EL CLIMA

jueves, 19 de mayo de 2011

UN LUGAR HISTORICO



LA JABONERIA DE VIEYTES


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Juan Hipólito Vieytes (n. San Antonio de Areco, Provincia de Buenos Aires 6 de agosto de 1762, m. San Fernando 5 de octubre de 1815) , fue un comerciante y militar argentino.

Participó durante la Reconquista de Buenos Aires, en las Invasiones Inglesas, donde logró el grado de capitán.

En los años siguientes formó parte del carlotismo, partido político que pretendía coronar a Carlota Joaquina de Borbón como regente, en nombre del rey Fernando VII en el Virreinato del Río de la Plata.

En 1810 apoyó la Revolución de Mayo y asistió al cabildo abierto del 22 de mayo.[1] Fue nombrado auditor de guerra, cargo del que fue separado por negarse a fusilar a Santiago de Liniers. Tras el fallecimiento de Mariano Moreno, lo reemplazó como secretario de la Primera Junta, hasta 1811.

Al comenzar la política a introducirse en la vida social, la misma comienza a formar parte de las llamadas "tertulias" (o sea, reuniones en salones de casas privadas donde se conversaba sobre distintos temas). Una de las sedes más conocidas de estas reuniones en la época, fue la llamada "jabonería de Vieytes", en lo que era una fábrica de jabón perteneciente a Nicolás Rodríguez Peña y a Hipólito Vieytes. Allí se reunían los patriotas desde 1809, donde debatían las ideas que luego darían inicio a la futura revolución. La jabonería se encontraba en la esquina de las actuales calles Tacuarí y Venezuela.[2

La llamada Jabonería de Vieytes -que como tal funcionó menos de dos años y fue seguramente una pantalla para encubrir las reuniones de los patriotas de Mayo- fue embargada durante el interinato virreinal de Santiago de Liniers. Sucedió en la jornada de la Nochebuena de 1808 mientras el propietario del inmueble, el subteniente de blandengues Nicolás Rodríguez Peña, padecía de nefritis aguda encarcelado en el cuartel de cántabros. Se lo sospechaba un revolucionario en inteligencia con su hermano Saturnino, aquel que había ayudado a fugarse al invasor William Carr Beresford. Saturnino Rodríguez Peña había remitido desde Río de Janeiro cartas comprometedoras con un emisario británico: el joven cirujano Diego Paroissien. Años después, sobre el mobiliario y gran biblioteca de la casa-vivienda de esa fábrica -que constituía el hogar del patricio Hipólito Vieytes, responsable industrial de los mejores jabones y velas de la ciudad, pero dueño de esos bienes personales- cayó la garra apropiadora de la Comisión de Secuestros surgida a consecuencia del golpe de abril de 1815 asestado contra el gobierno de Carlos María de Alvear.

El llamado Café de Marcos o de Mallco, en los tiempos de Mayo y casi al pie de San Ignacio, a un paso del Cabildo, era considerado una especie de tribuna abierta y nada escondida para la juventud amante de la exposición rebelde y polémica. Fue clausurado el 1º de enero de 1809 por el virrey Liniers.

Durante los cuatro años y algunos meses que Vieytes editó el Semanario de la Industria y Comercio -primer periódico escrito por un nativo- arrendó una casa de la viuda de un tal Miguel Alvarez en la calle San Juan, hoy Esmeralda, vereda oeste, entre las actuales Sarmiento y Perón. Allí funcionó la redacción de su periódico, pero, las invasiones inglesas, si bien concluyeron con la edición, despertaron a la vez la confianza de los combatientes de todo orden -ya fuera con las armas o con la pluma- para emprender planes independistas. En lo que fue la redacción y casa de Vieytes se concretaron las primeras reuniones de quienes decidieron acabar con la sujeción a la corona española.

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