Te casaste llena de ilusiones y al principio parecían cumplirse… Incluso lograste tener hijos que te llenan de orgullo.
Pero con el tiempo, la relación con tu esposo se enfrió y otro hombre apareció volviendo a hacerte sentir joven y llena de vida. A uno le hiciste promesas, al otro le debes tu felicidad.
¿A quién de los dos amarás finalmente?
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La mujer, es y ha sido siempre, parte fundamental de la sociedad, es el bastión del 99.9% de los hogares en todo el mundo, la que da vida, la que educa y mantiene unidos los eslabones de la familia.
La mujer merece que se le coloque en un plano especial, porque merece lo mejor, en todo el sentido de la palabra. Pero hablemos honestamente de lo que muchas veces las mujeres dejan en un rincón del olvido, por vergüenza, por confusión o simplemente porque muchas veces sin darse cuenta, la irresponsabilidad se apodera de algunas mujeres y caen en situaciones escabrosas y a pesar de saberlo, se aventuran haciendo caso omiso de las consecuencias que pueden ir desde un rompimiento de relación, hasta una tragedia.
Muchas mujeres se colocan en una cruel incertidumbre, en situaciones complicadas y desesperantes:
La mujer está capacitada para amar, para hacerle frente a cualquier situación, somos perfeccionistas en muchos sentidos, especialmente somos perfeccionistas en el amor, al extremo de considerar el amor de una pareja lo que ha de regir nuestra vida, nuestro destino, quien ha de llenar nuestra soledad convirtiéndose para muchas mujeres, en una terrible obsesión u obligación quedarse en una relación aunque no sea feliz en ella.
Desafortunadamente, no siempre es la persona con quien adquirieron un compromiso quien llena sus expectativas, a pesar de todo, la mujer lucha y se esfuerza por mantener en pie las promesas que una vez hizo, a lo mejor una promesa y juramento arrancada de los labios del más puro de sus sentimientos, sentimientos que en su momento pensó que serían para siempre, pero ha encontrado defectos; se ha dado cuenta que después de todo, su pareja “ya no la llena como mujer”, que no es tan cariñoso como al principio de la relación se mostraba y diga que “somos totalmente diferentes, en muchos aspectos”.
Pero les resulta “tarde” para salir de esa relación, porque “sus hijos lo adoran”, “no me puedo ir porque él paga por todo” y en ese tormento vive esperando que las cosas cambien.
Y así, un día sin imaginarlo, la mujer conoce al hombre “de sus sueños” conoce al hombre delicado, elegante y guapo que le da las atenciones que ya no recibe en su hogar. La novedad la hace construir castillos en su mente, él la llama a todas horas, le dice lo que hace mucho tiempo no escucha de su propia pareja, quien a pesar de todo “la adora” pero ese nuevo personaje que ha aparecido en su vida, la hace sentir importante, está pendiente de ella, la respeta le promete y le ofrece y sigue prometiendo.
Los sueños se renuevan en su interior y el problema empieza, ya sólo piensa en verlo, en estar con quien ahora ocupa sus sueños, a pesar de estar durmiendo con la pareja que escogió, con el padre de sus hijos.
“¿Y ahora qué hago?” -se pregunta
“Amo a mi esposo, amo a mis hijos, pero con este otro me siento completa, me siento mujer de nuevo. No lo quiero perder, pero tampoco puedo renunciar a mi esposo e hijos. ¿Qué va a decir mi familia?”
Y sigue allí, en un hogar que ya no es el mismo, en una casa en la que al regresar le esperan sus obligaciones de mujer, ama de casa y esposa. ¿Qué hacer? Si a uno lo ama porque lo necesita, porque es el padre de sus hijos, y al otro necesita amarlo, necesita sentirse amada, importante, pero debe tomar una decisión, porque sabe y acepta que no pude amar a dos hombres al mismo tiempo.
El verdadero amor consume una gran parte de nuestro tiempo, nos roba los sentidos, nos modifica los pensamientos y se necesita de mucha energía para que ese amor se mantenga vivo. ¿Como sería entonces multiplicarlo por dos? Creo que una persona que piensa que ama a dos, empieza la guerra interna, se encuentra con el dilema: ¿Qué hacer? ¿Debe seguir en su hogar, o empezar una vida con quien le promete y le ofrece la felicidad que siempre ha soñado?
Termina por el cansancio mental y físico, porque ahora ya no es sólo con el esposo con quien debe quedar bien, ahora son dos personas con quien debe compartir, complacer y quedar bien. Como siempre sucede en muchas relaciones la mujer se da cuenta de su error, el galán en cuestión no es quien al principio parecía, ahora ya no la busca tan seguido como antes, no le pone la misma atención, le busca excusas para no verse tan seguido, y llega el arrepentimiento, la confusión…. Debe y tiene que olvidarse de esa persona que la hizo pensar que era posible amar a dos hombres al mismo tiempo, debe ahora encontrar el perdón para si misma, debe recordar que alguna vez hizo un juramento de amar y respetar a la persona que eligió.
No es fácil rectificar cuando se comete un error, pero sí es fácil reconocer cuando se esta en un error. Hay que pensar en todo lo que se pierde si no rectificamos; y tanto la lealtad como la honestidad son dos cosas que no deben estar en tela de juicio.
Como mujeres capaces de amar, de dar los más nobles sentimientos debemos también mantener los principio morales y valores familiares. No necesariamente que si un matrimonio o noviazgo ya no funciona tenga la mujer que quedarse en una relación donde no es amada, o donde sufre de algún tipo de abuso, o maltrato, pero se debe recordar siempre, que antes de empezar algo nuevo se debe terminar con la relación anterior, sólo así seguiremos siendo como la mujer que siempre quisimos ser vistas, con respeto.
Empecemos entonces por respetarnos a nosotras mismas y otros también lo harán.
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