CLASICO JUGUETE INFANTIL
El pico, peón[1] o trompo es un juguete consistente en una peonza acompañada de una cuerda. Enrollando la cuerda alrededor del trompo y tirando violentamente de uno de sus extremos a la vez que se lanza el conjunto contra el suelo, se consigue que el trompo rote sobre su punta, manteniéndose erguido y girando en el suelo. A lo largo de la historia su uso ha ido variando desde simple juego de niños hasta instrumento para prácticas de adivinación y chamanismo.[2]
Aunque el nombre más conocido en español es trompo, la nomenclatura puede variar según el lugar y la época.[3] Se admite y utiliza de forma extensiva como sinónimo el término peonza[4] y sus múltiples derivados (como Chompo, más coloquial) al ser el cuerpo del trompo el modelo de la familia de las peonzas más popularizado. En ruso se le denomina también como Тромпо.[5] Sin embargo, en portugués han adoptado el término pião y sus múltiples derivaciones para designar tanto a la peonza como al trompo, al ser el tipo más representativo también entre los lusófonos.[6] En japonés realizan una minuciosa diferencia entre los distintos tipos de peonzas debido a la gran cantidad de modelos existentes distinguiendo al trompo con término específico siendo su traducción literal peonza de lanzamiento.[7] En alemán también realizan la distinción, denominando kreisel a la peonza, peitschenkreisel al trompo tradicional alemán[8] y dilledopp al trompo clásico, término que conserva varios derivados.[9]
Ha sido uno de los juegos tradicionales más populares y extendidos en Latinoamérica, Japón y Europa, aunque ha sido sustituido paulatinamente por los juegos de nueva generación.[10] Sin embargo, gracias a la aparición de otros tipos de peonzas como la Beyblade o el Levitron, aún posee cierta vigencia en el mercado[11] y se ha desarrollado toda una plataforma en torno a él que desarrolla desde los trucos clásicos hasta elaborados estilos de competición.
El origen del año es más bien incierto aunque se tiene conocimiento de existencia de peonzas desde el año 4000 a. C., ya que se han encontrado algunos ejemplares, elaborados con arcilla, en la orilla del río Éufrates.[11] Hay rastros de trompos en pinturas muy antiguas y en algunos textos literarios que citan el juego.[12] Así, es mencionado en los escritos de Marco Porcio Catón el mayor, 234 - 147 a. C.), político e historiador romano. Además, el trompo aparece en los escritos de Virgilio, destacándose en su obra Eneida (siglo I a. C.).[13] De la misma forma, se han hallado trompos pertenecientes a la civilización romana. En el Museo Británico se conserva resto más antiguo del mundo, una inscripción exhumada en Beocia, cerca de Tebas, fechado en el 1250 a. C. en la que un niño ha dedicado al dios Zagreo gran número de juguetes, entre ellos un trompo con su látigo (stróbilo).[14]
A Platón le servía como metáfora del movimiento y Aristófanes se confesaba aficionado al trompo.[15] El poeta romano Ovidio (43 - 17 a. C.) también menciona el trompo en sus poemas. Aulus Persius Flaccus (34 - 62), otro poeta romano, decía que "en su niñez tuvo mayor afición al trompo que a los estudios".[16] En el curso de unas excavaciones realizadas en Troya fueron encontrados unos trompos hechos de barro y otros ejemplares han sido desenterrados en Pompeya.[16]
Los romanos y los griegos tenían este elemento como juguete, de igual manera las culturas de Oriente, China y Japón, quienes fueron los artífices de su introducción en Occidente.[11] En Japón, adultos y niños juegan al trompo convirtiendo este aspecto lúdico a un verdadero arte y de esta forma ejecutan numerosos espectáculos, de entre los que destaca aquel en el que, justamente después de lanzar el trompo, lo recogen con una lienza y para hacerlo bailar en la palma de las manos o en paletas dobles pasando de una a la otra e incluso en ambas caras de la misma o en la hoja de un sable hasta terminar bailando en la punta.[16]
En América, este juego estaba también muy extendido entre los amerindios del Norte y del Sur, antes de la llegada de los primeros colonos. De hecho parece haber constancia de trompos en Perú desde tiempos prehistóricos. Los indios Hopi, después de echarlos a rodar, mantenían la rotación de los trompos con un látigo, con el cual azotaban con rápidos movimientos la punta inferior del trompo. También hay diversos ejemplares de trompos americanos, en México y Argentina que dan testimonio de su permanencia en el tiempo.
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