontraba la archiduquesa Margarita de Austria, hija de Maximiliano I, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico que gobernaba los Países Bajos en nombre de su padre. Quedó tan impresionada por Tomás Bolena que ofreció a la hija de éste, Ana, un lugar en su casa. Generalmente una muchacha debía tener 12 años para obtener tal honor, pero puede que Ana fuera algo más joven en aquel momento. Margarita se refería a ella cariñosamente como «La petite Boleyn» (no se sabe, sin embargo, si el calificativo se refería a su edad o a su estatura).14 Causó una buena impresión en los Países Bajos por sus maneras y dedicación y vivió allí desde la primavera de 1513 hasta que su padre ordenó que siguiera su educación en París el invierno de 1514.
En Francia, Ana fue dama de honor de Claudia de Francia y también actuaba de intérprete siempre que hubiera algún importante invitado inglés en la corte. En la casa de la Reina completó sus estudios de francés y adquirió un conocimiento detallado de la cultura francesa y el protocolo. También se interesó por la moda y por la ética que reclamaba la reforma de la Iglesia. Su educación europea terminó en el invierno de 1521, cuando regresó a Inglaterra siguiendo las órdenes de su padre. Partió de Calais, que entonces todavía era una posesión inglesa, en enero de 1522.
[editar]Apariencia y personalidad
Un retrato de Ana Bolena pintado algunos años después de su muerte. Su biógrafo más reciente lo considera muy cerca de «la verdadera Ana Bolena».15
Ana Bolena no era convencionalmente hermosa para su tiempo. Era delgada y su piel se consideraba demasiado oscura. Sin embargo, muchos quedaron impresionados por sus ojos oscuros y su larga melena oscura que llevaba suelta. El embajador veneciano en la corte de Enrique VIII que conoció a Ana en 1532 escribió, «no era una de las mujeres más hermosas del mundo», sin embargo otros conocidos la consideraban «completement belle» (absolutamente bella) y «una mujer joven y apuesta». Un historiador ha compilado todas las descripciones y concluye así:
«Nunca se la describió como una gran belleza, pero hasta aquellos que la aborrecían admitían que tenía un encanto exacerbado. El cutis oscuro y el pelo negro le daban un aura exótica en una cultura que veía la palidez blanca como la leche como parte imprescindible de la belleza. Tenía unos ojos especialmente notables: 'negros y hermosos' escribió un contemporáneo, mientras otro afirmó que eran 'siempre los más atractivos', y que ella 'sabía bien como usarlos con eficacia'.»16
La gente parecía atraída principalmente por el carisma de Ana. Causaba buena impresión con su gusto por la moda e inspiró muchas tendencias entre las damas de la corte. En una visión retrospectiva, fue probablemente el mayor icono de la moda inglesa de principios del siglo XVI. William Forrest, autor de un poema contemporáneo sobre Catalina de Aragón, elogió el «excelente paso» de Ana y su habilidad como bailarina. «Aquí», escribió, «era [una] lozana doncella que podía dar un tropiezo y seguir adelante.»17
«El encanto de Ana estaba no tanto en su aspecto físico, como en su viva personalidad, su elegancia, su agudo ingenio y otras habilidades. Era baja y ostentaba una sugestiva fragilidad … destacó en el canto, componiendo música, bailando y conversando … No era sorprendente por tanto, que los jóvenes de la corte pulularan a su alrededor.»18
Era una devota cristiana en la nueva tradición del movimiento humanista del Renacimiento (calificarla como protestante sería una exageración).19 Hizo generosas donaciones y cosió camisas para los pobres. En su juventud era «dulce y alegre» y disfrutaba con los juegos de azar, bebiendo vino, y chismorreando.20 Era valiente y emotiva. Sin embargo, según sus enemigos, Ana también podía ser extravagante, neurótica, rencorosa y malhumorada.
«A nosotros nos parece religiosamente inconsecuente, más que agresiva; calculadora, más que emotiva; con un ligero toque cortesano aunque con gran control político… una mujer que tomó el control de su propia situación en un mundo de hombres; una mujer que hizo que su educación, su estilo y su presencia pesaran más que las desventajas de su sexo; pasó de ser moderadamente bien vista, a conducir una tormenta en la corte y al Rey. Quizás, al final, es la evaluación de Thomas Cromwell la que esté más cerca: inteligencia, espíritu y coraje.»21
[editar]Enrique VIII
[editar]Amores reales
Catalina de Aragón, primera esposa de Enrique VIII.
Cuando Ana Bolena llegó a la corte, la primera esposa de Enrique, Catalina de Aragón, era popular a pesar de no participar en política ni en la vida de la corte durante algún tiempo. Todos los hijos que tuvo con Enrique habían muerto jóvenes y el rey estaba preocupado por tener un varón heredero de su trono a fin de conservar la monarquía y evitar la guerra civil.
Bolena debutó en la corte en un baile de disfraces en marzo de 1522, donde llevó a cabo una complicada danza acompañando a la hermana más joven del rey, a varias grandes damas de la corte y a su hermana María (por aquel entonces, amante del rey). Unas semanas después de esta interpretación, Bolena era conocida como la mujer de moda y más importante de la corte y se referían a ella como «el espejo de la moda» (glass of fashion).22
En aquella época la cortejaba Henry Percy (1502 – 1537), hijo del conde de Northumberland, alrededor de 1522. La naturaleza exacta de la relación entre ambos es confusa. Muchas novelas y adaptaciones cinematográficas han idealizado la historia describiendo cómo los jóvenes amantes consumaron su unión. Sin embargo, vale la pena notar que habría sido imposible mantener su compromiso matrimonial, si hubiera sido consumado y varios de sus biógrafos han indicado que Ana había visto demasiadas reputaciones arruinadas, para arriesgar la suya. Un sacerdote católico, George Cavendish, que sentía antipatía por ella pero era amigo de Henry Percy, con posterioridad declaró categóricamente que nunca habían sido amantes. Con ello parece poco probable que su relación fuera sexual.23
El idilio se rompió en 1523, cuando el padre de lord Henry se negó a apoyar el compromiso. Una teoría es que el enlace lo rompió en secreto el cardenal Thomas Wolsey, ministro principal de Enrique, porque el rey quería a Ana para sí mismo.24 Es imposible saber con precisión si esto fue así y los historiadores están divididos. Las evidencias, por declaraciones hechas a la hermana de Ana, María y su marido, sir William Carey, indican que entonces Enrique estaba implicado en un amorío con María Bolena.
Según George Cavendish, enviaron brevemente a Ana de la corte a las fincas rurales de su familia, pero no se sabe por cuánto tiempo. Cuando volvió a la corte reunió una camarilla de amigas y admiradores y se hizo famosa por su capacidad de mantener a los hombres a distancia. El poeta sir Thomas Wyatt, escribió sobre ella en el poema Whoso List to Hunt,25 en el que la describió como inasequible y cabezota, a pesar de parecer recatada y tranquila.26 En 1525, Enrique VIII se enamoró de ella y comenzó a perseguirla.27
El rey Enrique VIII de Inglaterra. Abrumó a Ana con docenas de cartas de amor.
La hermana de Ana, María, había sido con anterioridad amante por un tiempo del rey Enrique, durante el tiempo en que estuvo casada con sir William Carey, un caballero de la Cámara Privada del Rey. Se rumoreó durante mucho tiempo que uno o los dos hijos de María Bolena fueron engendrados por Enrique. Algunos escritores, como Alison Weir, cuestionan ahora si Henry Carey (el hijo de María) realmente era hijo del rey.28
Ana se resistió a sus intentos de seducción y se negó a convertirse en su amante. Rechazó las propuestas iniciales del rey diciendo, “suplico a su alteza muy seriamente que desista, y a esta mi respuesta en buena parte. Prefiero perder la vida que la honestidad.”29 El rey se sintió más atraído aún tras esta negativa y la persiguió incesantemente, incluso después de que ella abandonara la corte para volver a Kent. Los historiadores están divididos sobre los motivos de Ana para rechazar a Enrique —unos dicen que era virtud y otros que ambición. Al final él le propuso matrimonio y ella aceptó. Sin embargo, decidió no acostarse con él antes de casarse, puesto que la relación prematrimonial significaba que si tenían un hijo, éste sería ilegítimo. A menudo se piensa que el capricho de Enrique por ella fue una forma de anular su matrimonio, mientras que hay pruebas fiables de que Enrique tomó la decisión de acabar con su matrimonio con la reina Catalina, porque ésta no le había dado un heredero; los dos puntos de vista no son excluyentes. Enrique y sus ministros solicitaron una anulación a la Santa Sede en 1527.
Al principio, Bolena lo mantuvo en secreto, pero por 1528 era del conocimiento público que Enrique tenía la intención de casarse con ella. Los parientes de Ana apoyaron su causa y tenían a muchos partidarios en la corte. Al principio, sin embargo, ella se mantuvo alejada de la política. Se deleitó en su estilo de vida recién descubierto —Enrique pagaba todo, y acumuló una importante cantidad de vestidos, pieles y joyas. Le asignaron sus propios sirvientes, varias damas de honor y nuevas dependencias en palacio.
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